El Espíritu Santo actúa en la Iglesia de diversas maneras. Una de ellas es en la Revelación, a través de la Sagrada Escritura, un texto «inspirado y autorizado por Dios». El papa Francisco ha comentado cómo la Biblia revela esta «doctrina». En la segunda Carta de san Pablo a Timoteo dice que «toda la Escritura está inspirada por Dios», y en la segunda carta del apóstol Pedro se muestra que los «hombres, movidos por el Espíritu Santo, han hablado por parte de Dios».
Es su acción la que la hace «eternamente viva y activa». El Concilio Vaticano II apunta sobre la Sagrada Escritura que está «escrita de una vez para siempre, inmutablemente, la palabra del mismo Dios y hacen resonar la voz del Espíritu Santo en los profetas y los apóstoles». El santo padre ha comentado que la tercera persona de la Santísima Trinidad es la que «continúa en la Iglesia la acción del resucitado que, tras la Pascua, abrió la mente de los discípulos para que comprendieran las escrituras».
«Las personas se duermen»
La lectio divina es una forma de realizar una «lectura espiritual, dedicando un momento del día a la lectura personal y meditada de un pasaje de las Escrituras». Francisco ha pedido que para poder realizarlo todos los días «es muy importante para la vida tener siempre un evangelio de bolsillo».
El Papa añadía «la lectura espiritual por excelencia», que es la comunitaria en la liturgia y, en especial, en la misa. En ella se ve cómo un acontecimiento o promesa del Antiguo Testamento alcanza su cumplimiento en el Evangelio. «La homilía debe ayudar a trasladar la Palabra de Dios. No debe durar más de 8 minutos porque se pierde la atención y las personas se duermen. Quiero decirlo a los sacerdotes que hablan mucho y no se entiende de qué hablan», reclamaba. Igualmente, ha pedido que estén estructuradas en tres partes: «un pensamiento, un sentimiento y una acción».
La Iglesia, «intérprete autorizada»
Continuaba Francisco apuntando la posibilidad de que algunos fragmentos de la Biblia no despierten ningún tipo de «emoción particular». Sin embargo, un día en concreto, bajo un clima de «fe y oración», el texto puede «iluminarse, hablar y arrojar luz sobre un problema o aclarar la voluntad de Dios recibida». Ese cambio se debe al Espíritu Santo, que hace la Palabra de Dios «viva y eficaz, más cortante que espada de doble filo», como recoge la Carta a los Hebreos.
El centro de los textos, apuntaba el pontífice, son la muerte y resurrección de Cristo, en el que se cumplen todas las profecías. «La Esposa de Cristo es la intérprete autorizada del texto de la Escritura inspirado, es la mediadora de su auténtica proclamación, ya que está dotada del Espíritu Santo. Es columna y fundamento de la verdad porque es inspirada por el Espíritu Santo. La tarea de la Iglesia es ayudar a los fieles y a quienes buscan la verdad a interpretar correctamente los textos bíblicos», decía.
La «nota subyacente de principio a fin» de la Sagrada Escritura es, en palabras de san Agustín, una «narración del amor de Dios». «Adelante con la lectura de la Biblia, pero no se olviden del evangelio de bolsillo», finalizaba.