La vida de más de 1,8 millones de estudiantes internacionales en Estados Unidos cambió la semana pasada cuando se publicó una circular de Inmigración en la que informaban que se tienen que ir del país si sus clases son online. Y si tienen clases presenciales el año que viene y en algún momento se cambian a remoto, también tendrán que abandonar el país o serán deportados.
La medida llena de preocupación a miles de estudiantes provenientes de todas partes del mundo. Es el caso de Raúl Romero, uno de los más 8.000 estudiantes venezolanos que se encuentran cursando carrera en Estados Unidos. Para Romero, la mayor preocupación es tener que regresar a terminar sus estudios en un país con una crisis humanitaria compleja.
«Esta situación nos coloca entre la espada y la pared porque nos pone a decidir entre seguir estudiando, pero indocumentados, o regresar a nuestros países. En el caso de los venezolanos sería regresar a una crisis humanitaria. Eso no nos ayudaría a culminar nuestras clases por la falla de los servicios públicos», dijo Romero en conversación con El Nacional.
Situación incierta
Además la pandemia dificulta las cosas debido a que las fronteras permanecen cerradas. «No hay manera de llegar por Venezuela sino por trochas que son controladas por la guerrilla y paramilitares. Ni siquiera podemos irnos a Colombia porque no hay vuelos», aclaró.
Y viajar a otro país no es una opción, pues allí no contaría con los recursos y apoyo necesario para mantenerse. Aunque hay universidades que retornarán a las clases presenciales, en cualquier momento podrían volver a ser online con el avance de la pandemia.
«La situación es incierta y esta medida es irresponsable. Nos pone en riesgo de ser deportados o viajar a otro país donde no tenemos familia ni recursos para mantenernos», manifestó Romero.
Y no son solamente los venezolanos. Romero explicó que tiene compañeros que provienen de países en guerra y la medida les preocupa porque no tienen a dónde regresar y muchos tienen familiares que son funcionarios militares.
«Tengo compañeros de Irak, un país en guerra. Es decir, están sufriendo ataques y desde que se aprobó esta medida han estado muy afectados porque no tienen a dónde regresar, lo que los convierte en estudiantes indocumentados», subrayó.
Período de gracia
El tiempo para salir de Estados Unidos, una vez que llega la notificación, es de 10 días y 15 días de gracia; entre una cosa y otra puede tomar hasta un mes la salida. Sin embargo, la situación aún es incierta. «Los venezolanos además tenemos pasaportes vencidos que no son reconocidos por el régimen de Nicolás Maduro. Entonces eso no nos permitiría ni siquiera retornar», recalcó.
Romero sostuvo asimismo que le parece equivocada la decisión porque los estudiantes internacionales colaboran en la innovación y crecimiento económico de Estados Unidos. «La relación entre los estudiantes internacionales y Estados Unidos es un ganar-ganar. Nosotros contribuimos con la economía, nos estamos preparando y tienes un tiempo determinado para permanecer en Estados Unidos», dijo.
«Somos más de 1,8 millones de estudiantes internacionales, pero la mayoría de nuestros aportes son positivos. Contribuimos en las unidades de investigación, en la economía local y pagamos impuestos. Al final lo que hacemos es colaborar, contribuir y generar innovación», agregó.
Agenda migratoria
Aunque les gustaría que el gobierno de Donald Trump se retracte de la medida, Romero indicó que es probable que eso no ocurra debido a que todo lo que tiene que ver con la migración es parte de la campaña política.
«Sinceramente no tengo mucha esperanza porque la agenda antimigratoria ha tomado mucha importancia. Se han impedido una serie de beneficios migratorios, lo que nos dice que es una agenda que no va a parar. Y aunque puede que no tenga influencia en la campaña, si tiene relevancia en cada una de las vidas de los jóvenes que están sufriendo», señaló.
Pidió finalmente que no se utilice a los estudiantes para presionar a las universidades a reabrir. «Mi mensaje al gobierno es que reconsidere, aunque sé que no lo van hacer. Solo les pido que piensen cuántas vidas están poniendo en riesgo y que si el objetivo es presionar para que las universidades reabran, no lo hagan jugando con la vida de los estudiantes internacionales», concluyó.