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Hungría abre los brazos a los migrantes venezolanos

Los refugiados se alojan en un hotel junto al lago de Valencia, cerca de Budapest

Por AFP
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Ferozmente opuesto a la inmigración, el gobierno húngaro de Viktor Orban inició un desvío de su política de línea dura al recibir discretamente un grupo de refugiados venezolanos, gesto que despertó reacciones inmediatas de la oposición.

Hospedados en un hotel moderno de la turística localidad de Gárdony y situado junto al lago de Valencia, cerca de Budapest, una quincena de venezolanos que abandonaron su país se adaptan lentamente al clima de Europa.

Hacen parte de un grupo de 300 refugiados que llegaron en el último mes a Hungría a través de la Orden de Malta. Hungría les ha ofrecido un avión, un año de hospedaje, cursos de idioma y un acceso rápido al mercado de trabajo.

Al mismo tiempo, Orban vuelve a la carga contra la «inmigración en masa» orquestada, según cree, por Bruselas y por el multimillonario estadounidense George Soros.

Estos venezolanos tienen un punto en común: han podido justificar por lo menos un ancestro húngaro, detalle que les abre la puerta de un país que rechaza la mezcla de culturas pero que está en rápido descenso demográfico.

Gergely Gulyas, portavoz del gobierno, dijo en una conferencia de prensa que esos refugiados no se verían afectados por la legislación antiinmigración.

«Estamos hablando de húngaros, y nosotros no consideramos a los húngaros como migrantes», dijo.

Pero la oposición no dejó pasar la oportunidad de ironizar sobre la contradicción entre la intransigencia del gobierno y esta solicitud que tuvo un rápido trámite.

«Los húngaros tienen el derecho de conocer la verdad sobre la política proinmigración del gobierno húngaro», apuntó el Partido Socialista.

Defensa de la tradición magiar 

En una expresión de firmeza, el gobierno pasó a aplicar recientemente un impuesto de 25% a entidades bajo sospecha de favorecer la inmigración, al tiempo que la ayuda a los inmigrantes ilegales se tornó delito pasible de prisión.

«Llamamos al gobierno a que se registre como un organización que apoya a la inmigración, y que pague la multa correspondiente», ironizó el jueves el eurodiputado Csaba Molnar, vicepresidente del partido liberal DK.

«No tenemos nada contra los refugiados y su acogida, y los apoyamos. Pero tenemos un problema con un gobierno que toma a los húngaros por estúpidos», añadió.

En su discurso anual a la nación, a inicios de febrero, Orban había insistido que un «mundo cristiano-musulmán está surgiendo en los países de inmigración, con una proporción de cristianos en baja permanente».

Por ello, añadió, «debemos prepararnos para defender nuestra tradición magiar, nuestras raíces cristianas, nuestras familias».

Pero la mayoría de los venezolanos que llegó en los últimos meses a Hungría no habla húngaro y su relación con el país en general se resume a un único pariente, de acuerdo con los testimonios recogidos por el sitio noticioso Index.hu y AFP.

«Hace algunos meses, había un grupo de varias docenas de venezolanos que venían regularmente a comprar cigarrillos. Las mujeres hablaban más húngaro, pero los hombres no. Sus rostros eran típicamente ‘amerindios'», dijo un empleado de comercio en Gárdony.

Gyula, de 45 años, mesero de un restaurante próximo del hotel donde los venezolanos están hospedados, dijo que «algunos hablan un poco de húngaro, pero la mayoría no».

El hotel está cerrado a la prensa y ninguna persona salió de las instalaciones el jueves, confirmaron reporteros de la AFP en el lugar.

Algunos miles de húngaros habían emigrado a Venezuela luego de la intervención soviética en Hungría en 1956, y rápidamente se integraron a la sociedad local.

Un médico venezolano que llegó a Budapest con su familia dijo al sitio noticioso Index.hu que «el transporte público en Budapest es extraordinario, los salarios son correctos. Y nos sentimos seguros».

La oposición húngara ya ha criticado en varias oportunidades los derechos acordados por Budapest a ciertos extranjeros en función de sus medios financieros, o sus orígenes religiosos o étnicos.

Por ejemplo, hasta 2017 Hungría ha vendido permisos de residencia a ricos «inversores», especialmente rusos y chinos. El país también concedió la nacionalidad húngara a las minorías magiares que viven en países limítrofes.

El gobierno de Orban ha reconocido a Juan Guaidó como el mandatario interino de Venezuela.

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