«Puedo decir que ayer estuve todo mi turno con miedo», dijo Antonio, uno de los médicos que planta cara al coronavirus en Lisboa, Portugal. Con escasos medios, asiste preocupado a la expansión de un virus que registrará los peores datos en Portugal alrededor del 14 de abril y que ya se ensaña con los sanitarios.
Antonio trabaja en el hospital Santa María, de referencia en la capital portuguesa, donde señaló que le cuesta encontrar mascarillas, pero halla sin dificultad historias que le inquietan, como el caso que ha sabido de dos enfermeras infectadas por covid-19.
Una de ellas estuvo junto a su abuelo cuando murió por coronavirus y fue obligada a trabajar durante una semana, a pesar de su obvia exposición a la enfermedad.
«Lo máximo que tenía era una mascarilla quirúrgica, que no es la adecuada, una bata de plástico y unos guantes», dijo.
Antonio ha estado en contacto con cuatro pacientes contagiados y aseguró que estos días ha vivido escenas inéditas, como tener que preguntar dónde están las mascarillas.
Por ahora, 20% de los infectados es personal sanitario, cuyas quejas han llegado al Colegio de Médicos.
«Hemos recibido varios contactos de médicos, de centros de salud y hospitales de todo el país, relatando dos problemas distintos», confirma a EFE el director del Colegio de Médicos de Portugal, Miguel Guimarães.
«El primer problema que se siente en el terreno es la falta de información sobre quién debe utilizar equipos de protección individual, qué equipamientos y cuándo; y el segundo que hay instituciones que no disponen de material adecuado o que limitan el acceso al mismo, con apenas un equipamiento por turno y sin derecho a cambio», explicó.
El médico Antonio lo ha vivido. «Guantes hay, máscaras ni siquiera sé donde están. El sábado pedí que cuando cualquier profesional entre a su turno nos den un pack individual, y después tenemos que tener cerca de los enfermos cajas con material para, si es necesario, sustituir. Y la respuesta fue: ‘no, no hay. Vamos a ver lo que hacemos’. Así estamos», criticó.
Este médico dice tener miedo también de contagiar a su pareja, a quien trata de proteger dejando su ropa en una bolsa a la puerta de casa cuando llega, duchándose inmediatamente y desinfectando todo lo que puede.
«Lo que está pasando es que ha llegado material en poca cantidad para que todos puedan trabajar con seguridad», indicó Guadalupe Simões, una de las responsables del Sindicato de Enfermeros Portugueses.
Ya se han anunciado más de 100.000 equipos de protección individual y 2 millones de máscaras. Una medida positiva, pero tardía, afirmó.
«Sabemos que ha ido aumentando el número de enfermeros aislados y en cuarentena», agregó Simões. Aseguró que los enfermeros continuarán a pesar de no tener material necesario porque su deontología lo determina, aunque van con miedo a convertirse en transmisores del virus.
«Es una preocupación sabiendo que podemos llegar a tener profesionales de salud trabajando enfermos», agregó la sindicalista.
Antonio la tiene e insiste en plantarse si no cuenta con el equipo necesario.
«En mi opinión, sin protección no debemos trabajar. Considero que somos los principales medios de transmisión de la enfermedad, si fuéramos a trabajar sin protección y pillamos la enfermedad, aunque asintomáticos, la pasamos a todos. Es el mensaje que quiero dejar aquí», avisó.
«Las recomendaciones dadas en el hospital fueron variando todos los días. Inicialmente incluso bromeaban, decían: ¿estás usando mascarilla? No sirve para nada», recordó.