El Taj Mahal, monumento emblemático de India, reabrió este lunes 21 de septiembre sus puertas tras seis meses de cierre debido al coronavirus, en un país que intenta recuperar una cierta normalidad pese al aumento de contagios.
India, con 1.300 millones de habitantes, ha registrado hasta la fecha más de 5,4 millones de casos de coronavirus, convirtiéndose en el segundo país más golpeado por la enfermedad después de Estados Unidos. El gigante asiático registra cerca de 100.000 nuevos casos cada día.
Pero tras el confinamiento nacional decretado a finales de marzo, y suavizado a partir de junio, el primer ministro, Narendra Modi, no quiere volver a imponer restricciones estrictas, como lo están haciendo otros países.
En un intento de relanzar la economía, el gobierno indio está suprimiendo poco a poco las limitaciones impuestas en vuelos, trenes, mercados, y restaurantes.
En este sentido, autorizó a abrir de nuevo el Taj Mahal, cerrado desde el 17 de marzo.
«Tanta gente perdió su trabajo durante el confinamiento. La gente ha sufrido mucho y ya es hora de que el país reabra totalmente», dijo a la AFP Ayub Cheikh, un empleado de banca de 35 años de edad que fue a visitar el monumento con su esposa y su bebé.
«No tenemos miedo del virus. Si tenemos que contagiarnos, nos contagiará», dijo.
5.000 visitantes por día
Construido en el siglo XVII en el norte de India, en Agra (a unos 180 kilómetros al sur de Nueva Delhi), este mausoleo de mármol blanco es el monumento más visitado del país, con unos 7 millones de asistentes anuales.
Joya arquitectónica del arte indoislámico, fue creado por el emperador mongol Shah Jahan en memoria de su amada esposa Mumtaz Mahal, muerta en 1631. Forma parte del patrimonio mundial de la Unesco.
Para permitir su reapertura, se ha instaurado un protocolo estricto que incluye el uso obligatorio de la mascarilla y la distancia física, señalan las autoridades.
Los visitantes no pueden tocar el mármol y el famoso banco donde todos se sientan para tomar la fotografía más conocida del lugar fue plastificado para que pueda ser desinfectado sin dañarlo.
El lunes por la mañana había unos 200 visitantes. Los guardias de seguridad les recordaban que tenían que volver a ponerse la máscara después de hacerse las fotos.
El número de visitantes fue limitado a 5.000 por día, una cuarta parte de la capacidad habitual, en dos horarios diferentes y con los billetes reservados en línea.
«Hay tanta gente que depende del Taj para vivir», apunta un responsable local, Satish Joshi.
«El coronavirus está presente en cada país», constata una española, Ainhoa Parra, que vive en Delhi (los visados de turismo internacionales siguen por ahora suspendidos).
«Tomamos todas las precauciones. Debemos ser prudentes, pero si tenemos que contagiarnos, nos tocará», manifestó.
Estas precauciones no siempre son respetadas, especialmente en las zonas rurales, donde los contagios se multiplican.
«En India, y en todo el mundo, se está produciendo un cansancio respecto a las medidas extremas impuestas para contener el avance del coronavirus», explica a la AFP Gautam Menon, profesor de Física y Biología en la Universidad Ashoka.
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