La Fiscalía alemana tiene evidencias concretas de que la niña británica Madeleine McCann, desaparecida en mayo de 2007 de un departamento en Portugal, está muerta.
Así lo declaró el fiscal Hans Christian Wolters a la agencia AFP. «Es evidencia concreta, hechos que tenemos, no meras sospechas», dijo el fiscal, quien advirtió que no se podía entregar más información. «No tenemos evidencia forense de la muerte, no tenemos un cuerpo», precisó.
«Por ahora no puedo revelarles la información exacta de que disponemos, que indica que nuestro sospechoso asesinó a Madeleine», dijo el portavoz. Y precisó que las autoridades alemanas habían escrito a los padres de la niña. Las reticencias a revelar información son comprensibles, después de que la prensa acusó la semana pasada a la policía alemana de haber alertado en 2013 al sospechoso.
Los padres de la niña se quejaron a través de su página web el martes de las informaciones publicadas. «Al igual que muchos otros informes de prensa no comprobados, ha causado una preocupación innecesaria entre amigos y familiares y ha alterado nuestras vidas una vez más».
La pareja afirmó este martes que «la extendida noticia de que hemos recibido una carta de las autoridades alemanas con evidencias o pruebas de que Madaleine está muerta es falsa».
El pederasta
El sospechoso, Christian B., de 43 años de edad, es un pederasta reincidente, actualmente detenido en Kiel (norte de Alemania). En la época en que ocurrieron los hechos, este individuo vivía a pocos kilómetros del hotel donde desapareció la niña, entonces de 3 años de edad, que estaba de vacaciones con sus padres y dos hermanos en Portugal.
Los investigadores encontraron, de acuerdo con la prensa alemana, trajes de baño de niños en la caravana del sospechoso. También habrían hallado varias llaves USB con miles de imágenes de pedofilia, algunas en las cuales aparecía él mismo, escondidas donde éste había enterrado a su perro.
El sospechoso pidió su puesta en libertad, que fue denegada, señaló la Fiscalía. Portugal reclama su extradición por la violación de una mujer de 72 años de edad. La policía alemana había sido muy cuestionada por su papel en la investigación sobre la desaparición de la pequeña británica. En 2013 habría advertido al principal sospechoso que lo tenía en la mira, lo que podría haberle permitido destruir pruebas.