Carolina Barrero, es historiadora del Arte –con predilección por el Renacimiento–, si bien en los últimos años lleva dedicada en cuerpo y alma a promover la lucha por la democracia en Cuba, cuyo primer paso debería de ser la liberación de los 1.047 presos políticos. Ella misma padeció acoso constante por parte de la dictadura hasta que fue expulsada. Afincada en España, viaja constantemente para defender la causa. El lunes, que empieza la Cumbre de la UE-CELAC (Comunidad de Estados lationamericanos y Caribeños) estará en Bruselas.
–¿Cómo valora la reciente resolución del Parlamento Europeo en la que lamenta las violaciones de los derechos humanos en Cuba y la no liberación de los 1047 presos políticos?
–Con mucha satisfacción. Evidentemente es una respuesta de los europarlamentarios ante la visita de Borrell y ante el intento de normalización de la política exterior europea hacia Cuba. Yo creo que a los activistas cubanos nos parece que esto es cierto. Europa, la Unión Europea, en los últimos años, desde la firma del Acuerdo de Cooperación, ha tenido una oposición que en principio era de diálogo centrado en derechos humanos y, sin embargo, no hemos visto que en ninguna de esas conversaciones realmente el tema de los derechos humanos haya importado, como está escrito en el diálogo. Yo conozco a muchas personas que me dicen que más que la suspensión del diálogo, quisieran que el diálogo se cumpliera.
–Porque si se cumpliera…
–Europa estaría condenando y el señor Borrell habría ido a La Habana y habría hablado de presos políticos y se habría reunido con los familiares de los presos políticos, se habría reunido con los activistas dentro de Cuba.
–Y no lo ha hecho.
–Ha ido a hablar de pymes, del sector privado, lo ha hecho en un establecimiento cuyo dueño es nieto de un militar de la cúpula y entonces no ha tenido ningún respeto en ninguna de estas cosas que no están en su propio acuerdo que él defiende tanto y que, sin embargo, no cumple. Eso le quita credibilidad, ya no ante los activistas cubanos, sino ante los propios ciudadanos europeos.
–No es la primera vez que el Parlamento Europeo vota una resolución sobre Cuba. ¿Por qué ésta marca un punto de inflexión?
–Recuerdo que después del 11 de julio se habló de la liberación de los presos políticos con un lenguaje también muy contundente. Está, en particular, la agradecemos por su claridad e incluso por el llamamiento de sanciones contra el propio Díaz-Canel, al que nombra muy bien como jefe de una cadena de mando, como represor jefe de esa cadena, responsable de las violaciones de los derechos humanos. Hacía mucho tiempo no se veía esa claridad.
–¿Por ejemplo?
–El uso de la palabra sanción sin complejo, porque los cubanos por supuesto que no queremos sanciones que afecten a la ciudadanía, pero sí que estén dirigidas contra la capacidad de financiación de la cúpula corrupta y militar en el poder, es decir, de perpetradores como Díaz-Canel, Raúl Castro y toda su familia. Hay que recordar que Gaesa es una empresa que controla el 70% de la economía cubana, completamente opaca, controlada por militares, que tiene blanqueamiento de dinero con otros países como Rusia.
–O sea que crecen las sanciones individuales, como en el caso de los dirigentes rusos a raíz de la guerra de Ucrania.
–Por supuesto, si Europa no tiene ningún problema en sancionar a Lukashenko, a Putin y a la capacidad de financiación de esos regímenes, no tendría por qué tenerlo en sancionar a Cuba, aliado más importante de Putin en Latinoamérica.
–Esta última resolución también es un éxito de la presión ejercida por diversos activistas en los últimos dos años. Sin embargo, queda mucho por hacer. ¿En qué puede mejorar el activismo de la oposición cubana?
–Yo creo que el régimen se equivocó con esta nueva ola de exiliados cubanos jóvenes, pensando que ellos se dedicarían a otra cosa. Ha pasado algo también muy lindo, que ha habido una coordinación entre distintas generaciones de activistas en Madrid y en Miami. Eso se constata mucho y comienza a haber una forma conjunta de hacer activismo: los más jóvenes reconocen la labor hecha por los que nos precedieron y aprenden de ello. Incluso llegamos a hacer incidencia o acciones conjuntas como la que hicimos el otro día frente al Congreso de los Diputados. Esa presión sostenida es como una gota de agua en una piedra que ha sido horadada, pero en algún momento termina por erosionarse y brotar. De esa acción sostenida podemos tener buenos resultados como éste, y otros.
–¿Es el momento de redoblar la presión?
–Creo que la Unión Europea si realmente tiene un compromiso con los derechos humanos, con las libertades civiles y con la democracia en Cuba, debería de apoyar más a la sociedad civil y a las organizaciones y a las fuerzas democráticas que al régimen, que es lo que ha venido haciendo tras la firma del Tratado. Porque cuando habla de cooperación, en la práctica, lo que ha hecho no es otra cosa que financiar a las organizaciones del Estado, que son las de la dictadura.
