El éxodo masivo de extranjeros se aceleraba este lunes en Sudán, sacudido por feroces combates entre el ejército y un grupo paramilitar que han dejado cientos de muertos, sin que se aviste una solución al conflicto.
Las explosiones, los bombardeos y los disparos no han dejado de resonar desde hace diez días en la capital sudanesa, Jartum, y otras zonas, pero las capitales extranjeras lograron negociar con los dos beligerantes la evacuación de su personal diplomático y ciudadanos.
Tuvimos que «aprovechar una pequeña ventana de oportunidad», indicó un portavoz del gobierno británico.
«Con los intensos combates en Jartum y el cierre del principal aeropuerto» una evacuación mayor era «imposible», añadió.
En total se evacuó a más de 1.000 ciudadanos de la Unión Europea (UE), según el jefe de la diplomacia del bloque, Josep Borrell.
España anunció la salida de 100 personas, españoles pero también latinoamericanos.
Estados Unidos evacuó en helicópteros a su personal diplomático, menos de 100 personas.
China, importante socio comercial de Sudán, retiró a un primer contingente.
Varias capitales árabes también evacuaron a cientos de sus nacionales.
Un libanés que salió de la capital en un autobús contó a AFP que pudo irse tan solo con «una camiseta y un pijama». «Es todo lo que me queda tras 17 años» en Sudán, lamentó.
En Jartum, «estábamos en estado de sitio», afirmó. Los más de 5 millones de capitalinos no tienen desde hace días agua ni electricidad. Y la comida empieza a faltar.
«Teníamos miedo de enfermar o resultar heridos en los combates», agregó el hombre, de pie entre un grupo de familias evacuadas. «La guerra nos cayó encima sin advertencia», y ahora «todo está destruido».
Los enfrentamientos, que se desarrollan principalmente en Jartum y Darfur, en el oeste de este país de 45 millones de habitantes, estallaron el 15 de abril entre el ejército del general Abdel Fatah al Burhan, gobernante de facto de Sudán desde el golpe de 2021, y su rival, el general Mohamed Hamdan Daglo, líder de las paramilitares Fuerzas de Apoyo Rápido (FAR).
Más de 420 personas murieron y 3.700 resultaron heridas hasta ahora, según la Organización Mundial de la Salud (OMS).
La mayoría de los extranjeros evacuados son personal diplomático. Muchos nacionales siguen esperando un sitio en los convoyes que parten continuamente hacia Puerto Sudán, a orillas del mar Rojo, o a las bases aéreas de las afueras de la capital.
«Temo por su futuro»
Mientras los esfuerzos por evacuar a extranjeros continúa, la preocupación crece sobre la suerte de los sudaneses atrapados entre los combates.
«Temo por su futuro», escribió en Twitter el embajador noruego Endre Stiansen.
Los habitantes de Jartum sólo tienen una idea en mente: abandonar la ciudad, que se hunde en el caos.
El sindicato de médicos sudaneses lanzó el lunes un llamado urgente en Facebook: «Varios barrios de Jartum están siendo bombardeados, hay civiles muertos y unos cincuenta heridos graves, todos los médicos que estén cerca deben acudir lo más rápido posible».
Los dos bandos se acusan mutuamente de haber atacado las cárceles para liberar a cientos de presos, saquear casas y fábricas.
También se han registrado enfrentamientos en torno a bancos, que fueron vaciados.
En un país donde la inflación ya es de tres dígitos en tiempos normales, el precio del arroz o de la gasolina está por las nubes.
Lo que es un problema ya que la gasolina es clave para poder escapar de los enfrentamientos: se necesita mucho carburante para llegar a Egipto –1.000 km al norte– donde miles de sudaneses esperan poder refugiarse.
«A medida que huyen los extranjeros, que pueden hacerlo, se agrava el impacto de la violencia en una situación humanitaria ya crítica en Sudán», advirtió la ONU.
Atrapadas en el fuego cruzado, sus agencias y muchas otras organizaciones humanitarias han suspendido sus actividades en el país.
Cinco trabajadores humanitarios, entre ellos cuatro de la ONU, murieron y, según el sindicato de médicos, casi tres cuartas partes de los hospitales están fuera de servicio.
El hambre amenaza
En tanto, los encarnizados combates entre las fuerzas de los dos generales en el poder no dan tregua.
Los tiroteos se intensifican en la capital y sus alrededores. Aviones de combate sobrevuelan la zona mientras van avanzando los blindados paramilitares.
La disputa entre Burhan y Daglo surgió de los planes de integrar las FAR al ejército regular, un requisito clave del acuerdo para restaurar la democracia en Sudán tras el golpe militar que depuso al gobernante autocrático Omar al Bashir en abril de 2019.
El Programa Mundial de Alimentos advirtió que millones de personas más podrían sufrir hambre debido a la violencia, en el tercer país más grande de África, donde en tiempos normales un tercio de la población necesita ayuda humanitaria.
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