Expertos buscan desvincular la planta de coca de la cocaína y romper así con el estigma que perjudica, a su vez, a las comunidades que la cosechan, según lo han manifestado en un coloquio organizado por la Embajada de Colombia en Londres.
En la conferencia, organizada junto a la Universidad SOAS de Londres, los participantes expusieron las otras alternativas que puede ofrecer la planta, que los humanos llevan usando «desde hace milenios».
Así lo planteó el botánico colombiano y líder del grupo de investigación en el Real Jardín Botánico de Kew, Óscar Pérez, quien recordó que la hoja de coca se mastica de forma tradicional en el país y forma parte de la cultura de los pueblos.
Sin embargo, considera clave romper con el «estigma» que lleva asociada la planta al relacionarse con el narcotráfico, algo que, a su juicio, se puede resolver a través de la educación.
Por su parte, el experto en defensa y seguridad y miembro del Departamento de Estudios Bélicos del King’s College, Vinicius de Carvalho, reclamó la necesidad de una acción internacional para un problema que no solo es de Colombia.
«Pensar que erradicar la planta de la coca terminará con la violencia en Latinoamérica y con el crimen organizado transfronterizo es una forma muy limitada de acercarse al problema», destacó.
En ese contexto, los expertos propusieron usos alternativos para la planta de la coca, más allá de su posible sustitución por otros cultivos, como el cacao o el palmito, lo que ya se está realizando en algunas plantaciones.
Entre ellos, su utilización en la gastronomía, de la que el chef Mauricio Velasco, residente del Amazonas colombiano, actuó como representante durante la conversación.
La meta de Velasco es «cambiar la cara a Colombia a través de la cocina», para lo que se pueden utilizar productos como la harina de coca, que puede servir para preparar postres, o el té de coca.
Según expuso el profesor Jonathan Goodhand, director del Centro de Estudios sobre Economías Ilegales, Violencia y Desarrollo en SOAS, este coloquio supuso un primer paso a la hora de «reiniciar de nuevo la discusión» sobre el tema.
«Está claro que los planteamientos convencionales no están funcionando y se están registrando elevados costos políticos, sociales y económicos», sentenció.