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“Extraño Venezuela”: el drama de los millones que se fueron

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 “Me voy del país”. Esa frase, expresada muchas veces con llanto y tristeza, ha marcado la separación de al menos la mitad de las familias venezolanas en los últimos 20 años.

De acuerdo con la oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados, más de 4 millones de personas han dejado Venezuela huyendo de la crisis en busca de una mejor calidad de vida en otras fronteras.

Solo Siria, que ha padecido una guerra por más de ocho años, supera a Venezuela en el flujo de migrantes y refugiados en el mundo. Así lo reseñó el informe presentado por el Grupo de Trabajo de la Organización de Estados Americanos para abordar la crisis migratoria venezolana, en junio de 2019.

El estudio indicó que para finales de año, pudiera haber entre 5,3 y 5,7 millones de migrantes y refugiados venezolanos, y para 2020 entre 7,5 y 8,2 millones.

En el libro El éxodo venezolano: entre el exilio y la emigración, editado por el Observatorio Iberoamericano sobre Movilidad Humana, Migraciones y Desarrollo, de la Universidad Pontificia Comillas, se indica que la migración venezolana ha ocurrido en diferentes etapas y comenzó durante el gobierno del fallecido presidente Hugo Chávez.

 

La primera oleada

Muchos venezolanos comenzaron a salir del país luego de que Chávez llegó al poder en 1999. En su mayoría se trataba de trabajadores del petróleo que fueron perseguidos y expulsados. También se fueron profesionales de la salud, periodistas y dueños de empresas.

Los que tenían familia o vínculos con otros países emigraron hacia 2002. Esta primera diáspora estuvo integrada  mayoritariamente por personas de un alto poder adquisitivo que eligieron para establecerse países como Estados Unidos, Argentina, España y otras naciones de Europa.

Rodrigo Segovia, dueño de una fábrica de zapatos, llegó a España procedente de Venezuela en 2004. El empresario decidió dejar el país luego de que los costos de la materia prima se elevaron y los trámites de importación se hicieron más complicados.

“Después del año 2002 los ingresos de la compañía comenzaron a caer y uno de mis hermanos fue víctima de un secuestro, así que poco a poco mi familia inició su traslado a España, donde ya teníamos otros negocios”, explicó.

Aunque los padres de Segovia son españoles y se crió entre los dos países, reconoció que extraña Venezuela: “Para mí es difícil ver en lo que se ha convertido el país en los últimos 15 años. Sé que ese hogar que recuerdo y añoro ya no existe”.

En 2009 se calculó que más de 1 millón de venezolanos había migrado debido a las medidas económicas impuestas por Chávez.

Esta fase llegó hasta el 2011.

 

La segunda oleada

El fenómeno migratorio se disparó en 2012. En ese entonces el poder adquisitivo del venezolano comenzó a decrecer, se incrementó el cierre de empresas, el marco legal para el desarrollo de la propiedad privada se volvió más asfixiante y empezó la escasez de alimentos y medicinas.

La delincuencia también se convirtió en un factor determinante para la migración. A esto se sumó el aumento de las persecuciones políticas y la victoria de Nicolás Maduro como presidente en 2013.

Luis Fernando Gomes, ingeniero en Informática de 27 años de edad, se fue del país en 2014 luego de ser víctima de un robo que casi le cuesta la vida. Desde entonces vive en Madeira, Portugal, y aunque asegura que le va muy bien, no deja de sentirse extranjero con el paso de los años.

“Al salir a la calle siento que tengo una etiqueta en la frente que dice: venezolano. Aquí en Madeira se vive bien, pero extraño Venezuela, especialmente a mis padres. He madurado mucho, sin embargo, hay noches en que lo único que quiero es abrazar a mis viejos”, confesó.

En febrero de 2014, Gomes fue interceptado camino a su casa; los delincuentes querían robarle su vehículo, le dispararon y una de las balas rozó su cabeza. Este hecho fue el detonante para que el joven decidiera salir del país a finales de ese año.

90% del éxodo en esta segunda oleada eran profesionales calificados, tanto de clase alta como de clase media.

En el libro El éxodo venezolano: entre el exilio y la emigración se señala que en este grupo también se fueron muchas personas conectadas al chavismo. Durante años sacaron dinero al extranjero como inversión y previendo futuros cambios políticos en el país decidieron emigrar.

Estados Unidos lideró las peticiones de asilo en ese entonces.