–¿Pero no cree que también las fuerzas opositoras tendrían que afinar sus propuestas y estrategias, sobre todo en materia económica?
–La oposición cubana ha presentado muchos planes hasta ahora. Distintas organizaciones, distintos opositores. Cuesta Murúa, Dagoberto Valdés. El Movimiento Cristiano de Liberación de Oswaldo Payá tenía una ruta, incluso una ruta de transición con la conformación de una Asamblea Constituyente. Hay muchos economistas cubanos como Elías Amor, Miranda y otros que tienen ideas de cómo reconstituir a Cuba. Cuba no es la primera dictadura ni el primer régimen totalitario de la historia de la humanidad. Al parecer no será el último, aunque luchamos para ello y hay muchas formas en las que se puede transitar hacia una democracia. Lo importante es que esas formas no sean fallidas, no tener dos años de transición o cinco años y luego volver otra vez a un régimen autoritario.
–Es algo que está sucediendo
–Lo vemos con la Primavera árabe y lo vimos también con la propia Rusia después de ese momento de apertura con Boris Yeltsin.
–¿Cuba?
–Tiene unos suelos fantásticos, una capacidad para producir agricultura que el régimen no ha sabido gestionar; tiene también sus playas, y el turismo, que en cualquier caso yo creo que habría que rediseñar, pensando en otro tipo de turista que también le puede ser muy beneficioso a la isla. Creo que tiene otras muchas áreas que se pueden explotar teniendo en cuenta la ecología y un tipo de forma de producir amable con la naturaleza.
–Todo eso está por hacer.
–Creo que es posible hacerlo porque los cubanos tienen una capacidad de inventiva que sorprende todo el tiempo. Es probablemente la razón por la que hayamos podido sobrevivir 64 años de totalitarismo. Eso me hace tener esperanza.
–Un halo de esperanza fueron las revueltas del 11 de julio 2021. ¿Dónde estaba ese día?
–Estaba en prisión domiciliaria, en la Loma del Ángel, en la calle Habana, donde estuve varios meses. Recuerdo que cuando empezó la primera directa en San Antonio de los Baños, yo la vi en Facebook Live, me había levantado, estaba revisando las noticias en las redes y me apareció la directa. Recuerdo que se la mandé a mi amigo Luis Manuel Otero Alcántara, hoy preso. Él no lo sabía en ese momento y le sorprendió muchísimo.
–¿Le sorprendieron esas protestas?
–A todos. Que hubiera una protesta masiva de ese tipo en Cuba era un anhelo, un sueño. Los cubanos habíamos protestado mucho, pero con protestas más pequeñas, protestas individuales, protestas de 20 o 30 personas en algunas localidades. Durante los 60 tuvimos casi una guerra civil, hay que decirlo. Al principio, muchos miles de personas fueron fusilados. En el Escambray hubo un alzamiento contra Fidel, el comunismo y la mal llamada Revolución, que de eso todavía tenemos nosotros que construir la historia, porque el castrismo lo ha intentado borrar. Lo digo porque no existe tal cosa: los cubanos hemos sido un pueblo borrego y hay que rescatar y hay que volver a pensar en todo esto desde otra perspectiva. Hay que escribir nuestra historia, la historia de la resistencia. Pero desde luego, en los últimos años una protesta masiva de esa magnitud es algo que sólo estaba en nuestra imaginación.
–¿Quién inició esas protestas?
–Fue una protesta que los locos, las personas, los ciudadanos de San Antonio de los Baños iniciaron grabándose en un Facebook Live. Iban a la sede del Partido Comunista, en San Antonio de los Baños, y decidieron hacerlo en caravana, sumando a la gente del pueblo a que se uniera. Y mientras tanto se iban extendiendo esas protestas que quizás incluso no comenzaron ahí, sino mucho antes, desde 2018 y gracias al uso de redes sociales como forma de comunicar el desafío.
–¿Se dan según usted, en su opinión, las circunstancias para otra revuelta similar mañana mismo?
–En cualquier momento. La razón es muy clara: las condiciones que llevaron al 11 de julio son las mismas o acaso se han acrecentado.
–¿Por qué los apagones y las colas para adquirir la comida más básica no han generado otra protesta igual de masiva?
–Hace dos meses en Caimanera, el 6 de mayo, salieron entre dos y tres centenares de personas. Es el pueblo que menos imaginaríamos que iba a suceder, al ser el más cercano a la base naval de Guantánamo, lo que quiere decir que el pueblo mismo está militarizado todo el tiempo. Salieron motivados por los apagones y por la falta de acceso a agua y a comida y medicamentos, pero con un carácter antigubernamental muy claro. Y esto ha pasado hace dos meses.
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