Una lancha con hombres armados, piratas, se acerca de manera sigilosa a una embarcación de pasajeros en las costas del Pacífico colombiano.
La operación es rápida y pavorosa. De un momento a otro, los asaltantes les piden a los viajeros que se despojen de joyas, maletines, remesas y prendas de vestir. Otros son forzados a lanzarse al mar y a nadar en un océano infestado de tiburones.
Las lanchas de las Fuerzas Armadas que patrullan la costa están a varios kilómetros de distancia y a los viajeros los invade la desesperanza.
Tras llegar a tierra firme, los tripulantes de la embarcación asaltada continuarán con sus vidas como si nada. Los piratas les dijeron que atentarían contra ellos si denunciaban lo ocurrido ante las autoridades.
«Las bandas que nos roban todos los días son disidencias de grupos paramilitares que se quedaron en las costas del Pacífico y ahora viven del asalto a embarcaciones«, dice con tono de preocupación Manuel Bedoya, presidente de la Asociación Nacional de Pescadores Artesanales, uno de los gremios más afectados por este delito en el país.
El temor a ser víctimas de los piratas también ha generado que cientos de pescadores en las costas de Buenaventura, Guapi, Iscuandé y Tumaco abandonen sus atarrayas y vivan bajo un constante estado de paranoia.
«Si estoy en altamar, a mis amigos pescadores no me les arrimo porque creo que son ladrones», asegura Bedoya.
El modus operandi es casi siempre el mismo. Los criminales viajan en horas del día en lanchas y se presentan como pescadores ante sus víctimas. Luego amedrentan a los pasajeros, les roban el producto de la pesca del día, el motor, que puede llegar a costar 80 millones de dólares, y huyen.
Detenciones
El 3 de diciembre, las Fuerzas Armadas interceptaron en las costas de Guapi, Cauca, la embarcación de un grupo delincuencial. Este estaba integrado por tres ecuatorianos y un venezolano que serían responsables de los recientes hurtos en esa zona del mar Pacífico.
A los sujetos les fueron incautados 7 motores fuera de borda, 1 revólver calibre 38 milímetros, 1 subametralladora Mini Uzi calibre 9 milímetros, una escopeta calibre 16 milímetros, proyectiles de diferentes calibres y equipos de comunicación, entre los que destacan 6 GPS y 13 celulares.
El pasado 27 de septiembre, una lancha en la que viajaban profesores provenientes del corregimiento de Yurumanguí, en el litoral de Buenaventura, fue interceptada por una banda de piratas que pretendía asaltarlos.
Las víctimas, al no ceder a las intimidaciones, fueron pasadas a la embarcación de los bandidos, una persona fue asesinada y otras nueve heridas.
Los barcos de pesca industrial también han resultado afectados. Javier Torres, presidente de la Asociación de Buques en el puerto de Buenaventura, denunció que delincuentes llegan fuertemente armados en lanchas, amenazan a las tripulaciones, los golpean y asaltan.
Otras víctimas de los piratas
La alerta también está activa en las poblaciones costeras del sur del país. De acuerdo con José María Estupiñan, alcalde del municipio costero de Iscuandé, en Nariño, estas agrupaciones ilegales roban a diario los motores de las embarcaciones con el objetivo de venderlos en Ecuador.
«El robo de una lancha puede llegar a significarles casi 100 millones de pesos», dijo Estupiñán, y añadió que los hurtos vienen en aumento porque «las medidas de la Fuerza Pública tampoco funcionan».
Las bandas transnacionales también estarían ejerciendo control en el norte de Ecuador.
La Fiscalía ecuatoriana informó que entre enero y septiembre de este año se registraron 136 denuncias por hurtos a embarcaciones en frontera con Esmeraldas.
Los atracadores usan fusiles HK y armas tipo miniuzi para intimidar, relataron varios pescadores ecuatorianos. Luego los amarran y obligan a lanzarse al agua.
Los robos les pueden llegar a representar 30.000 dólares, 102 millones de pesos, en pérdidas a estos pescadores. Los que logran recuperarse lo hacen gracias al uso de un seguro pesquero, otros simplemente deciden renunciar a continuar en el oficio.
Reportes oficiales
Julio Sánchez, capitán de Fragata y comandante de Guardacostas del Pacífico, afirmó que los delincuentes son capturados en flagrancia y liberados por falta de denuncias.
«Si no hay denuncia no se puede configurar la captura y estas personas siguen cometiendo actos delictivos después del hecho», comentó el comandante de Guardacostas.
La Policía registró este año cinco denuncias por robos en altamar, cuatro de ellos sucedieron en las costas de Buenaventura.
El presidente de Anpac afirmó que los pescadores no reportan estos hechos ante las autoridades debido a las constantes amenazas de las que son víctimas. Cuestionó la labor de inteligencia de las Fuerzas Armadas.
«Hay miles de esteros en la región y para las Fuerzas Armadas es muy difìcil dar con el paradero de estos criminales. Los robos nos tienen quebrados, arrimados en la orilla. Nos da miedo salir a pescar y enfrentarnos con estos criminales», añadió.