La Luna tiene miles de cráteres, pero ¿sabías que algunos de ellos llevan el nombre de personas?
A 1.577 cráteres lunares se les ha dado el nombre de científicos, ingenieros y exploradores distinguidos… pero solo 26 de ellos honran a mujeres reales.
Aquí analizamos quiénes son esas mujeres y por qué hay tan pocas.
A 1.577 cráteres lunares se les ha dado el nombre de científicos, ingenieros y exploradores distinguidos… pero solo 26 de ellos honran a mujeres reales.
Aquí analizamos quiénes son esas mujeres y por qué hay tan pocas.
¿Quién tiene un cráter con su nombre?
La mayoría de los cráteres con nombre homenajean a personas de la vida real que lideraron el camino, como científicos y filósofos, pero también hay algunos dioses y diosas, así como criaturas mitológicas.
Platón (filósofo), Galileo Galilei (astrónomo) e Isaac Newton (matemático) son algunos de los pensadores notables inmortalizados con un cráter en su honor.
Como excepción, al famoso músico John Lennon se le dio su propio cráter en el área conocida como Lacus Somniorum o «Lago de los Sueños», en lo que se conoce como el lado terrestre de la Luna (porque siempre es visible desde la Tierra).
Pero tendrías que realizar una investigación exhaustiva para encontrar a una mujer reconocida de manera similar, ya que menos del 2% de los cráteres lunares con nombre rinden tributo a mujeres científicas.
Y lo que es más, casi todos los cráteres «femeninos» se encuentran en el lado lejano de la Luna, fuera de la vista de la Tierra, en la llamada «cara oculta»..
¿Quién elige los nombres?
«La Unión Astronómica Internacional (IAU, por sus siglas en inglés) tiene la responsabilidad de aprobar los nombres de los elementos astronómicos desde 1919, pero algunos de los nombres en la Luna se remontan a poco después de que Galileo Galilei hiciera sus maravillosos dibujos de características lunares que vio a través de su telescopio [en 1610]», explica Megan Donahue, presidenta de la Sociedad Astronómica Estadounidense.
«En 1651, el astrónomo italiano Giovanni Riccioli fue el primero en comenzar a nombrar las características de la Luna», señala por su parte Tayyaba Zafar, un astrónomo de Pakistán que ahora es profesor titular en la Óptica Astronómica de Australia.
«Hay que decir que Riccioli nombró un cráter en su honor, y de los 147 que etiquetó con nombres de humanos solo dos correspondían a mujeres y una de ellas podría no haber sido una persona real: Hipatia existió de verdad, pero Santa Catalina de Alejandría tal vez no», agrega Donahue.
En los siglos que siguieron, las características lunares fueron nombradas a medida que fueron descubiertas, principalmente celebrando el trabajo de científicos masculinos y figuras históricas, porque «en ese momento las mujeres a menudo se veían excluidas de la educación y la formación formales», dice Zafar.
A veces, mantener registros de quién tiene su nombre en la Luna se vuelve confuso y las cifras parecen contradictorias.
De hecho, si miras un atlas lunar, encontrarás un total de 1.608 cráteres con nombre, pero de estos «solo 1.577 tienen nombres de personas reales. Y aunque hay 38 pequeños cráteres de especial interés con nombres de pila femeninos, el número de cráteres lunares que llevan el nombre de mujeres científicas, ingenieras o exploradoras específicas es 26 «, según la IAU.
¿Por qué tan pocos llevan el nombre de mujeres?
El siglo XX trajo un frenesí lunar que alcanzó su punto máximo a fines de la década de 1950 hasta principios de la de 1970 (con Estados Unidos y la Unión Soviética compitiendo por ser los primeros en llegar a la Luna).
«Hubo algo de caos nombrando las partes de la Luna, por lo que en 1973 la IAU creó un comité para poner orden», dice la astrónoma Rita Schulz, presidenta de la Nomenclatura del Sistema Planetario de la IAU.
Se decidió que los rasgos lunares solo se nombrarían si existía una necesidad científica para hacerlo.
«Los nombres antiguos se mantendrían, pero a partir de entonces, para que tu nombre llegara a la Luna, tenías que ser científico o explorador polar, y tenías que estar muerto», explica Schulz.
Algo más sucedió que explica en parte por qué persistió la brecha de género en la superficie lunar: «Originalmente, la IAU decidió que las características de la Luna llevarían el nombre de hombres, y las de Venus, de mujeres», cuenta Schulz.
