Este sábado el papa Francisco canceló su agenda de audiencias por tercer día consecutivo mientras lucha contra un aparente resfriado.
Francisco, de 83 años de edad y quien perdió parte de un pulmón a causa de una enfermedad respiratoria cuando era joven, nunca había cancelado tantas audiencias oficiales o compromisos en sus siete años de papado.
El pontífice seguía trabajando en su morada de la Residencia Santa Marta, en el Vaticano, y mantuvo sus reuniones privadas, según la oficina de prensa de la Santa Sede.
Su agenda del sábado incluía encuentros con el jefe de la oficina de obispos del Vaticano, con los nuncios en Líbano y Francia, y con un arzobispo ucraniano.
Los actos cancelados por Francisco eran dos audiencias oficiales, eventos formales que se celebran en el Palacio Apostólico donde Francisco ofreció un discurso y saludó a un gran número de asistentes al final.
Uno de ellos era un encuentro con una organización internacional de bioética y otro con miembros de la orden religiosa Legión de Cristo, que está salpicada por escándalos de abusos sexuales.
Se espera que el domingo Francisco deje el Vaticano junto a la plana mayor de la Santa Sede para participar en una semana de ejercicios espirituales cerca de Roma, un retiro que se repite cada año al comienzo de la Cuaresma.
El papa apareció en público por última vez durante la misa del Miércoles de Ceniza, cuando fue visto tosiendo y sonándose la nariz.
Al día siguiente, Francisco canceló una misa en Roma con otros sacerdotes y el viernes no acudió a una audiencia con los asistentes a una conferencia sobre inteligencia artificial.
El Vaticano enfatizó que Francisco celebra misa cada mañana y saluda a los asistentes antes de continuar con su trabajo desde su casa.
La Santa Sede no dio a conocer la naturaleza de la enfermedad del pontífice y únicamente dijo que padece una ligera indisposición.
La enfermedad de Francisco coincide con un momento de alarma general en Italia por el brote de un coronavirus que ya infectó a más de 800 personas, en su mayoría en el norte.
Italia trata de calmar pánico por brote de coronavirus
Con el turismo hundiéndose y el pánico aumentando, Italia trató de controlar el coronavirus en el ámbito de la percepción pública el jueves, en momentos en los que los casos confirmados en su territorio se incrementaron a 650 y otras naciones tomaron medidas para limitar los viajes hacia y desde las zonas italianas que se han visto afectadas.
El ministro de Relaciones Exteriores, Luigi di Maio, y el ministro de Salud, Roberto Speranza, se presentaron ante periodistas extranjeros en Roma, para culpar a la exagerada cobertura de los medios, de las recomendaciones que advierten a los turistas que se mantengan alejados de Italia, de las cancelaciones de eventos y de revisiones adicionales a personas que proceden de la región.
«En Italia hemos pasado del riesgo de epidemia a una ‘infodemia’ que no está corroborada, lo que en estos momentos está afectando el flujo de turistas, a nuestros negocios y a todo nuestro sistema económico», dijo Di Maio.
Mientras que los ministros buscaban poner en perspectiva la explosiva experiencia de Italia con el virus, el número de casos a escala nacional seguía aumentando.
El director de Protección Civil del país, Angelo Borrelli, reportó un nuevo total de 650 casos, comparados con 400 que se registraron en la víspera y con apenas tres hace una semana, antes de que surgieran brotes del virus en las regiones de Lombardía y Véneto.
Otras tres personas que se contagiaron fallecieron en las últimas 24 horas, aumentando, así, a 15 la cifra de muertos de Italia, dijo Borrelli. Las autoridades han dicho que todos los pacientes eran de la tercera edad, padecían otras afecciones o ambos.
Mientras más países reportan casos nuevos que podrían vincularse a Italia, varios de ellos tomaron medidas para evitar que personas que podrían estar infectadas ingresen a sus territorios.
Israel prohibió el ingreso a todos los extranjeros que estuvieron en Italia en las últimas dos semanas. La aerolínea israelí EI AI suspendió todos sus vuelos hacia y desde Italia hasta el 14 de marzo.
Las máximos responsables de salud pública han dicho que Italia contribuyó a los temores de una epidemia en Europa con su renuencia a realizar pruebas para detectar el virus y reportar rápidamente el número de personas que dieron positivo en regiones locales.
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