El papa Francisco reiteró este miércoles su llamado a favor de una Iglesia «sin fronteras», capaz de atender los problemas de las personas, durante su primera audiencia general con los fieles tras el parón estival de julio.
Repasando los «Hechos de los Apóstoles», el pontífice recordó el trato de Jesús con un mendigo: «Aquí vemos el retrato de una Iglesia que mira al que está en dificultad para crear relaciones significativas, puentes de amistad y solidaridad», subrayó.
«Es el rostro de una Iglesia sin fronteras que se siente madre de todos, y que vive el arte del acompañamiento que se caracteriza por la delicadeza de aquel que se acerca a la tierra sagrada del otro», dijo.
El Papa defendió, en definitiva, una Iglesia que actúa como «una casa de puertas abiertas», en un momento en el que en Italia está muy candente la cuestión de la acogida de la inmigración.
«No lo olvidemos, la mano siempre tendida», instó Francisco a los miles de fieles que le escuchaban en el Aula Pablo VI del Vaticano.
En el momento del saludo a los fieles de lengua árabe, el Papa transmitió su afecto a los niños refugiados acogidos por la Cooperativa Auxilium que asiste a los migrantes que llegan al país.
El pontífice también recordó cuando el templo, además de ser un centro religioso, se dedicaba a los intercambios económicos y financieros.
Algo que se sigue produciendo en la actualidad, lamentó. «Cuántas veces pienso en esto cuando visito alguna parroquia que tiene la creencia de que es más importante el dinero que los sacramentos. Por favor, es necesaria una Iglesia pobre. Pidamos eso al Señor», subrayó.
La de este miércoles fue la primera audiencia general del Papa tras el mes de descanso que se toma el mes de julio, en el que permaneció en el Vaticano.