MUNDO

Gustavo Petro, demasiados flancos abiertos y muy poco tiempo

por Avatar GDA | El Universal | México

El sancocho trifásico, abrasador potaje con cerdo, pollo y res y abundancia de verduras, hierbas y hortalizas, figurará en cualquier lista de los platillos predilectos de la gastronomía de Colombia.

Con otros ingredientes, el presidente de Colombia, el izquierdista Gustavo Petro, pareció enfrentarse a un sancocho trifásico pero político, hirviente y sofocante: combatientes palestinos, Libia, desierto del Sahara, guerrilla comunista colombiana, presiones israelíes, secuestros extorsivos, fallidos ceses del fuego, narcotraficantes, paramilitares y turbulencia interna.

A las 48 hojas mensuales del almanaque presidencial de Petro —del 7 de agosto de 2022 al 7 de agosto de 2026— solo le quedaron 26 y medio a hoy. Las vías, como asamblea constituyente, que Petro buscó para prolongar su mandato ya se cerraron.

A diferencia de la apetecida combinación de los componentes del poderoso y popular cocido, a Petro le correspondió un explosivo caldo político que exhibió a un gobernante sometido a múltiples y conflictivos flancos y próximo a llegar a la mitad de su gestión para iniciar el declive de cierre.

«A Petro se le acabó el tiempo»

El calendario se acortará con el inicio en 2025 de las campañas para 2026: legislativas en marzo y presidenciales en mayo y junio.

“A Petro se le acabó el tiempo para las 15 grandes reformas estructurales sobre las que planteó su gobierno. Así, la agenda de Petro hoy se llama elecciones”, afirmó el politólogo y consultor político colombiano Leonardo García, de Speak Consultoría de Reputación, firma no estatal de Bogotá.

Basado en un análisis de inteligencia artificial sobre la opinión de los más influyentes columnistas colombianos, García dijo a EL UNIVERSAL que “Petro está tomando todo su esfuerzo para llevar el 35%, que todavía lo aprueba, a estados de crispación y de exacerbación políticas para tratar de ser un factor determinante” en los comicios presidenciales.

Al recordar que, de las 15, en 2022 se aprobó una tributaria (sin ser de gran calado) y está pendiente una “menor” de pensiones, anticipó que “será poco probable que pase otras. Vienen elecciones en el Congreso de Contralor, Procurador, Defensor del Pueblo y cuatro magistrados de la Corte Constitucional. Eso lo desgastará”.

“Petro tampoco consolidó mayorías. Se gastó su capital político y está muy debilitado. Abrió muchos flancos de conflicto para acaparar la atención”, aseveró.

En un mensaje en X (antes Twitter), Petro se defendió y mencionó que “Colombia lleva dos siglos de guerras civiles y ya es bueno que sus dirigentes lleven al país hacia la ausencia de la guerra, hacia la paz”.

Hacer trizas la paz, una y otra vez (…) solo nos lleva al abismo. Una Colombia en paz es una potencia mundial de la vida”, alegó.

Revelaciones

En marzo, Petro contó detalles de su historial guerrillero para justificar su decisión del primero de este mes de romper relaciones diplomáticas con Israel por la guerra contra Palestina, a la que denunció como genocidio del Estado judío.

El Movimiento 19 de Abril (M-19), guerrilla izquierdista colombiana fundada en 1974, “se entrenó militarmente en los desiertos del Sahara en Libia” con los militantes y combatientes palestinos y de otros movimientos armados árabes del norte de África, reveló.

Con el seudónimo de “Aureliano”, Petro integró, de 1981 a 1990, el M-19, que se desmovilizó en 1990 al pactar la paz con el gobierno de Colombia y convertirse en partido legal.

“Fuimos allí, debajo de las estrellas a tocar guitarras” en el Sahara, narró.

“Nosotros estuvimos, somos aliados de los árabes en sus luchas por tener una Patria. Nosotros también queremos tener una Patria. Por eso, el M-19 (…) estuvo en los desiertos del Sahara” junto a palestinos y demás agrupaciones insurgentes árabes, precisó.

Las conflictivas declaraciones agravaron el panorama presidencial de múltiples conflictos, desde los maltrechos lazos con Israel hasta las inquietudes de Estados Unidos.

Podría cancelar un cese del fuego

Colombia fue repetidamente definida a partir de 2021 por el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, como “la piedra angular” de la política de la Casa Blanca en América Latina y el Caribe, aunque los lazos Bogotá-Washington estarían en la normalidad.

Los líos externos se sumaron a un incendio interno, en un país que es el principal productor mundial de cocaína. Una variedad de pactos de cese del fuego que Petro estableció con narcotraficantes en 2022 y guerrilleros comunistas en 2023, trastabillaron en 2024.

Petro suspendió el 19 de marzo un acuerdo de cese bilateral de hostilidades bélicas que su gobierno firmó en diciembre de 2022 con el Clan del Golfo, que hace unos 20 años pactó negocios con el Cártel de Sinaloa, uno de los más poderosos de México, para vender y transportar cocaína del sur al norte de América. El mandatario ordenó reanudar las operaciones militares contra el Clan.

Petro podría cancelar un cese del fuego que se inició el 3 de agosto de 2023 con el Ejército de Liberación Nacional (ELN), fundado en 1964 y última guerrilla comunista activa en América. El ELN anunció este año que retornará el secuestro extorsivo para resolver sus líos financieros.

Ofensiva total contra el EMC

Con el narcotráfico pujante y aliado al ELN —que negó tener nexo con el contrabando de drogas— y con alertas de reactivar las fuerzas paramilitares en pausa, pareció alejarse la meta de Petro de paz total y seguirá parcial.

En diciembre de 2016, tras cuatro años de diálogo en Cuba, el gobierno colombiano y la ahora disuelta guerrilla comunista de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), sublevadas desde 1964 y ya partido legal, firmaron un pacto de paz que, con altibajos, silenció los fusiles. Bloques disidentes de las FARC siguieron sublevados desde 2016.

Uno de esos bloques —Estado Mayor Central (EMC)— aceptó en enero de este año un acuerdo de alto el fuego con el gobierno, pero en este mes lanzó lo que Petro calificó como ataques terroristas. El mandatario ordenó el martes una ofensiva total contra el EMC.

La hoguera colombiana seguiría ardiendo con el presidente ante su sancocho trifásico.