Felipe González señaló el martes que él siempre ha concebido una Constitución «no militante». A su juicio, hasta ahora no había necesidad de salir en defensa de la carta magna; sin embargo, sí la hay en el presente, ante el «ataque despiadado e irracional» contra ella. Así lo expresó en el coloquio que el expresidente del Gobierno protagonizó junto al exdirigente socialista Eduardo Madina que organizó la Fundación Gregorio Peces Barba en homenaje a los 45 años de la Constitución.
A la pregunta de Madina sobre la salud constitucional en el presente, la respuesta de González fue rotunda: «Amenazada». Y puso el foco en la pérdida de respeto a la división de poderes. Como también en el ataque «absolutamente insolente e intolerable» realizado desde la tribuna del Congreso contra jueces, magistrados y fiscales que actuaron en defensa del orden constitucional y el cumplimiento de la ley durante el procés y que han sido acosados «permanentemente».
Como en sus intervenciones públicas de los últimos tiempos, el exjefe del Ejecutivo arremetió contra la ley de amnistía pactada por el PSOE y los separatistas catalanes, o más bien, la «autoamnistía», como la definió por haber sido corredactada por aquellos que van a beneficiarse de la norma. Recordó que a la comisión constitucional se presentaron en su día dos enmiendas, una encaminada a introducir en el debate esta medida de gracia, y no se aceptó. La que sí se incluyó fue la que proponía prohibir los indultos generales, que hoy recoge el texto constitucional.
«Estoy en la posición que estaba mi partido el 23 de julio, y por cierto, el 24 también. ¿Que ha cambiado mi partido? Muy bien. ¿Estoy obligado a cambiar? No. Las mismas razones que me acompañaban entonces me acompañan ahora», sostuvo González, que ve «políticamente» inaceptable el texto que está tramitándose de facto en las Cortes y previsiblemente saldrá aprobada en breve, entre otras cosas porque «desiguala a los ciudadanos españoles».
«Me duele decirlo; estoy haciendo una crítica al Gobierno de mi partido», expresó, puntualizando que no a «los otros». «Los otros hacen lo que quieren. Gobernar desde la llamada izquierda del PSOE es facilísimo; es meterse en el camarote de los hermanos Marx», señaló, en referencia a los socios del Ejecutivo.
También Madina se mostró contrario a la polémica ley. «No la comparto porque no la comprendo», subrayó, aludiendo a la posición que magistrados, catedráticos de Derecho Constitucional y exministros y ministros fijaron en su día sobre la inconstitucionalidad de la amnistía. «A veces las aritméticas parlamentarias generan distorsiones de ideas. (…) No se pueden cambiar convicciones por necesidades», añadió.
González advirtió de que «estamos en un momento de amenaza de los valores que han construido la convivencia». «¿Tenemos que reaccionar? Sí», aseguró, e ironizó con el calificativo de «dinosaurio» que algunos le han atribuido por sus críticas a la deriva del PSOE. «Me da una ventaja. Cuando pienso, no en el pasado, sino en el futuro, no pienso en mi futuro», dijo. «Los fundamentos de la convivencia están por debajo de la línea de flotación. No se ven. Son como los cimientos de un edificio. Se notan cuando el edificio se viene abajo», avisó.
Respetar a las minorías, pero sin chantajes
Críticas también tuvo para el decreto ómnibus, que incluye cosas de diversa índole, y su votación en el Pleno la semana pasada, que tildó de «espectáculo». «¿Cómo se puede modificar una ley para intentar asegurar que el Tribunal Supremo no plantee una cuestión previa de constitucionalidad a los organismos en los que estamos integrados en Europa?», denunció González, en referencia a lo que pidió Junts para no torpedear la ley de amnistía.
«Me rebelaré contra todos los ómnibus que se vayan presentando manteniéndonos en una situación de emergencia indefinidamente. ¿Hasta cuando la situación de emergencia?», reprochó el expresidente socialista, que llamó a «recuperar la sensatez de que funcione el Estado de derecho con sus normas, que son forma y fondo».
El expresidente del Gobierno volvió a abogar por el consenso entre las dos fuerzas mayoritarias, PP y PSOE, que juntos suman los 210 diputados necesarios para hacer reformas que ve «imprescindibles». «O aceptan que están condenadas a entenderse por la expresión libre y democrática de los españoles o siguen enfrentándose, creando muros, divisiones ficticias…», afirmó.
Subrayó, además, que lo que ha permitido la democracia es una «alternancia normalizada» y la «aceptabilidad de la derrota». «Si alguien trata de hacer que el sistema impida que haya una derrota aceptable, estamos rompiendo un esquema básico del consenso constitucional», criticó. «Las mayorías tienen que respetar a las minorías, y las minorías aceptar su condición de minoría y no emplear su capacidad de chantaje ante mayorías que se dejan chantajear», sentenció González.