La diáspora venezolana no solo ha cambiado la dinámica interna del país, sino que también ha impactado a la región. Se calcula que el éxodo masivo de connacionales podría alcanzar los 10 millones de personas para el año 2023.
Así lo proyecta el libro Horizontes de la emigración venezolana: retos para su inserción laboral en América Latina. Ese material está basado en datos ofrecidos por expertos nacionales e internacionales en un foro celebrado el 27 de noviembre pasado. El evento realizado en el Aula Magna de la UCAB estuvo organizado por el Instituto de Investigaciones Económicas y Sociales de esta casa de estudios. Esa instancia impulsa la iniciativa Observatorio Venezolano de Migración.
La Agencia de la ONU para los Refugiados asegura que para el 5 de diciembre de 2019 más de 4,7 venezolanos se encontraban en el exterior. Esa cifra también es compartida por el OVM de la Universidad Católica Andrés Bello.
El libro señala que el éxodo masivo de venezolanos se encuentra dividido entre países de América Latina y Europa, así como Estados Unidos. Indica que las personas abandonaron el territorio nacional por una compleja recesión económica, empobrecimiento generalizado y deterioro institucional. Ese panorama desencadenó una movilidad humana que empezó a notarse en 2002, pero fue en 2015 cuando alcanzó enormes dimensiones.
Los resultados de la investigación de un grupo de estudiosos del fenómeno migratorio masivo, debatidos en ese foro, obligaron a los especialistas a centrar su atención en el monitorear su crecimiento y en detallar su perfil. Además, de enfocarse en especificar las condiciones de su inserción ocupacional.
¿Cómo era la migración venezolana antes de 2015?
La investigación señala que antes de 2015 la migración de venezolanos estaba calificada como de baja intensidad. En ese período, quienes salían del país tenían títulos universitarios y posgrados o eran científicos. En este sentido, querían expandir su matrícula universitaria o estar bajo algún programa de becas.
El destino predilecto de esta migración calificada de baja intensidad era Estados Unidos. En ese país, 43% de los venezolanos tenía una educación universitaria o más, incluso por encima de 25% de los estadounidenses con ese nivel. Además, 41% de los connacionales se desempañaba como profesional o gerente; 14% tenía un título de doctorado en comparación con 9% de los norteamericanos; 9.000 profesionales venezolanos se encontraban trabajando en ciencia y tecnología en Estados Unidos a finales de la década de 1990.
Por su parte, a principios de 2010 se registraba que 52% de los trabajadores venezolanos migrantes en países de la Unión Europea tenía educación terciaria y 61% en Estados Unidos.
Antes de 2015, Venezuela se ubicaba entre los primeros 30 países con más altas tasas de selectividad de la migración. Esto se perdió con la migración masiva que comenzó a registrarse con cifras exorbitantes desde 2017.
La Organización Internacional para las Migraciones asegura que en octubre de 2019 el éxodo venezolano estaba fraccionado en los siguientes países: Colombia, 1,4 millones; Perú, 861.000; Chile, 371.000; Estados Unidos, 351.000; Ecuador, 330.000; España, 324.000; Brasil, 212.000; Argentina, 145.000; Panamá, 95.000; Italia, 53.000; México, 46.000; República Dominicana, 30.000; Portugal, 25.000; Canadá, 21.000 y Australia, 7.500.
Encovi sostiene que 3 de 5 migrantes eran jóvenes de entre 15 a 29 años de edad, en 2018, lo que representaba 57% de la diáspora. Aunado a 29% de venezolanos entre los 30 años y 49 años de edad. En total, esas cifras reflejan que 86% está en edad de trabajar. En ese sentido, está calificado como un éxodo laboral, pues 3 de 4 ciudadanos dejaban el país por tal razón.
Aunque el éxodo reciente ha cruzado todo el espectro social en Venezuela, todavía tiene notabilidad la población con educación universitaria y que integra estratos sociales más favorecidos.
Así lo muestra una encuesta nacional realizada por Encovi, la UCAB, UCV y la USB en 2018. Ese sondeo detalla que la distribución de migrantes por nivel educativo se encontraba de la siguiente manera: 35% universitaria completa; 31% media completa; 18% menos de media y 16% universitaria incompleta. Por su parte, la distribución de emigrantes recientes por estratos sociales se ubicaba en 27% más rico versus 10% más pobre.
La Encovi 2018 reportó que medio millón de hogares recibía ayudas desde el exterior. Esa cantidad expresaba que cerca de 2 millones de personas, en promedio, estarían percibiendo beneficios de las ayudas que llegan a esos hogares.
¿Cómo es el impacto de la migración en el mercado laboral de Perú?
