El origen de Evo Morales y la relación que él tiene con el indigenismo no solo le han funcionado para gobernar Bolivia por casi 14 años. Al parecer, también a partir de esas premisas logró que el país cobrara notoriedad internacional.
Las críticas de los sectores más duros en su contra, que es considerado el primer presidente indígena del país salido de las urnas, han apuntado a su desarraigo lingüístico. Morales no habla una lengua nativa como el aimara o el quechua. Es una condición que lo sitúa como un mestizo con ascendencia indígena.
El intelectual aimara Carlos Macusaya dijo a Efe que Morales «es el primer presidente indígena» que viene de una población racial o marginal, como su natal Orinoca, en pleno altiplano del departamento de Oruro, de la que tuvo que salir.
La precisión que hace este experto difiere del criterio que señaló al presidente Andrés de Santa Cruz y Calahumana (1829-1839), nacido de un español y una mujer indígena con linaje incaico, como el primer presidente indígena de Bolivia. Aunque no fue elegido democráticamente.
«Morales es un indígena, nació en una comunidad indígena, su historia es la de un indígena», aseguró a Efe el ex embajador de Bolivia en las Naciones Unidas durante el gobierno de Morales Pablo Solón.
Añadió que hablar una lengua originaria no es algo esencial para considerarlo un indígena.
Reivindicaciones de Morales
Durante sus gestiones de gobierno, 2006-2009, 2010-2014 y 2014-2019, Morales reivindicó a los indígenas originarios y campesinos.
Denunció los más de 500 años de sometimiento que padecieron y abogó por su autodeterminación, además de posicionar en el discurso la defensa de la Madre Tierra o Pachamama.
Sin embargo, esos postulados no están libres de contradicciones.
Para Macusaya, uno de los problemas es que esa visión ha alimentado los prejuicios racistas contra las sociedades indígenas, porque los presenta como preocupados por recuperar su pasado, cuando en realidad lo que ahora buscan es destacar en la tecnología, la universidad y estar activos en redes sociales.
La visión de Solón, ahora crítico de Morales y alejado del gobierno, indica, por el contrario, que durante estos años en el poder Morales ha contribuido a que amplios sectores indígenas se hayan convertido en «consumistas, apegados al mercado, a la lógica del desarrollismo» como nunca antes había ocurrido en la historia de Bolivia.
Niveles de inclusión social
Pese a esto, un punto favorable para Morales, que inclusive muchos opositores le han reconocido, son los niveles de inclusión social que ha logrado de sectores habitualmente marginados, el cual se articula con esa bandera de reivindicación indígena.
Pero en opinión de Macusaya, esa inclusión está mal enfocada, pues es una discriminación positiva que mantiene a los indígenas como una categoría aparte de lo occidental, con medidas como la creación de la justicia indígena o la fundación de universidades para ellos.
A juicio de Solón, esa inclusión ha tenido retrocesos, principalmente en los últimos años del gobierno de Morales en los que se ha perdido el discurso de armonía de los indígenas con la naturaleza para llevarlos a galope al corazón del consumismo.
En las gestiones del Ejecutivo de Morales, el discurso indígena ha impulsado en el plano internacional premisas como los derechos de la Madre Tierra, con la organización de un par de cumbres por el clima o la defensa de los derechos de los indígenas.
Esta medida ha servido para que las Naciones Unidas reconozcan el acceso al agua como un derecho humano fundamental.
«Bolivia se ha visibilizado en el mundo, eso es innegable», apuntó Macusaya, para quien en ello ha sido determinante la figura y el discurso de Morales.
Menos credibilidad
Sin embargo, esos aspectos han contrastado con la represión que en 2011 se produjo a una marcha de indígenas que se oponía a la construcción de una carretera por su territorio.
También que no declarara el desastre nacional en medio de los incendios forestales que persisten actualmente en Bolivia devastando millones de hectáreas.
Para Solón, aspectos como los mencionados han hecho que Morales tenga menos convocatoria y credibilidad de la que tenía hace algunos años. A su juicio, ha perdido mucho el último tiempo.
Como candidato a la reelección, Morales no ha soltado la bandera del indigenismo. Más bien, la ha sumado a la de la industrialización de los recursos naturales del país y a la de profundizar los derechos y servicios básicos de la población, sus principales líneas de acción para un posible cuarto mandato.