«¡Gran victoria! El pueblo boliviano unido y consciente derrotó con votos el golpe de Estado que le dieron a nuestro hermano Evo. Felicitaciones al presidente electo Luis Arce, el vicepresidente David Choquehuanca y a nuestro jefe indio del Sur Evo Morales. ¡Jallalla Bolivia!» . El festejo nocturno de Nicolás Maduro culminó un año de relato bolivariano, que transformó el fraude electoral llevado a cabo por el oficialismo en un golpe de Estado para gloria revolucionaria. Una bandera agitada sin descanso por el aparato ideológico revolucionario por todo el continente, incluso en Europa.
Parecida alegría estalló en La Habana. «(El MAS) ha recuperado en las urnas el poder que le fue usurpado por la oligarquía con la complicidad de la OEA y la guía imperial», clamó el presidente cubano, Miguel Díaz-Canel, quien cerró su felicitación con tres palabras que resumen la jugada geopolítica: «Renace ideal bolivariano».
«Para Cuba y Venezuela es una buena noticia. Primero porque es una reivindicación de un aliado importante del proyecto regional. Segundo, porque amplía el mito de que la mayoría de los ciudadanos de la región no ve con buenos ojos salidas del poder confusas de gobiernos democráticamente electos. Y tercero, porque el resultado es una derrota para quienes Cuba y Venezuela ven como enemigos: el gobierno de EE UU y el secretario general de la OEA», resume el internacionalista Mariano de Alba.
«La Habana y Caracas respiran aliviadas. Una victoria geopolítica para los que, desde la izquierda autoritaria, han negado por décadas la democracia en este continente», confirma el historiador Armando Chaguaceda, especialista en revoluciones.
«Si tuviera alguna decencia, que no la tiene, Luis Almagro (secretario general de la OEA) debería renunciar. Tiene sangre en las manos», acusó el expresidente ecuatoriano Rafael Correa. Y es precisamente en su país, Ecuador, donde se disputan en febrero del año que viene las siguientes elecciones presidenciales, el próximo reto del ideal bolivariano.
De hecho, el Tribunal Contencioso Electoral admitió el domingo al binomio del movimiento correísta, tras desechar el recurso presentado contra ellos. El joven exministro Andrés Arauz y el periodista Carlos Rabascall intentarán recuperar el poder para la revolución ciudadana, con su jefe prófugo de la justicia tras ser condenado a ocho años de cárcel por corrupción. Decisión recibida como una victoria en el frente bolivariano, que en las últimas 48 horas se volcó con las elecciones bolivianas, encendiendo el tradicional ventilador de fakes y con acusaciones de un fraude que nunca llegó.
«Vamos por Ecuador»
«Vamos por Ecuador», confesó el expresidente colombiano Ernesto Samper, quien intenta resucitar la Unión Suramericana de Naciones (Unasur) chavista en Buenos Aires. La victoria en Bolivia «marca el comienzo del final del péndulo que llevó, con evidentes costos sociales y democráticos, a la restauración conservadora en América Latina», expresó el secretario genera de Unasur, uno de los hombres de Caracas en el continente.
Para Chaguaceda la victoria del MAS tras un año de paréntesis, con un gobierno muy polémico en La Paz, puede «radicalizar aún más a las derechas duras».
Otro factor por considerar son las elecciones en Estados Unidos. «En un escenario de victoria de los demócratas, la eventual moderación de Biden será aprovechada y correspondida ´al sur de la frontera´. Recuerdo a Barack Obama en la Cumbre de Panamá en 2016, tendiendo el ramo de olivo a los populistas bolivarianos. Y como respondieron estos: con una espiral de radicalismo para reforzarse».
Pese a las convulsiones previas, Bolivia fue capaz de conducir estos comicios, incluso la oposición reconoció su derrota cuando en el escrutinio oficial Mesa adelanta provisionalmente a Arce. «Esto es un claro contraste con el caso venezolano, lo que debería servir de argumento para que la región en pleno presione por elecciones libres en Venezuela. Estados Unidos tiene un rol fundamental en este sentido, porque estos países necesitan apoyo institucional, no interferencia», acredita María Puerta Riera, profesora de Gobierno Americano y Política Internacional en el Valencia College de Florida.
«La democracia se basa en la posibilidad de participación libre de todas las fuerzas políticas. Eso, que no puede cambiar sin negarse la esencia misma de la democracia, es indudablemente aprovechado por fuerzas y gobiernos cuyo horizonte político es autoritario. Es un dilema ideológico y geopolítico de difícil solución», señala Chaguaceda.
Solo el tiempo dirá si Luis Arce se reincorpora sin condiciones al eje bolivariano, como Morales, o si su moderación le empuja a alinearse con el mexicano Andrés Manuel López Obrador y, sobre todo, con el argentino Alberto Fernández, principal apoyo para el MAS durante estos meses. Evo lo volvió a destacar el domingo en la noche: «El presidente Fernández me salvó la vida. Muchas gracias a él».
Por: Daniel Lozano