Este reglamento ya no se mantiene, pero la desigualdad sí: «En los últimos 30 años solo siete cráteres han sido nombrados en honor a mujeres. Cuando se fundó la IAU, menos del 2% de los cráteres tenían nombres femeninos. Un siglo después, la cifra sigue siendo la misma», afirma Zafar.
¿Importa?
Pero ¿realmente importa que tan pocas mujeres tengan un cráter con su nombre en la Luna?
«¡Absolutamente!», defiende la astrónoma chilena Maritza Soto Vásquez, quien a los 25 años descubrió su primer planeta y a los 31 acaba de descubrir el cuarto.
«Si queremos que más mujeres se involucren en la ciencia, la visibilidad es quizás uno de los factores más importantes», indica.
«Cuando las niñas piensan en lo que quieren estudiar, necesitan ver modelos a seguir que se parezcan a ellas».
En la actualidad Soto Vásquez realiza una investigación postdoctoral adicional en la Universidad Queen Mary de Londres y se apasiona por el tema de las mujeres en la ciencia.
«Puede que no haya una persona que les diga ‘No puedes ser científica porque eres mujer’, pero hay muchos mensajes pequeños que pueden dejar una fuerte impresión cuando eres joven, como querer estudiar ciencias en la escuela, pero no ver a otras mujeres en clase o en los libros de texto», agrega.
A Vicky Chu, de la Organización Nacional del Espacio de Taiwán, también le gustaría ver más mujeres en la superficie lunar y está de acuerdo en que la visibilidad ayudaría a atraer más mujeres a estudiar ciencias.
«Definitivamente ayuda, especialmente para los estudiantes de la escuela secundaria y la universidad», opina.
«Ser reconocido y tomado en cuenta tiene un efecto dominó», dice Tayyaba Zafar. «La comunidad científica debe reconocer a las mujeres para dar el ejemplo a la sociedad y fomentar un entorno de trabajo inclusivo, solidario y flexible».
La agencia espacial estadounidense, NASA, anunció recientemente sus planes de regresar a la Luna para 2024, y esta vez están enviando a una mujer, además de un hombre, en el primer aterrizaje con humanos desde 1972.
Mientras tanto, celebremos a algunas de las mujeres que tienen un cráter con su nombre…
Valentina Tereshkova (nacida en marzo de 1937)
«En la Tierra, hombres y mujeres corren los mismos riesgos. ¿Por qué no deberíamos correr los mismos riesgos en el espacio?», planteó la cosmonauta rusa Valentina Tereshkova, la única mujer viva que tiene un cráter lunar con su nombre, por su excepcional contribución a la ciencia.
En 1963, Tereshkova hizo historia cuando se convirtió en la primera mujer en ir al espacio.
Sigue siendo la única mujer en volar al espacio sola, y la más joven (tenía 26 años en ese momento).
«Una vez que has estado en el espacio, aprecias lo pequeña y frágil que es la Tierra», reflexionó a su regreso.
Durante su misión a bordo de la cápsula espacial Vostok 6, Tereshkova pasó casi tres días orbitando la Tierra 48 veces.
«Cualquiera que haya pasado algún tiempo en el espacio lo amará por el resto de su vida», dijo.
Tereshkova estaba ansiosa por tener otra misión, pero esa fue la primera y la única. «Después de estar una vez en el espacio, tenía muchas ganas de volver allí. Pero no sucedió», lamentó.
En cambio, la cosmonauta viajó por el mundo como embajadora de la ciencia soviética y más tarde se convirtió en política y representante en la Duma estatal rusa.
«No se puede negar el gran papel que han desempeñado las mujeres en la comunidad mundial. Mi viaje fue un impulso más para continuar con esta contribución femenina», expuso.
Su cráter está en el lado lejano de la Luna, en el margen occidental del Mare Moscoviense.
Hipatia (murió en 415 d.C.)
Fue una matemática, astrónoma y filósofa que nació en algún momento entre los años 350 y 370 d.C. en Alejandría, cuando Egipto era una provincia del Imperio Romano de Oriente.
Se la considera la primera mujer en la historia que se dedicó profesionalmente a la ciencia, a pesar de que la mayoría de las mujeres de su época no tenían acceso a la educación.
Su padre, Theon, astrónomo y director de la famosa Biblioteca de Alejandría, se aseguró de que aprendiera de los mejores de Alejandría.
Aunque la mayor parte del trabajo científico de Hipatia se ha perdido, los estudiosos modernos piensan que debe haber sido significativo porque otros autores lo comentaron ampliamente.
Sabemos que escribió el Canon Astronómico (un tratado de astronomía), varias tablas astronómicas y comentarios sobre textos clásicos.
