El gobierno de Colombia y el Ejército de Liberación Nacional (ELN) cierran el jueves en La Habana el tercer ciclo de las conversaciones de paz en un contexto político convulso y necesitados ambos de mostrar avances, especialmente en torno al cese el fuego, un aspecto clave para el proceso y su respaldo social.
Los 35 días de diálogos en Cuba -sede rotativa además de garante de los diálogos- han sido intensos, con largas jornadas de contactos en las que varios de los participantes -que guardan absoluta confidencialidad sobre el contenido- aseguran a EFE que ha primado el buen ambiente, la voluntad de diálogo, el compromiso y la honestidad.
Su trabajo, sin embargo, se ha visto en ocasiones afectado por la política en Bogotá. Primero, cuando unas declaraciones del presidente, Gustavo Petro, llevaron al ELN a forzar una pausa en las negociaciones que se prolongó tres días.
Luego llegó la crisis por las interceptaciones telefónicas que involucraban al entonces embajador en Venezuela Armando Benedetti y a la jefa de gabinete de Petro, Laura Sarabia, ambos cesados el pasado viernes.
Esto se agravó el fin de semana con los audios del ya exdiplomático -filtrados por la revista Semana– en los que amenazaba a Sarabia con revelar presuntas irregularidades en la financiación de la campaña electoral del presidente.
En La Habana, mientras tanto, las partes han asegurado que vienen adelantando positivamente su trabajo y por eso prorrogaron las conversaciones hasta este jueves, cuando en principio estaba previsto que concluyesen el pasado 29 de mayo.
Está previsto que ambas delegaciones presenten los resultados a mediodía y que esté presente en el acto el propio Petro, que anunció este miércoles su viaje a La Habana.
Ceses y ceses
La clave va a estar en el cese el fuego bilateral, según los expertos, aunque en este ciclo también se ha hablado de alivios humanitarios y de la participación de la sociedad civil en el proceso de paz.
Las miradas de los analistas van a estar puestas en si se logra un acuerdo de cese el fuego y, especialmente, sobre sus características, porque ambas partes llegaron a La Habana con expectativas algo distintas al respecto.
El ELN abogó por un cese bilateral y nacional que incluyese a fuerzas paraestatales y grupos criminales, además de pedir que fuese preliminar (el definitivo llegaría con el acuerdo final). También querían que fuese medible y evaluable, y que a la vez fuese realista, para poder tener éxito.
En tanto, el negociador jefe del gobierno colombiano, Otty Patiño, consideró que el cese el fuego debería incluir las hostilidades (daños contra la población civil: de amenazas a confinamientos, pasando por desplazamientos forzados y el reclutamiento de menores) y una limitación geográfica, para ser verificable.
El ELN añadió hace apenas unas horas a través de Twitter que considera además que la sociedad civil debería ser parte del mecanismo de monitoreo del cese el fuego.
Respiro y respaldo
Un cierre exitoso del tercer ciclo de negociaciones podría suponer un respiro político para Petro, que atraviesa su peor crisis de gobierno en sus apenas diez meses como presidente de Colombia.
Pero además es que un cese el fuego por parte del ELN es fundamental y necesario para que las negociaciones puedan seguir avanzando, según los expertos, que advierten sobre la debilidad del gobierno de Petro y la necesidad de mantener un fuerte respaldo social en torno al proceso para contribuir a su éxito.
Señalan además que el tiempo corre en esta legislatura del gobierno que se ha puesto como meta la Paz total y las negociaciones con el ELN se prevén largas por su complejidad.
Cuba, por su parte, también desea resultados. Por su implicación desde el comienzo en estos diálogos, su sintonía con ambas partes y por el precio que ha pagado por ser sede de los contactos, pues Estados Unidos la incluyó en la lista de países que patrocinan el terrorismo.