Los megaincendios, que solo en 2019 han calcinado más de 20 millones de hectáreas en todo el mundo, superan toda capacidad de extinción. Además, refuerzan la necesidad de invertir en políticas de gestión forestal sostenible. Así lo advirtió este miércoles el Colegio Oficial de Ingenieros Técnicos Forestales de España.
A lo largo del año pasado, este tipo de siniestros arrasó más de 10 millones de hectáreas en Australia, 5 millones en Bolivia, 3 millones en la Rusia siberiana y 2,5 millones en la Amazonia brasileña. Así detalla el comunicado de esta institución, que añade como agravante la emisión de billones de toneladas de gases de efecto invernadero.
A pesar de registrarse en condiciones y lugares diferentes, estos fuegos tienen una característica en común y es que están fuera de toda capacidad de extinción.
La explicación se halla en que en la actualidad no existen medios técnicos ni humanos, en el ámbito cuantitativo ni cualitativo, que puedan enfrentarse a unos incendios forestales de estas características.
«Esta es una realidad que la ciudadanía tiene que saber», advierte el texto del Colegio Oficial de Ingenieros Técnicos Forestales y Graduados en Ingeniería Forestal y del Medio Natural de España.
Añaden que las llamas afectan cada vez más a viviendas o asentamientos que están rodeados de vegetación, en una interfaz urbano-forestal.
España sufrió recientemente este tipo de incendios, como el de la isla de Gran Canaria el año pasado. Ese fuego fue el más grave de 2019, ya que ardieron aproximadamente 12.000 hectáreas de gran valor ambiental.
Para tratar de evitar que Europa sufra un desastre ambiental como el que padece Australia desde hace meses, los ingenieros técnicos forestales dijeron a las autoridades de la Unión Europea que establezcan políticas de gestión forestal sostenibles y ayudas económicas al sector forestal para asegurar la sostenibilidad de los bosques y su contribución a mitigar el cambio climático.
Estas políticas de gestión forestal pretenden aumentar la resistencia al fuego de las masas forestales y su adaptación a los cambios que se avecinan. Además, recuperar la vegetación quemada, ya que la pérdida de sumideros de CO2 supone más de 75% en pérdida de secuestro de carbono.
Los expertos exigen una legislación forestal adaptada al siglo XXI que establezca la obligación de contar con refugios antiincendios en las viviendas de alto riesgo. También que incentive las quemas prescritas para reducir la carga de biomasa o combustible forestal.
En este sentido, impulsar las actividades productivas sostenibles que eviten el abandono de las zonas rurales, es otra de las medidas planteadas por los profesionales del sector para evitar el infierno forestal de todos los veranos.