El libro Horizontes de la emigración venezolana: retos para su inserción laboral en América Latina también muestra cómo ha sido el impacto del éxodo masivo de venezolanos en Perú, el segundo país con más venezolanos dentro de sus latitudes. La investigación estuvo centrada en tres ciudades de ese país; Lima, Arequipa y Piura entre 2016-2018.
El porcentaje de migrantes venezolanos trabajando en esas tres ciudades peruanas se ubica en 92%. De este porcentaje, 58% se encontraba como empleado; 38% como trabajador independiente; 2% como obrero; 1% como empleador y, por último, 1% como otra fuente de ingreso.
Las principales ocupaciones de los connacionales independientes son comercio 82%; mototaxi 6%; trabajadores en pequeñas unidades de servicios 6%, y 6% restante en otro oficio.
Solo 6% de los venezolanos en Perú realiza una actividad laboral que está relacionada con su formación profesional o técnica, mientras que 94% no. Asimismo, 92% se dedica al empleo informal y 8% al empleo formal.
Por otra parte, 49% de los connacionales reciben remuneraciones que rondan entre los 931 a 1.500 soles, 5% cobran entre 1.501 a 4.000 soles y 46% percibe menos del mínimo. En esa misma línea, son los hombres quienes reciben mejores pagos, mientras las mujeres obtienen menos remuneración.
De igual manera, 55% de los venezolanos en esas ciudades trabaja más de 60 horas a la semana; 27% de 49 a 60 horas; 17% de 21 a 48 horas y 1% menos de 20 horas.
El texto afirma que el proceso de inserción laboral venezolana ha sufrido cambios en relación con su primera etapa en esa nación. Entre los que destacan dos momentos: el primero fue desde 2016 a 2017 cuando se identificó la entrada de personas que tenían niveles de educación superior.
“Este hecho representó un incentivo para los empleadores locales que comenzaron a contratarlos, animados por sus competencias laborales, así como por el carácter afable, carismático y sociable de los venezolanos, percibido como un ‘valor agregado’ para determinadas funciones vinculadas con la atención al público, comercio, ventas y servicios”, cita el documento.
No obstante, en el último año se experimentaría un segundo momento en ese proceso de inserción, pues hubo un nuevo cambio en las preferencias de algunos empleadores por contratar trabajadores locales en lugar de venezolanos.
¿Cuál es el impacto local y regional de la migración venezolana?
El material publicado por la UCAB indica que los enormes flujos de migrantes disparan la presión sobre el mercado local mediante la disminución de la fuerza laboral, la informalidad y el desempleo.
«Venezuela está perdiendo población joven calificada y económicamente activa, entregando el bono demográfico a los países de la región y comprometiendo su desarrollo económico a mediano y largo plazo», advierte el texto.
Por su parte, destacó que entre 2017 y 2030 se calcula que la migración venezolana aumentará la tasa de crecimiento del PIB en los países receptores entre 0,1 y 0,3 puntos porcentuales. Colombia, Panamá, Chile, Ecuador y Costa Rica serían las primeras naciones beneficiadas, según estudios del personal técnico del Fondo Monetario Internacional.
“Se espera que los grandes flujos migratorios desde Venezuela ejerzan una presión inmediata sobre el gasto fiscal y el mercado laboral de las economías receptoras, pero que con el tiempo también contribuyan a un mayor crecimiento económico”. Así aseguró el FMI en octubre de 2019.
Sin embargo, resaltó que la diáspora también puede presionar los mercados laborales para captar a los migrantes, desplazando así a los trabajadores locales e incrementando la informalidad.
De acuerdo con la OIM y su Matriz de Seguimiento de Desplazamiento, aplicada en varios países de Suramérica como Colombia, Ecuador y Perú, en el último semestre de 2018 la condición laboral de los migrantes consultados que cruzaban la frontera eran ocupados formales e informales, 46%; trabajadores por cuenta propia, 32%; desempleados, 12%; Estudiantes, 8% y otra, 1%.
A su vez, el nivel educativo de las personas encuestadas tenía la secundaria completa, 62%; universitaria, 19%; técnico, 12%; primaria, 6% y ninguna, 1%.
En total, más de 75% de los venezolanos en el exterior son jóvenes de 18 años a 39 años. Además, más de 48% de los connacionales migrantes cuenta con estudios universitarios, profesionales, técnicos y/o de posgrado.
Señala que 85,7% de venezolanos confesó en 2019 que regresaría al país por dos razones principales: por su familia y por un cambio de gobierno.
El libro resalta que Venezuela dejó de ser un país receptor de extranjeros para convertirse en una nación expulsora y con elevados flujos de emigración.