A Luis Enrique Díaz Flórez lo despierta cada noche el dolor. La punzante sensación en su pierna derecha le molesta. Es incómodo para él conciliar el sueño cuando las heridas en su hombro izquierdo y su pecho traen también a su memoria la imagen de la gigantesca bestia que el pasado 11 de mayo lo persiguió mientras trabajaba en una finca ubicada en Puerto Triunfo, Magdalena Medio antioqueño.
Un hipopótamo casi lo mata, o así lo recuerda el segundo de los siete hijos de Luis Alberto Díaz y María Noemí Flórez.
El recuerdo es difuso, según este campesino de 44 años de edad que habita en la vereda Estación Pita, zona rural de Puerto Triunfo, aún no sabe lo que pasó, pues durante 15 días permaneció en estado de ‘shock’.
Desde muy joven, Luis Enrique ha sido el encargado de velar por su papá y su mamá. No tiene pareja ni hijos. Trabaja en diferentes actividades, principalmente en fincas de la zona arreglando alambrados o recogiendo agua para fumigar.
En esta última labor se encontraba aquella mañana del 11 de mayo. Luis Enrique se acercó a un caño para llenar el tanque de la fumigadora y su mente se nubló, dice no recordar nada. Su conciencia permaneció en blanco durante las dos semanas siguientes.
“Yo no sé qué pasó. Perdí el conocimiento, no sé, cuando reaccioné ya habían pasado 15 días y no sabía qué era lo que me había pasado por encima. Me duele mucho, tengo miedo”, comenta Luis Enrique.
La llegada
Para el año 1981, el fallecido narcotraficante Pablo Escobar trajo desde África a cuatro hipopótamos, tres hembras y un macho, para que habitaran, junto a otras especies que ya ocupaban las 3.000 hectáreas de la Hacienda Nápoles, su zoológico personal.
12 años después, con la muerte de Escobar, los hipopótamos se quedaron recorriendo el extenso terreno del Magdalena Medio a sus anchas. Algunos fueron llevados a zoológicos, pero para la mayoría de estos animales esta zona del país se convirtió en su hábitat.
Los hipopótamos se comenzaron a reproducir. Un estudio revelado a principios de este año arroja que en unos 10 años se podría hablar de la presencia de 150 de estos mamíferos recorriendo la zona. Por ahora, se calculan unos 60 merodeando entre la Hacienda Nápoles y las riberas del río Magdalena.
David Echeverri López, coordinador de Bosques y Biodiversidad de Cornare, autoridad ambiental de Antioquia, asegura que estos animales son impredecibles, muy territoriales, y recomienda a las personas que conviven más cerca con ellos no acercarse demasiado, pues pueden resultar peligrosos.
“Hemos distribuido volantes en la zona. Se difunden con el objetivo de que la gente tenga precaución, porque hay características y estudios que demuestran lo peligrosos que pueden llegar a ser”, explica el biólogo.
Un hipopótamo adulto puede pesar hasta tres toneladas y media; uno joven, hasta dos. Sus colmillos principales pueden llegar a medir unos 15 centímetros. Registros argumentan que con su aparato bucal puede destruir a otras especies sin problema.
Santiago Monsalve, docente de la Universidad Lasallista, sostiene que el hipopótamo es la especie, después de los crocodilios, que más muertes por ataques directos generan al año.
“Es el animal que más mata gente por ataques directos. Más que los leones, tiburones, más que muchos animales. Los hipopótamos a nivel de confinamiento son muy dóciles, pero en la situación en la que están son altamente peligrosos porque son muy territoriales”, agrega el experto.
El ataque de la bestiaLuis Enrique no sabía nada de esto. Crecer en Puerto Triunfo es acostumbrarse a ver a estos gigantes pasearse por ahí. Muchos convirtieron a estos pesados mamíferos en parte del paisaje y hasta se han visto videos de temerarios que se atreven a buscarlos para jugar.
Hay zonas aledañas al Río Claro Cocorná Sur donde los pescadores son conscientes de que no pueden pasar con sus barcas, pues los hipopótamos los ven como invasores y pueden atacarlos. Lo que hacen es sacarlas, levantarlas, y caminar con ellas hasta otro punto cercano a la desembocadura del río Magdalena para volver al agua y pescar.
Algunos testigos narran como Luis Enrique llegó hasta este punto del río Claro para lanzar su cubeta y sacar el agua necesaria para la fumigación.
