Altamira es el mayor municipio de Brasil por extensión y el segundo más violento del país. Además, está dividida entre la inseguridad de la región, la deforestación, la minería ilegal, el conflicto por tierras y los incendios que arrasaron parte de la Amazonía.
Solo en el mes de agosto registró cerca de 10.000 puntos con fuego en el estado Pará. La mayoría concentrados en tres municipios: Novo Progresso, Sao Félix do Xingú y Altamira, donde reservas indígenas se han visto amenazadas por las llamas.
Altamira también es el tercer mayor municipio del mundo, detrás de los daneses Sermersooq y Avannaata, en la gigantesca isla de Groenlandia.
Aumento de la violencia
Con el inicio de la construcción en 2010 de la Hidroeléctrica de Belo Monte, la población en Altamira pasó de 100.000 para 140.000 habitantes.
El acelerado crecimiento demográfico elevó el grado de violencia en el mayor municipio de Brasil. En la actualidad se ubica en 133,7 muertes violentas por cada 100.000 habitantes, según especialistas.
A los altos índices de violencia y a un histórico de gran deforestación en el extenso municipio, se sumaron ahora los incendios.
Además de las llamas originadas por las altas temperaturas y la sequía de esta época del año, se sospecha que muchos tuvieron por detrás la acción premeditada de hacendados.
Otros delitos en la región
Con el aumento de la presencia de las autoridades movilizadas por el gobierno para contener los incendios, se unieron también fiscales medioambientales que se depararon con otros delitos en la región.
Minas artesanales clandestinas de gran porte, cargamentos ilegales de madera y trabajadores de haciendas en condiciones análogas a la esclavitud fueron descubiertos en recientes días por las autoridades que llegaron a la zona.
Las labores de fiscalización se han redoblado en las últimas semanas. Esto con el fin de frenar la creciente deforestación, que solo en el mes de julio aumentó un 278 %, según pudo constatar EFE.
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