La Iglesia Católica rechazó este domingo la versión de la Policía de Nicaragua sobre un incendio que destruyó parcialmente la Catedral Metropolitana de Managua, en la que descartó que haya sido producida por una mano criminal.
El cardenal Leopoldo Brenes en Nicaragua, el papa Francisco en el Vaticano, sacerdotes y denominaciones religiosas de Latinoamérica y Europa, coincidieron en llamar «atentado» o «acto terrorista» al incendio del pasado viernes, que calcinó una histórica imagen de la Sangre de Cristo, una de las más veneradas en el país centroamericano.
Antes, la Policía Nacional de Nicaragua había emitido un segundo informe preliminar sobre el incendio, en el que descartó que este fuera provocado, y describió el escenario propicio para un accidente, incluyendo la presencia de un atomizador con alcohol y la base de una veladora, en concordancia con la versión emitida previamente por la vicepresidenta y primera dama, Rosario Murillo.
El cardenal, quien se quejó de que la policía le impidió emitir la misa dominical televisada desde la Catedral, reiteró que el incendio fue un «infame acto, realizado con todo lo que implica una acción terrorista», como lo dijo el mismo viernes.
Por su parte, Francisco escribió a Brenes una carta a mano, en la que le dijo: «Querido hermano, te acompaño en el dolor por este acto vandálico, estoy cercano a vos y a tu pueblo». El cardenal mostró la carta papal en el Canal Católico de Nicaragua.
Brenes también destacó el mensaje de Francisco de este domingo, durante el rezo del Ángelus, al «pueblo de Nicaragua que sufre por el atentado a la Catedral de Managua, donde ha sido dañada y casi destruida la imagen de la Sangre de Cristo».
Crisis de fondo
Adicionalmente, el cardenal nicaragüense mostró agradecimiento por mensajes similares, emitidos por «cardenales, obispos y arzobispos, congregaciones, fieles católicos, tanto de Nicaragua como del mundo», incluidas universidades católicas, jesuitas, escolapios, Opus Dei, o redentoristas, así como al obispo auxiliar de la Arquidiócesis de Managua, Silvio Báez, quien vive en el exilio a causa de la crisis sociopolítica local.
Brenes afirmó que también ha expresado su apoyo el nuncio apostólico en Nicaragua, Waldemar Stanisław Sommertag, a quien algunos critican por no mostrar públicamente su posición sobre las causas del incendio.
El incendio ocurrió en medio de una ola de profanaciones contra templos católicos, desatada desde que la Arquidiócesis de Managua anunció la suspensión de las fiestas populares en honor de Santo Domingo de Guzmán a causa de la pandemia de covid-19, cuando instituciones del gobierno, que promueve aglomeraciones, las daban por hecho.
Se trata del más reciente episodio de las diferencias entre la Iglesia Católica y el gobierno del presidente Daniel Ortega, que datan desde 1983, cuando las llamadas «turbas sandinistas» intentaron boicotear el mensaje del entonces pontífice san Juan Pablo II, en su primera visita a Nicaragua.
Precisamente la imagen de la Sangre de Cristo calcinada fue la misma ante la cual san Juan Pablo II se arrodilló y oró en su segunda visita a Nicaragua, en 1996.
Las relaciones entre la Iglesia Católica y Ortega están rotas desde 2018, cuando sacerdotes y obispos arriesgaron sus vidas para salvar las de miles de nicaragüenses, que participaban en las manifestaciones antigubernamentales, reducidas con ataques armados que dejaron cientos de presos, muertos y desaparecidos, miles de heridos y decenas de miles en el exilio.