Se levanta el sol en Necoclí y en las tiendas locales de abarrotes y variedades se forman largas filas de migrantes que buscan comida y artículos de supervivencia para cruzar el Darién. Los migrantes chinos, cargados de dólares, se llevan casi todo. No se cuestionan los precios, solo pagan en efectivo o pasan sus tarjetas de crédito por el datáfono; al otro lado los venezolanos cuentan con recelo sus billetes arrugados.
A los del país vecino los tratan como a uno más y la fila avanza a paso de tortuga, para los del gigante asiático aparecen más cajeros que los atienden con agilidad, es importante que se sientan bien, ellos son los que más importan.
Se trata de los migrantes VIP. Estos migrantes, en su mayoría de China y a veces de la India, están llegando en mayor número a Necoclí desde 2022, cuando en esos países se popularizó el cruce de la selva del Darién para cumplir el sueño americano.
Los chinos en Necoclí son una minoría, en comparación con haitianos y sobre todo venezolanos, pero van en aumento. Según el gobierno panameño, más de 1.300 migrantes chinos cruzaron el Darién en 2022, el triple de los anteriores 10 años.
La razón para tomar esta ruta, a más de 15.000 kilómetros de su país y a casi 4.000 más de su meta, explican los migrantes, es que debido a las políticas de control del covid-19 en China les cuesta mucho obtener visas para viajar a países centroamericanos, y ni hablar de una visa estadounidense, pues las relaciones diplomáticas entre ambos países no pasan por su mejor momento.
Los reyes del paseo
En el poblado antioqueño, a orillas del golfo de Urabá, la mayoría de los migrantes chinos parecen más turistas que otra cosa. Se hospedan en los mejores hoteles y viven la cara más atractiva del municipio, calles que perfectamente por su belleza pueden pasar como alguna de las del Centro Histórico de Cartagena.
Los comerciantes y hoteleros del municipio saben que ellos van cargados de dólares y por ende merecen especial atención. Se les trata como a reyes.
«Uno ve en cualquier parte del pueblo comprando a los chinos con dólares o pagan con tarjetas de crédito. Ellos utilizan un traductor en su celular para que les digan cómo se llama lo que venden y lo raro es que muchas veces no preguntan precios, solo entregan los dólares y ya», explicó Virleidis Villadiego, que trabaja en un hotel del sector.
Por esta facilidad para gastar sin control, son adorados en el pueblo, donde los vendedores prácticamente besan el piso por donde estos migrantes pasan.
Se les ve con sus iPhone caminando por las calles de Necoclí con absoluta confianza y casi sin hacer contacto visual con nadie, son extremadamente reservados
El paso por el Darién
Para los chinos el paso por el Darién, controlado por el clan del Golfo, en su gran mayoría es un trámite que resulta muy corto.
A diferencia de haitianos y venezolanos, los chinos no entienden las dinámicas de violencias y mafias de Suramérica, ellos realmente creen que se trata -a grandes rasgos- de una guía turística para migrar, pues algunos son contactados directamente en ese país, como le reveló a El Tiempo un coyote que opera en la zona.
«A ellos otra gente les ofrecen paquetes para viajar desde China hasta Estados Unidos directamente, y sabemos que les cobran hasta 30.000 dólares por ese trayecto; nosotros solo les ofrecemos el viaje hasta Panamá y tenemos dos rutas: Necoclí o San Andrés. Por acá (Necoclí) es la mejor», explica el coyote Enrique.
Los migrantes deben llegar primero a Ecuador, uno de los pocos países que no les exigen visa para viajar, y desde allá van en bus hasta Necoclí. La ruta habitual es Tulcán – Ipiales – Turbo – Necoclí.
Al llegar los hospedan en hoteles que testaferros del clan del Golfo tienen u operan en Necoclí, explica el coyote, y allí están los días que se les indique. «Generalmente no duran mucho acá, ellos pagan para pasar rápido, pero hay otros que vienen con su buena plata y les gusta pasar unos días más en el pueblo por las playas», agrega.
El viaje a Ecuador lo hacen por su cuenta y la transacción ilegal con los coyotes comienza realmente al momento de pasar por el golfo de Urabá hasta Panamá.
«Les cobramos 2.500 dólares a cada uno por el paso a Panamá por una ruta exclusiva solo para quien pueda pagarla. Casi siempre son chinos los que pueden hacerlo, pero también llevamos gente de Afganistán, la India y hasta africanos que tienen el dinero», detalla.
Esta ruta especial se suele hacer de noche y dura alrededor de ocho horas. Los migrantes son dejados en un punto de la selva del Darién desde donde solo deben caminar un día para llegar a Bajo Chiquito, el primer pueblo del territorio panameño.
«Ellos cuando bajan allá ya dependen de sí mismos. Allá los jefes ya no tienen control, porque hay otros grupos operando, pero cuando llegan a Panamá hay otros coyotes que los llevan por Centroamérica», añade.
Pero no todos los migrantes chinos tienen los miles de dólares por cabeza que necesitan para el cruce VIP por el Darién, los que no tienen los recursos, ya sea porque son muchos, no alcanzaron a vender todas sus pertenencias en China o simplemente nunca tuvieron dinero, pueden optar por las otras dos rutas de menor nivel que ofrecen los coyotes.
«Pueden pasar droga como la mayoría de los haitianos y quedan a tres días de camino de la frontera o pueden coger la ruta larga (8 días) y cruzar toda la selva desde Acandí o Capurganá (Chocó)», explica Enrique.
Pero con este último método son realmente pocos los chinos que están pasando. Durante nuestro recorrido y observación por los muelles de Necoclí alcanzamos a ver poco menos de 20 migrantes chinos, en 5 grupos, tomar lanchas para cruzar al Chocó, para las cuales los coyotes venden los pasajes a 350 dólares por persona.
Sin embargo, lo que no les cuentan a los migrantes chinos que caen en las garras de los coyotes es que esta ruta especial y costosa que están tomando tiene «problemas de seguridad». Por los largos recorridos en lancha, así muchos sean realizados de noche, si son descubiertos por la Armada Nacional son interceptados y dejados a disposición de Migración Colombia.
«Si nos cogen en el camino a nosotros nos capturan y a ellos creo que casi siempre los devuelven a su país. Pero ese es el precio que hay que pagar, nosotros lo tenemos claro y sabemos que vamos presos, y aquí no se le devuelve la plata a nadie«, concluye el coyote.
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