El papa Francisco saludó este domingo en el Vaticano a la monja colombiana Gloria Cecilia Narváez, que fue liberada el sábado tras haber sido secuestrada por yihadistas en 2017 en Malí, anunció el portavoz del Vaticano.
«Esta mañana, antes de la celebración de la Santa Misa de apertura del Sínodo de los Obispos, el papa saludó a la hermana colombiana Gloria Cecilia Narváez, secuestrada en 2017 y recientemente liberada», dijo Matteo Bruni en un breve comunicado.
Originaria del departamento de Nariño, al suroeste de Colombia, la hermana Gloria integraba la congregación suiza de las Hermanas Franciscanas de María Inmaculada, nacida en 1893 en el país sudamericano y con presencia en 17 países.
Fue secuestrada el 7 de febrero de 2017 cerca de la localidad de Koutiala, 400 kilómetros al este de la capital, Bamako. Entonces, trabajaba como misionera desde hacía seis años en la parroquia de Karangasso.
De acuerdo a la presidencia maliense, su liberación fue el fruto de «cuatro años y ocho meses de esfuerzos combinados de los servicios de inteligencia».
«Agradezco a las autoridades malienses, al presidente, a todas las autoridades de Malí, el esfuerzo que hacen para que seamos liberados, que Dios los bendiga, que Dios bendiga a Malí», dijo el sábado la religiosa en imágenes transmitidas por la televisión estatal que la muestran con el presidente interino de Malí, el coronel Assimi Goita, y el arzobispo de Bamako, Jean Zerbo.
«Estoy muy feliz de haberme mantenido con buena salud durante cinco años, gracias a Dios», añadió la monja, de 59 años.
El arzobispo Zerbo aseguró a la AFP que la monja «se encuentra bien»: «Hemos rezado mucho para lograr su liberación. Doy las gracias a las autoridades malienses y a otras buenas personas que han hecho posible esta liberación», añadió el arzobispo.
La monja embarcó en un avión hacia Roma el sábado por la noche.
Años de negociaciones
Una fuente cercana a la delegación que medió para conseguir la liberación de Narváez aseguró a la AFP que la monja no fue maltratada durante el secuestro y que conoció el Corán. «No vamos a dar detalles. Las negociaciones duraron meses, años», añadió esa fuente.
La vicepresidenta y canciller de Colombia, Marta Lucía Ramírez, se dijo alegre por la liberación, que atribuyó al gobierno y a un trabajo de «múltiples conversaciones y solicitudes de ayuda internacional» con varios líderes en África y Francia.
«En mi reciente visita a París, también tuvimos ocasión de analizar las últimas pruebas de supervivencia y de insistir en la ayuda de gestiones humanitarias del Gobierno francés, para contribuir a este logro», añadió en un comunicado.
De acuerdo a la policía colombiana, seis comisiones fueron a Ghana y Malí durante los cuatro años de cautiverio.
En diferentes entrevistas con la AFP, algunos allegados de Narváez han manifestado negligencia del gobierno en el caso de la monja secuestrada.
La madre de la monja falleció en septiembre de 2020 esperando la liberación de su hija.
Objetivo económico
Los secuestros son corrientes en Malí, sumido en una grave crisis de seguridad, sobre todo en el centro del país, uno de los focos de violencia yihadista.
Desde marzo de 2012, varias zonas del país y sus alrededores se encuentran en manos de grupos yihadistas vinculados a la red Al Qaida.
El presidente Aissimi Goita aprovechó la liberación de Narváez para asegurar a sus ciudadanos y a la comunidad internacional que «se están esforzando» para liberar a todas las personas secuestradas en este país del Sahel.
A lo largo del cautiverio se dieron a conocer cuatro pruebas de que Narváez estaba viva, según la policía de Colombia.
La última fue una carta fechada el 3 de febrero de 2021 y divulgada en julio por su hermano Édgar.
En un documento de «once líneas, escritas a puño y letra de ella, con letras mayúsculas porque ella siempre utilizaba las mayúsculas» la monja rogó por su liberación, dijo en su momento a la AFP el también profesor de colegio en una población cercana a la ciudad de Pasto (suroeste).
Según la policía colombiana, «aunque públicamente» el grupo que la tenía no exigió «una cifra determinada, se logró establecer que el objetivo final» era «económico».
En una entrevista reciente con la AFP, la hermana Carmen Isabel Valencia, superiora de las Franciscanas de María Inmaculada, resaltó la «valentía» de la monja al momento del secuestro.
Según Valencia, hombres armados se disponían a raptar a dos monjas más jóvenes, pero Narváez se entregó a los secuestradores en su lugar diciendo «yo soy la superiora, llévenme a mí».
«Es una mujer de una calidad humana especialísima, de altísima calidad humana, sacrificada a morir, movida por el amor a los pobres», dijo Valencia.