La representante de Acnur en Colombia, Mireille Girard, llamó la atención este miércoles sobre la necesidad de «apoyar la dignidad» de los migrantes de tránsito que cruzan el país suramericano para llegar a Estados Unidos por peligrosas zonas como el Tapón del Darién, frontera natural con Panamá.
«Tenemos 109 nacionalidades cruzando Colombia hacia el norte», señaló Girard en el lanzamiento del Informe sobre Desarrollo Mundial 2023 del Banco Mundial, explicando que este dato no solo responde a migrantes, sino también a refugiados que huyen de sus países «a veces hasta de Asia y África».
En este sentido, la directora del Observatorio de Venezuela de la Universidad del Rosario, Francesca Ramos, señaló que «no se ha definido una política dirigida a migrantes de tránsito a terceros países».
Las autoridades panameñas estiman que 2023 podría cerrarse con el cruce por la selva montañosa del Darién de más de 400.000 personas, tras haberse superado, con corte a ese mes, las 100.000 personas que atravesaron la zona, lo que supondría un nuevo año de récord histórico consecutivo.
Esta migración de tránsito es un nuevo reto en Colombia, el país que más migrantes venezolanos acoge, con cerca de 2,5 millones de venezolanos.
Por tanto, convencida de la necesidad de «avanzar» en el fortalecimiento de la «arquitectura institucional» para facilitar la integración de estos migrantes, Ramos destacó la importancia de desarrollar políticas de identificación y regularización de «la migración irregular que ingresó al país desde 2021», año en el que entró en vigor el Estatuto Temporal de Regularización de Migrantes Venezolanos, que pretendía regularizar la situación de los mismos.
La directora destacó la falta de avances en materia de migración pendular Colombia-Venezuela y de «levantamiento, sistematización y publicación de la información porque, desde agosto de 2022, no hay datos».
Aprovechar el potencial de la migración
Entre los desafíos identificados en el informe del Banco Mundial, el codirector del documento Quy-Toan Do dijo que, en el caso de los países de destino, el reto es reconocer y aprovechar el potencial de la migración para satisfacer sus necesidades laborales a largo plazo.
Al respecto, el gerente de país para Colombia del Banco Mundial, Peter Siegenthaler, reiteró que «una integración de las personas migrantes, bien manejada, genera impactos positivos» en los países de acogida, tanto a nivel de generación de ingresos como de «aumento paulatino de la productividad».
Dentro de las recomendaciones que hace el documento en función de la correspondencia entre las habilidades de los migrantes o refugiados y las necesidades de los países receptores, se encuentra la de que los países de destino incentiven migraciones con «un nivel de correspondencia más alto», fomentando el trabajo digno, previniendo la segregación y facilitando el acceso a los servicios.
En el caso de los migrantes con baja correspondencia entre habilidades de los migrantes y necesidades de los países, el informe apeló a que los países de destino gestionen las repatriaciones necesarias «de forma humana» y persigan a los traficantes de personas y «empleadores explotadores».
El documento también apuntó a la importancia de que la comunidad internacional trate de «prevenir o resolver» las situaciones que provocan «la huida de los refugiados» y formular «condiciones jurídicas innovadoras que ofrezcan protección del Estado y acceso a oportunidades a mediano plazo».