Francia anunció este jueves que suspende las visitas a la Tumba de los Reyes en Jerusalén este sitio del que es propietaria tras los incidentes registrados el mismo día de la reapertura de esta joya arqueológica de 2000 años de antigüedad.
Después de casi diez años de permanecer cerrada al público, la reapertura de este sitio histórico estuvo plagada de roces y disputas cuando judíos ultraortodoxos intentaron ingresar al lugar para orar, pero sin las entradas o reservaciones necesarias, que se obtienen por internet.
Funcionarios del Consulado General de Francia en Jerusalén «fueron agredidos», indicó la misión diplomática en un comunicado.
Sin embargo, «Francia había solicitado a las autoridades israelíes que tomasen todas las medidas necesarias para mantener un ambiente pacífico en los alrededores de la Tumba de los Reyes, y garantizar el respeto a los derechos de propiedad de Francia», añadió.
El Consulado General desea que el sitio «siga accesible a un público diverso» en pequeños grupos. Y señaló que suspendió las visitas hasta que el clima no sea el apropiado.
La Tumba de los Reyes es un monumental conjunto de arquitectura funeraria de la época romana, que albergaba sarcófagos en cámaras y es considerado uno de los mayores complejos de ese periodo en la región.
«Tumba sin reyes»
El sitio disimulado detrás de un muro y un portal de metal muy cerca de la Ciudad Vieja está indicado con una bandera tricolor y un cartel «República francesa – Tumba de los Reyes».
Su acceso es un asunto muy delicado por motivos políticos y religiosos, como otros sitios arqueológicos de la Ciudad Santa.
Los judíos ultraortodoxos veneran el lugar como un sitio de entierro de sus ancestros, y reclaman poder rezar allí. En una época, el caso fue llevado ante la justicia rabínica.
Por otra parte, la Tumba de los Reyes está ubicada en Jerusalén Este, parte palestina de la ciudad ocupada por Israel desde 1967 y anexada. Esto es considerado ilegal por la comunidad internacional.
El derecho de propiedad francés tiene una historia compleja. En 1863, el francés Félicien de Saulcy, considerado como uno de los padres de la arqueología bíblica, tomó a su cargo excavaciones iniciadas poco antes y buscaba confirmar que se trataba de las tumbas de los reyes Salomón y David.
La hipótesis quedó descartada, pero el nombre de la tumba se mantuvo. Se descubrieron en su interior varios sarcófagos, que se encuentran actualmente en el Museo del Louvre en París.
Tras las excavaciones, el sitio fue comprado por los hermanos Pereire, banqueros franceses judíos, que luego lo cedieron a Francia.
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