Panamá fue el segundo país con mayor afluencia de migrantes de 2012 a 2016. Luego se endurecieron las políticas migratorias y la xenofobia obligó a miles de venezolanos a trasladarse a otras naciones.

Los destinos preferidos de este segundo éxodo fueron Argentina, República Dominicana, España, México y Perú.

El Grupo PGA reveló que 1,8 millones de venezolanos abandonó el país para 2015, lo que representó un crecimiento de 2.889%, en comparación con el año 2011.

Foto: EFE

La tercera oleada

La crisis económica, política y social comenzó a tomar fuerza en 2015. Esto desató lo que Acnur calificó como migración forzada de otro número importante de venezolanos.

Los desplazados comenzaron entonces a presentar un perfil distinto: menor nivel educativo y mayor presión económica.

En esta tercera etapa los destinos son más cercanos debido al escaso presupuesto. Muchas aerolíneas han dejado de operar en Venezuela y las existentes ofrecen pasajes aéreos a costos muy elevados.

Esto también se asocia con las dificultades para salir del país con pasaporte, dadas las distintas trabas burocráticas que impone el régimen venezolano en la materia.

Colombia, Ecuador, Perú, Chile y Argentina se convirtieron en los países preferidos por los venezolanos porque es posible llegar a ellos en autobús. Los migrantes emprenden viajes hasta de siete días para alcanzar esos destinos.

Nelson Gouveira, de 25 años de edad, llegó a Perú en 2016 sin haber culminado sus estudios de Ingeniería Industrial. Decidió partir del país para ayudar a su familia económicamente desde el exterior.

“Los primeros meses fueron muy duros. Trabajé más que todo en locales de comida rápida y el pago era bajo. Después de un año sin poder enviar dinero a mi familia decidí irme con unos amigos a España y desde entonces me va mucho mejor”, aseguró.

El joven se especializó como bartender y labora en locales nocturnos de la ciudad de Barcelona, España. Tiene permiso de trabajo y espera, en unos años, montar su propia cafetería. Mensualmente manda a su familia entre 50 y 100 euros.

La diáspora venezolana se convirtió en un reto para el sistema de migraciones iberoamericano. Muchos de estos países no estaban preparados para recibir a tal cantidad de personas.

Los migrantes venezolanos en Latinoamérica se incrementaron en 900% entre 2015 y 2017. Por esta razón organizaciones internacionales colaboran con los países sudamericanos para que puedan sobrellevar la situación.

En 2018, Acnur determinó que 2,3 millones de venezolanos se encontraba fuera del  país, lo que representaba aproximadamente 7% de la población.

 

La migración en la actualidad

En junio de 2019, Acnur actualizó sus datos y señaló que la cifra de venezolanos en el exterior supera los 4 millones. América Latina y el Caribe albergan aproximadamente 80% de ellos.

El perfil de quienes emigran en la actualidad es muy variado. En su mayoría se trata de personas sin títulos profesionales que tienen algún tipo de vocación o de jóvenes que no pudieron culminar sus estudios en el país debido a la crisis.

Mireya Sosa, de 20 años de edad, se trasladó a Chile a principios de este año. No cuenta con ningún tipo de preparación profesional porque no pudo cubrir sus gastos universitarios mientras se encontraba en Venezuela. Actualmente trabaja en una cafetería y quiere convertirse en chef.

“Me fui del país porque sentí que Venezuela ya no tenía nada que ofrecerme. No podía estudiar ni conseguir un empleo con un sueldo digno. Aquí en Chile al menos me alcanza para vivir con lo justo”, manifestó.

Un estudio realizado por Consultores 21 reveló que 4 de cada 10 venezolanos manifestó sus deseos de irse del país. 56% de estas personas planea emigrar antes de que finalice 2019. Los destinos son Chile, Colombia, Perú y demás países de América del Sur.

 

Los venezolanos en el mundo

El Grupo de Trabajo de la OEA para abordar la crisis de migrantes y refugiados venezolanos aseguró que para junio de este año, los venezolanos se encontraban distribuidos de la siguiente manera:

  • Colombia: 1.400.000
  • Perú: 768.100
  • Chile: 288.200
  • Ecuador: 263.000
  • Brasil: 168.300
  • Argentina: 130.000
  • Panamá: 94.400
  • Trinidad y Tobago: 40.000
  • México: 39.500
  • Guyana: 36.400
  • República Dominicana: 28.500
  • Curazao: 26.000
  • Costa Rica: 25.700
  • Aruba: 16.000
  • Uruguay: 8.600
  • Paraguay: 5.000

La organización calcula que para el cierre de 2019, si no hay un cambio positivo en la crisis política, social y económica de Venezuela, el número de migrantes y refugiados venezolanos superará los 5 millones y puede llegar a 8,2 millones para el cierre de 2020.

