Desde que el progresista Gabriel Boric lideraba las marchas estudiantiles a favor de la gratuidad hasta que este viernes llegue al palacio presidencial de La Moneda convertido en el mandatario más joven de la historia chilena solo habrá transcurrido una década.
Un meteórico camino que ha pilotado siempre sobre una misma idea: combatir las desigualdades de Chile acabando con el modelo neoliberal instalado durante la dictadura militar (1973-1990) y construyendo un Estado del bienestar similar a las democracias europeas, con acento ecologista, feminista y regionalista.
«Si Chile fue la cuna del neoliberalismo en Latinoamérica, también será su tumba», solía repetir durante la campaña electoral.
Giro hacia la moderación
Cuando arrancó la carrera hacia La Moneda en julio, nadie se imaginaba que el joven diputado por la austral Magallanes -de 36 años de edad recién cumplidos- terminaría imponiéndose en el balotaje del 19 de diciembre al ultraderechista José Antonio Kast con el 55,8% de los votos y casi 12 puntos de diferencia.
Fueron las elecciones con mayor tensión política desde el fin del régimen y los jóvenes y las mujeres desempeñaron un rol fundamental en su apabullante victoria.
Defensor acérrimo del proceso constituyente en el que está inmerso Chile y de la ola de protestas de finales de 2019, Boric moderó su discurso en la recta final de la campaña para meterse en el bolsillo al electorado centrista y espantar el miedo que generó en el empresariado su alianza con los comunistas.
Un giro al centro que también demostró cuando anunció a finales de enero los nombres que integrarán su gabinete, entre los que se encuentra el de Mario Marcel, el expresidente del Banco Central y adalid de la consolidación fiscal que encabezará Hacienda.
«Vamos a hacer todos los cambios que nos hemos propuesto paso a paso porque tenemos la convención de que la inmensa mayoría de los chilenos y chilenas demandan cambios estructurales que hagan posible tener una vida digna», afirmó el 4 de enero.
Además del más joven, Boric será también el primer mandatario que no forma parte de los dos bloques tradicionales de centro que han liderado el país desde el retorno a la democracia.
Un nuevo sistema de pensiones que reemplace al actual de capitalización individual, condonación de los créditos universitarios, creación de un fondo universal de salud o una ambiciosa reforma tributaria para recaudar hasta el 5% del PIB son algunas de sus promesas de gobierno.
El primer gobierno feminista
Boric hará historia también por la composición de su gabinete, el primero con más mujeres que hombres del continente (14 frente a 10) y donde el Ministerio de la Mujer tendrá un papel protagonista, integrando por primera vez el núcleo duro del gobierno, junto con poderosas carteras como Hacienda o Interior.
«Les quiero pedir, en particular a los hombres, que nos tomemos en serio el feminismo, que esto no es una banalidad, una respuesta posmoderna a demandas identitarias», dijo el futuro presidente la semana pasada.
Cercano al expresidente uruguayo José Mújica y Pablo Iglesias e Íñigo Errejón, fundadores del partido español Podemos, y crítico de los regímenes de Venezuela, Nicaragua y Cuba, Boric es un político de símbolos.
Prueba de ello son la elección de un sindicato de costureras feministas para bordar su banda de investidura o la decisión de alquilar una vieja casona en un decadente sector de la capital para establecer su residencia presidencial.
Su círculo más cercano procede de su etapa como líder estudiantil: su mano derecha es Giorgio Jackson, a quien se le atribuye la moderación de Boric y quien se encargará de las relaciones del gobierno con el Parlamento,cargo de suma importancia teniendo en cuanta la futura fragmentación del hemiciclo.
Ambos entraron por primera vez en el Parlamento en 2014 y fundaron tres años después el Frente Amplio, la formación política con el que aterriza en La Moneda en coalición con el Partido Comunista.
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