Frustrada y con mucha indignación, Yordiana Morales, una joven caraqueña que desea escapar con sus hijos del colapso económico, y reencontrarse con su esposo, madruga desde finales del mes de junio en el Consulado General de Perú en Caracas, ubicado en la urbanización Altamira, para consignar la documentación que exige el gobierno de Martín Vizcarra para entrar al país suramericano
La primera vez que realizó la entrega de sus documentos en una carpeta amarilla tamaño carta, con una etiqueta en la portada, el personal le informó que estaban incompletos y que debía volver otro día con una referencia bancaria y una carta de trabajo.
La segunda vez regresó con estos últimos requerimientos. El personal le devolvió la carpeta y le indicó que debía acudir otro día, sin explicar, de manera clara, las razones del porqué no recibieron los papeles.
La misma suerte le correspondió vivir a las hijas de Marta Rangel, que entregaron sus respectivas carpetas, igual a la de Morales, pero con solvencias económicas para la visa de turista. El Consulado les devolvió sus documentos sin darles mayores detalles.
Angustiado, indignado y molesto por lo sucedido, el esposo de Rangel se plantó ante el Ministerio de Relaciones Exteriores en Lima y expuso la situación de sus hijas. Ambas tenían los boletos comprados días antes que saliera esta nueva normativa. Desde entonces han tenido que pagar dos veces la penalización que impone la aerolínea.
Este nuevo reglamento de visa para venezolanos entró en vigencia el 15 de junio de 2019. Para el momento, el Consulado entregaba 100 números diarios, luego la cifra se redujo a 50 y hoy en día solo atienden a 30 personas.
Rostros malhumorados, respuestas tajantes y una corta comunicación reciben los ciudadanos que madrugan en la puerta de la sede diplomática, al momento de recibir un número de turno del personal que allí labora.
Complicaciones
A las afueras del lugar el panorama es más complicado. Con el incremento del número de personas que atienden a la solicitud de visa, un grupo decidió llevar un control externo con listas y así evitar a los colados.
María José Díaz, líder de cola, explicó que lleva más de dos semanas asistiendo al Consulado para velar por que las 30 personas de su lista sean atendidas. “Lo decidimos hacer así porque hay muchos interesados que están fuera de Caracas y no pueden venir todos los días. La razón por la que decidimos elaborar estas listas de 30 personas es para llevar un control”, agregó.
Ronald Barrios, otro líder de cola que no reside en Caracas, expuso que desde la primera semana de julio se están haciendo las listas y los gastos de hospedaje corren por cuenta de los integrantes de su grupo. “Nosotros anotamos a la gente, luego ellos se van y nosotros nos quedamos. Ahorita dormimos en una casa que habilitó la gente que vive fuera de Caracas para quedarse y verificar la cola”, señaló.
Tanto Díaz como Barrios indicaron que hay más líderes y que entre todos contabilizan más de 200 personas en la lista de espera para entregar sus recaudos.
A José Gregorio Castillo lo tomó por sorpresa está iniciativa ciudadana. Oriundo del estado Mérida relató que se trasladó a Caracas a acompañar a su esposa para pedir la visa humanitaria y así poder viajar a Lima para llevar a su nieto. La madre del pequeño está en Perú y espera que su hijo pueda volar con su abuela en los próximos meses. Su rostro muestra las largas horas de viaje que le llevó, tanto a él como a su esposa, para llegar a a la capital en autobús. Se sorprendió con el control y aseguró que lo más sano es que se continúe sin la intervención de estas personas.
Al igual que Castillo, muchos quedaron perplejos. “Nosotros venimos de Maracaibo. Mi esposo tiene diabetes y problemas con la vista; no sabíamos que esto era así. Ahora hay que anotarse y esperar un turno que no sé para cuándo será, y eso que tengo vuelo para agosto”, expresó Mónica García.
El Nacional intentó consultar con las autoridades diplomáticas, pero no respondieron a la solicitud.