Las regulaciones migratorias de los países latinoamericanos son cada vez más estrictas. La mayoría ha demostrado solidaridad ante la llegada de los venezolanos, sin embargo, algunos se sienten sobrecargados.

“Es un hecho que los países que más frecuentan los venezolanos van a seguir endureciendo las políticas migratorias”, afirmó Pablo Andrés Quintero, politólogo y profesor de la Universidad Central de Venezuela.

Quintero explicó que gran parte de los venezolanos que ha migrado en los últimos meses no posee su documentación en regla y tampoco cuenta con los medios suficientes para sobrevivir en el exterior. Esto la convierte en una carga financiera importante para los países que la recibe.

Las naciones receptoras tienen limitaciones de infraestructura, servicios y financieras para dar respuesta al flujo migratorio.

En el primer trimestre de 2019, la ONU refirió que para cubrir el Plan de Respuesta Regional para los Migrantes y Refugiados Venezolanos eran necesarios 758 millones de dólares, de los que solo se han podido recaudar 158 millones de dólares.

Foto: EFE

Consecuencias de la migración

Quintero destacó que la diáspora venezolana ha ocasionado que el país pierda su capacidad social y su fuerza laboral.

“Venezuela queda más desprotegida y la situación crítica del país se agudiza”, manifestó.

La fuga de cerebros es un factor determinante en el deterioro de los servicios públicos de Venezuela. Al momento de resolver algún inconveniente no se cuenta con los recursos ni el personal capacitado.

El núcleo familiar también se ha visto afectado. Consultores 21 indicó en su último informe que 49% de las familias venezolanas tiene familiares viviendo en el exterior.

Cecodap señaló que 800.000 niños y adolescentes han sido dejados en Venezuela mientras sus padres buscan mejor calidad de vida en otras fronteras. Esto ocasiona problemas psicológicos y de conducta en los menores de edad.

En el área política, la migración puede afectar el destino del país de presentarse unas elecciones.

“La migración de tantos venezolanos es lamentable porque en un futuro, de darse unas elecciones, el patrón electoral estará vacío”, resaltó Quintero.

 

 Los que se quedan en Venezuela

Quienes se quedan en el país tienen una tarea principal: sobrevivir.

Los venezolanos deben trabajar duro para poder solucionar sus necesidades básicas. En muchas ocasiones recurren a varios empleos para subsistir.

Quintero destacó que los venezolanos han aprendido a sobrevivir en términos hostiles debido a la crisis del país: “Es una generación muy golpeada y desmejorada”.

En cuanto a la devaluación del bolívar, Quintero precisó que los ciudadanos se han relacionado con el dólar porque es la única moneda que sirve para subsistir en Venezuela.

Indicó que aún existe una gran mayoría que no puede irse del país por no contar con los recursos suficientes o por tener obligaciones familiares.

Otro grupo aún cree que la situación del país puede cambiar y se niega a abandonar el territorio. “Son venezolanos a los que les toca dar la cara para trabajar por Venezuela y para responder electoralmente en un futuro”, señaló.

El añorado retorno

Quintero subrayó que existen varios factores que pueden detener la migración de los venezolanos.

Uno de ellos depende principalmente de los países más afectados por la diáspora. Especificó que con una migración no controlada, la comunidad internacional podría decidir no aceptar más personas procedentes de Venezuela.

“En ese caso la opción sería quedarse en el país o viajar a otras naciones que estén más lejos. El problema es que muchos no tienen el poder adquisitivo para viajar fuera de Latinoamérica”, expuso.

Otro gran factor para detener la migración es que ocurra un cambio político en Venezuela. Especialmente que se apliquen medidas para frenar la hiperinflación, abrir los mercados y garantizar la salud, alimentación y vivienda a la población: “Hay que asegurarles a los venezolanos que regresen al país que su sueldo les alcanzará para vivir cómodamente”.

Afirmó que de darse un escenario positivo en Venezuela, el proceso de retorno sería por oleadas, de manera similar a la migración de los últimos 20 años.

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