Pero Hipatia tuvo un final trágico cuando se peleó con el obispo de Alejandría y, como resultado, fue asesinada por una turba de cristianos.
Casi dos mil años después, la figura de Hipatia se convirtió en un ícono de los derechos de las mujeres y una fuente de inspiración para el movimiento feminista.
Riccioli nombró un cráter en su honor en 1651, pero en 1973 la IAU movió el nombre de Hipatia a otro cráter más pequeño al suroeste del mar de la Tranquilidad. Sigue siendo uno de los pocos cráteres «femeninos» del lado terrestre de la Luna.
Antonia Caetana de Paiva Pereira Maury (1866-1952)
También conocida simplemente como Antonia Maury, fue una astrónoma estadounidense y una de las mejores de su generación.
Formó parte de las Harvard Computers, un grupo de mujeres astrónomas y «computadoras humanas» en el Observatorio de la Universidad de Harvard.
Maury fue la primera persona en estudiar las binarias espectrales, el nombre dado a un par de estrellas que están tan juntas que desde la Tierra no se pueden distinguir a simple vista.
También ideó un sistema para medir el espectro de radiación electromagnética de las estrellas, que la IAU todavía utiliza hasta el día de hoy.
Aunque Antonia Maury nació en Nueva York, fue nombrada en honor a su abuela materna (Antonia Caetana de Paiva Pereira Gardner Draper), hija de un médico de la corte portuguesa que huyó a Brasil para evitar las Guerras Napoleónicas.
Después de su muerte a los 86 años, la IAU le dio el nombre de Maury a un cráter junto al «Lago de los Sueños» (Lacus Somniorum), al noreste cerca del borde del disco visible.
Kalpana Chawla (1962-2003)
«El camino de sueño a éxito existe. Ojalá tengas la visión para encontrarlo, el coraje para emprenderlo y la perseverancia para seguirlo», dijo Kalpana Chawla, la primera mujer de origen indio en ir al espacio.
Chawla, o «Montu», como solía llamarla su familia, nació en India y desde muy joven le fascinaba volar.
Su familia dice que cuando tenía 3 años eligió el nombre Kalpana, que significa «imaginación», como su nombre formal.
Fue una de las primeras mujeres en graduarse en ingeniería aeronáutica en la Facultad de Ingeniería de Punjab y en 1982 se mudó a EE.UU. para estudiar dos maestrías, un doctorado en ingeniería aeroespacial y unirse a la NASA.
Su primer vuelo como astronauta e ingeniera fue en el transbordador espacial Columbia en 1997, como operadora de un brazo robótico.
En 2003, Chawla fue uno de los siete miembros de la tripulación que murieron en el desastre del Columbia, cuando la nave espacial se desintegró durante su reingreso a la atmósfera terrestre.
Su cráter, ubicado en el lado opuesto de la Luna, está al lado del cráter L. Clark, en honor a Laurel Clark, otra astronauta que murió en la misma misión.
Annie Jean Easley (1933-2011)
El 1 de febrero de 2021 Easley se convirtió en la mujer más reciente en tener un cráter con su nombre.
Easley fue una de las primeras afroestadounidenses en trabajar como científica informática en la NASA (cuando la agencia todavía se llamaba NACA) y la matemática se convirtió en científica espacial.
Pero cuando era niña, obtener una buena educación no fue fácil. Easley creció en el sur de EE.UU. antes de que surgiera el movimiento por los derechos civiles, lo que significó que las escuelas y universidades estaban segregadas.
Su madre la animó a ser ambiciosa, pero le dijo que tendría que trabajar más duro, porque las escuelas para niños afroestadounidenses a menudo ofrecían una matrícula más baja.
Durante su carrera de 34 años en la NASA, Easley desarrolló códigos de computadora, trabajó en tecnologías de energía y ayudó a sentar las bases tecnológicas para futuros lanzamientos de transbordadores espaciales.
A lo largo de su vida, hizo campaña para que los estudiantes de minorías y las mujeres siguieran estudios en las llamadas carreras STEM (ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas) y trabajó para abordar la discriminación dentro de la NASA.
El Easley es un pequeño cráter (de menos de 10 km de ancho) en el lado opuesto de la Luna.
Easley creía en el trabajo en equipo y a menudo expresaba admiración por aquellos con quienes trabajaba.
Su página en el sitio web de la NASA dice: «Muchos de los que la conocieron dirían que no fue solo el trabajo que hizo lo que marcó la diferencia; fue su energía y actitud positiva lo que tuvo un tremendo impacto en el Centro».