El huracán Delta, degradado a tormenta tropical el sábado en la madrugada, continúa su avance por las costas de Luisiana, un estado ya gravemente afectado por el mal tiempo durante varios meses.
El ciclón entró a tierra cerca del pueblo de Creole el viernes por la noche como huracán de categoría 2, en una escala de 5, con vientos de 155 km/h, informó el Centro Nacional de Huracanes (NHC). Progresivamente, perdió fuerza rápidamente hasta degradarse a tormenta tropical.
Delta se convirtió en el décimo huracán que toca tierra estadounidense este año, un récord, indicaron meteorólogos. Seis de ellos afectaron, con distintos grados, a Luisiana, que aún no se recupera del huracán Laura, que impactó con categoría 4 a fines de agosto.
La zozobra del nuevo ciclón se suma a la grave situación por el coronavirus. Delta, que se dirigía hacia el norte, dejaba más de 250.000 abonados sin energía eléctrica, 100.000 de ellos en el condado de Calcasieu.
Temores de inundaciones
El gobernador de Luisiana, John Bel Edwards, pidió a los residentes ser extremadamente cautelosos con Delta. Asimismo, anunció la movilización de 2.400 efectivos de la Guardia Nacional para asistir a las población de la costa, que en su mayoría evacuó sus hogares.
«No sé si tendremos una casa cuando volvamos», dijo Kimberly Hester, residente de Lake Charles, ciudad de unos 75.000 habitantes conocida por sus refinerías de petróleo, en plena trayectoria del huracán.
De momento era difícil estimar los daños, aunque las fuertes lluvias generaron temores de inundaciones. De hecho, el NHC advirtió contra «muy peligrosas marejadas ciclónicas», con inundaciones de hasta 3 metros.
Varios residentes de Lake Charles contactados por AFP explicaron que no vieron, por el momento, daños significativos.
Sin embargo, en esa ciudad y otras zonas de la costa de Luisiana muchos aún no se recuperaron del impacto de Laura.
En efecto, escombros, tablones de madera rotos, basura y árboles arrancados aún ensucian sus calles. Mientras que muchas casas están cubiertas con lonas azules, los signos más visibles del estigma dejado por la lluvia y los fuertes vientos de tormentas anteriores.
Edwards advirtió que Delta podría hacer volar como misiles los escombros de las tormentas previas y consoló a los pobladores diciendo que «superaremos esto».
«Agotador»
El jueves, el tránsito estuvo atascado en los dos sentidos de la autopista de Lake Charles debido a la cantidad de gente que dejaba la ciudad.
Terry Lebine ya había evacuado hacia el poblado de Alexandria, unos 100 km al norte, cuando se aproximaba Laura y ahora se aprestaba para escapar nuevamente.
«Es agotador», dijo a la AFP. «Tengo a mi madre de 81 años en un estado de salud que no es el mejor. Apenas habíamos vuelto a casa después de Laura y ya tenemos que irnos de nuevo a causa del huracán Delta. Estuvimos en casa dos o tres semanas», cuenta.
Delta es la tormenta número 26 de una temporada de huracanes atlánticos inusualmente activa.
En setiembre, los meteorólogos se quedaron sin nombres para designarlas y debieron emplear el alfabeto griego.
Al elevarse la temperatura de las aguas oceánicas debido al cambio climático, los huracanes se tornaron más fuertes y científicos señalan que probablemente aumentará la cantidad de tormentas de categoría 4 y 5, las más peligrosas.