El expresidente Evo Morales regresó este lunes a Bolivia y emprendió una caravana de más de 1.000 kilómetros hasta la zona cocalera de Cochabamba donde construyó su liderazgo político, casi un año después de su exilio en Argentina.
«No dudaba que iba a volver, no sabía que iba a ser tan pronto», declaró Morales en La Quiaca, ubicada en la provincia argentina de Jujuy, antes de cruzar por tierra a suelo boliviano, acompañado por el presidente argentino, Alberto Fernández.
Minutos después, emprendió su viaje a Uyuni (sudoeste, Departamento de Potosí), seguido de una caravana de unos cincuenta automóviles que inició en la ciudad fronteriza de Villazón (sur).
El viaje, que culmina este miércoles, está cargado de simbolismo: el exmandatario, de 61 años de edad, retorna a su país un día después de la investidura de su delfín político Luis Arce y horas antes de que se cumpla un año del día en que renunció a la presidencia de Bolivia.
Decenas de personas esperaron a Morales
Pese a bajas temperaturas y vientos helados, decenas de personas, en su mayoría indígenas, lo esperaron desde la mañana por distintos puntos de la carretera para darle la bienvenida, en los distintos pueblos del sur.
La mayoría enarbolando la wiphala, una enseña cuadrangular de siete colores, consagrada como un símbolo oficial de Bolivia durante el mandato de Morales.
El recorrido se retrasó tanto que en algunas localidades donde el líder aymara tenía previsto pasar se percibía la frustración de la gente que esperaba desde horas tempranas.
«Nosotros hicimos una gran distancia para saludar al hermano Evo, él levantó Bolivia, nos dio un país, es el capitán para nosotros los pobres, los indígenas», señaló Emiliano Chipano Domínguez, un agricultor de 59 años de edad, en la localidad minera de Atocha, adonde el líder indígena llegó en la noche, y no al mediodía como estaba previsto, y fue aclamado por miles de personas.
Medir su fuerza
De momento, la caravana es bastante menos multitudinaria de lo que preveían sus organizadores, quienes habían previsto 800 camionetas y miles de personas.
El martes, Morales viajará hacia Orinoca (departamento de Oruro) y culminará el miércoles en Chimoré, en el Trópico de Cochabamba, el mismo día en el que salió del país desde ese lugar un año atrás.
Morales renunció a la presidencia el 10 de noviembre de 2019 tras perder el apoyo de las fuerzas armadas. Al día siguiente viajó a México y semanas después, en diciembre, se refugió en Argentina.
Para los analistas, con este largo viaje, Morales busca medir su fuerza en Bolivia.
«Sin duda está midiendo su fuerza: con esta caravana él quiere marcar que sigue siendo la figura más importante del MAS», su partido, opinó a la AFP el analista político Daniel Valverde.
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No todos le dan la bienvenida
Pero no todos le daban la bienvenida. En algunos pueblos, algunos observaban la carretera desde lejos.
«Sé que mis vecinos lo esperan, pero su regreso no le hace bien al actual presidente ni a Bolivia, él no gobierna, el que gobierna es Arce, no debe entrometerse», dijo Lidia Cruz, una médica de 33 años de edad.
A su lado, su marido la apoya: «Evo Morales se escapó de Bolivia, él hizo cosas malas, no pasa ni 24 horas de un nuevo gobierno y aparece, él no es bienvenido aquí», indicó Ronald Torres, de 30 años.
Morales intentó en 2019 conseguir su cuarto mandato consecutivo, tras lograr que el Tribunal Constitucional le habilitara a postularse pese a que en 2016 había perdido un referéndum sobre la posibilidad de una nueva reelección.
Varios analistas advierten que el retorno de Morales horas después de la asunción de Arce al poder puede opacar su flamante gobierno. El expresidente ha repetido que no se dedicará a la política.
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