A medida que lanzaba el balde, este campesino no se daba cuenta de que estaba tentando al destino, pues abajo, en las aguas del río, se encontraba la bestia que pronto se cansó de cada golpe del recipiente.
Quienes estaban cerca vieron salir al enorme animal. Persiguió a Luis Enrique, que corría despavorido.
La bestia lo alcanzó a golpear con su poderosa mandíbula. Luis Enrique cayó y se lastimó en una zanja. Sus compañeros le gritaban para que se levantara y fuera con ellos, pero era imposible, al campesino lo acababa de golpear un camión de unas dos toneladas.
Gina Serna, veterinaria de Cornare, señala que Luis Enrique fue afortunado al caer por esa zanja como dicen los testigos del hecho, pues el hipopótamo no lo atacó con furia desmedida, más bien quiso asustarlo.
“Por suerte fue una mordida leve. Ellos corren mucho, son grandes corredores, tanto dentro como fuera del agua y los machos son muy territoriales”.
La mordida le dejó afectaciones en su brazo izquierdo, tórax y las costillas. La caída causó la afectación en su pierna derecha y otras heridas. Sus compañeros lograron sacarlo del lugar para que le brindaran atención médica en el Hospital de Puerto Triunfo, pero por la gravedad de las lesiones fue trasladado a Rionegro donde permaneció los 15 días que dice no recordar.
Con los números de ataques de hipopótamos que se pueden registrar en un año y las posibilidades de sobrevivir, Luis Enrique es hoy la primera víctima en este continente que logró escapar de la muerte tras ser perseguido por una bestia de casi dos toneladas. Pero para él no es motivo de orgullo.
“Esos animales no deben estar aquí –protesta Luis Enrique–. La gente ha pedido que vengan a mirar eso pero nadie viene a ver. Yo ahora no sé cómo me voy a recuperar, todavía estoy muy afectado”.
La recuperación
Javier Díaz Flórez ha velado, junto a otra hermana, por la recuperación de Luis Enrique.
La vivienda de este campesino se encuentra, como él dice, cerca de la casa de sus papás para estar pendiente de ellos en la vereda Estación Pita.
No ha sido fácil. Lo operaron de las costillas, el tórax y le pusieron tornillos en su pierna derecha que por el momento lo tienen en una silla de ruedas sin poder caminar.
Hace un par de semanas le aprobaron las citas para empezar su tratamiento de fisioterapia, pero debido a la pandemia del covid-19 no ha podido empezar, por lo cual permanece sentado soportando el dolor en su pierna.
“Los patrones le han ayudado mucho. Él permanece sentado o acostado, es que más que el dolor, él quedó fue traumado, de verdad que él no puede ver un animal de esos porque se pone muy nervioso. No duerme bien”, resalta Javier.
Luis Enrique se queja de forma constante por la presencia de los hipopótamos en la zona. Se siente frustrado por no poder ir a trabajar para seguir llevando el sustento a sus padres. También está agotado por las noches sin dormir.
Javier dijo que durante los días en los que Luis Enrique dice no recordar nada, era usual que entrara en pánico al hablar de los hechos. Recordar cómo se salvó de morir despedazado por el hipopótamo le producía terror.
“Él empezaba a contar algo de ese día y se ponía a llorar. Era muy difícil que alguien le pudiera preguntar por eso porque entraba en pánico, como si tuviera a esa bestia al lado”, dijo.
Luis Enrique habla pausado, con miedo, no quiere ver más a estos animales que hicieron de esta zona del Magdalena Medio antioqueño su hogar.
La familia, por el momento, dejó en pausa la asesoría legal que recibía para enfrentar este caso, pues no considera bueno para nadie que los animales continúen viviendo tan cerca de ellos.
Saúl Ospina, concejal de Puerto Triunfo, señala que uno de los placeres que ha tenido que dejar a un lado por esta situación es la de ir a pescar. Así como él, son muchos los habitantes de la zona que después del ataque a Luis Enrique han preferido mantener su distancia con estos mamíferos.
Por ahora, expertos han hecho un llamado para que estos animales sean puestos en un albergue y que se castre a los machos para evitar su reproducción, pero debido a lo costoso de acondicionar un gran lugar para estos mamíferos de dichas dimensiones, es un caso que poco a poco se ha salido de control.
“El hipopótamo que atacó a este señor tiene que ser uno que nació en vía silvestre. Cuando nacen así, se van a comportar de manera natural, van a ocasionar este tipo de problemas con lo que se encuentren, ecosistémicamente esto es un exabrupto, porque no van a parar de reproducirse”, explica Santiago Monsalve.