Jacques Delors murió este miércoles a los 98 años. Fue un socialista francés y católico practicante que durante dos mandatos estuvo al frente de la Comisión Europea. También, fue quien sentó las bases del euro a partir de la libre circulación del mercado único.
El anuncio de su fallecimiento lo hizo su hija, la exministra y actual alcaldesa de Lille, Martine Aubry. Ante esto, uno de los primeros mensajes recibidos fue el de Emmanuel Macron. El presidente francés que quiso recordar a un «hombre de Estado con destino francés. Incansable artesano de nuestra Europa. Combatiente por la justicia humana».
Delors, que había nacido en 1925 en una familia modesta y que en sus años jóvenes estuvo implicado en el movimiento sindicalista, llegó a la presidencia de la Comisión Europea en 1985 fruto del consenso entre el entonces presidente francés, el socialista François Mitterrand, y el canciller alemán, el conservador Helmut Kohl.
De hecho, Kohl aceptó que el puesto lo ejerciera un socialista francés a condición de que fuera Delors; personaje atípico en el partido de Mitterrand que representaba el ala más centrista y que había demostrado como ministro de éste la importancia que daba al rigor en el control de las finanzas públicas.
Pero sobre todo, había demostrado su voluntad de anclar a Francia con el proyecto europeo a través de una mayor integración de los socios comunitarios. Ese fue el centro de su trabajo desde que desembarcó en Bruselas.
El Acta Única Europea, que entró en vigor en 1987, permitió poner el colofón del mercado único que puso en marcha la libre circulación de bienes, servicios, capitales y personas.
Delors y el euro
Jacques Delors estaba convencido de que un mercado único convertiría a Europa en una de las grandes potencias económicas mundiales, y eso es lo que permitiría preservar el modelo social del Viejo Continente, en el que creía profundamente.
Sobre ese avance, que en términos de principios podía parecer sobre todo liberal, pero que contó con el completo beneplácito de las formaciones de izquierdas moderadas, se sentaron las bases para trabajar en lo que -después de su salida de la Comisión Europea a finales de 1994- sería la moneda única europea, el euro.
Convencido como estaba de las virtudes de la integración europea, Delors fue igualmente el padre del programa Erasmus, que desde 1987 ha permitido a millones de estudiantes ir a cursar una parte de sus estudios a otro país.
En diciembre de 1994 se produjo uno de los gestos que más huella han dejado en su trayectoria, al anunciar que renunciaba a la carrera por el Elíseo del año siguiente pese a que era uno de los grandes favoritos en los sondeos.
Un gesto que, justificado por razones personales como su edad, pero también por la situación política -creía que una parte de su partido no le apoyaría- en la práctica, supuso su salida del tablero y el fin de su carrera con 69 años.
«Su compromiso, su ideal y su integridad nos inspirarán siempre», terminó Macron en el mensaje de homenaje a Delors que colgó en la red X (antes Twitter).
Un legado
El actual responsable del Partido Socialista francés, Olivier Faure, habló por su parte de la desaparición de «un gigante» que «trató de conjurar la desgracia con la construcción de una paz duradera. Con su compromiso sindical, ministerial y finalmente al frente de Europa, nos deja una herencia inmensa».
También desde la izquierda, la eurodiputada ecologista francesa Karima Delli quiso subrayar que «el nombre de Jacques Delors es inseparable de Europa: Presidente de la Comisión Europea de 1985 a 1994, marcó para siempre la historia de la construcción europea».
Incluso el líder de la izquierda radical francesa, Jean-Luc Mélenchon, tan crítico con las políticas europeas que descalifica por considerarlas liberales, no se privó, a pesar de señalar sus diferencias ideológicas, de poner en valor en Delors «el militante y el hombre de acción que actuaba pensando en el bien común».