Los dos incendios que causaron la muerte en los últimos días de una treintena de personas en Nueva York y Filadelfia son un indicador del deterioro de las viviendas sociales y de la crisis inmobiliaria en las principales ciudades estadounidenses.
En el popular barrio del Bronx de Nueva York, un incendio provocado por un calentador eléctrico mató el domingo a 17 personas, incluidos 8 niños, en un edificio de apartamentos.
El miércoles pasado, otro terrible incendio, esta vez en una vivienda de Filadelfia, mató a 12 personas, incluidos también 8 niños.
Estas dos incendios son los peores desastres de este tipo en ambas ciudades en tiempos recientes.
Y dónde se produjeron -apartamentos construidos para familias desfavorecidas- no es mera coincidencia, destacan los defensores del derecho a la vivienda.
«Cuando leí las noticias pensé que dado el vecindario y el tipo de edificio se trataba de viviendas sociales», comentó Jenna Collins, abogada de los servicios sociales en Filadelfia, en relación al incendio de Nueva York.
«Menos aún me sorprendió cuando escuché que la causa había sido un calentador eléctrico», agregó, y explicó que los apartamentos financiados por el Estado a menudo carecen de suficiente calefacción en invierno.
Durante la pandemia, los precios de la vivienda han alcanzado máximos históricos, lo que ha alejado aún más la perspectiva para muchos estadounidenses de contar con una casa propia.
Al mismo tiempo, la oferta de viviendas protegidas sufre, en muchas ciudades, retrasos en la construcción y el mantenimiento, que crean las condiciones para este tipo de desastres.
«La vivienda social ha sido más descuidada que cualquier otra», dijo Lena Afridi, directora interina del Pratt Center for Community Development de Nueva York.
«La gente vive donde puede, y en ambos casos vivían en lugares que no eran seguros porque les parecía mejor que dormir en la calle. Pero esa no debería ser la única alternativa».
Años de espera
Ningún estado o ciudad importante de Estados Unidos disponía el año pasado de un parque de viviendas suficiente para los hogares más desfavorecidos, remarcó la ONG Coalición Nacional de Vivienda de Bajos Ingresos.
En las áreas centrales de Nueva York y Filadelfia la cantidad de viviendas accesibles para esa franja de la población era menor que el promedio nacional de 37 unidades por cada 100 inquilinos desfavorecidos.
Esa escasez está generando situaciones como la de Filadelfia, donde la casa que se incendió albergaba a unas 26 personas, 8 en la planta baja y 18 en el primer y segundo pisos, según un bombero.
Las autoridades de la ciudad dijeron en un comunicado que durante la inspección realizada en la primavera boreal pasada los detectores de humo estaban funcionando. Pero no lo hicieron en el momento de los incendios.
«Fue porque este edificio estaba superpoblado que se perdieron tantas vidas», insistió Jenna Collins.
En Filadelfia, la lista de solicitantes de vivienda social está cerrada. Y algunos que han logrado registrarse esperan desde hace décadas.
Construir, pero también reparar
En Nueva York, el edificio de 19 pisos que se incendió albergaba a numerosos residentes que dependen de las ayudas estatales, indicaron medios estadounidenses.
Lena Afridi cree que la falta de trabajo de mantenimiento contribuyó al desastre, y se apoya para ello en testimonios de inquilinos que usaban calentadores eléctricos portátiles y solían ignorar las alarmas contra incendios debido a las numerosas falsas alarmas.
El presidente Joe Biden se plantea una masiva inversión en vivienda social a través de un vasto plan social y ambiental de 1,8 billones de dólares.
Pero el proyecto, denominado «Reconstruir mejor», está estancado en el Congreso.
De todos modos, esto es solo una parte de la solución, señala Lena Afridi. «Se trata menos de construir y más de asegurarse de que los edificios existentes sean seguros»,
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