MUNDO

El objetivo de Ucrania para 2024: dejar de ser vulnerable a los ataques aéreos rusos

por Avatar EFE

Sin las armas suficientes para avanzar en el frente, Ucrania debe conformarse por el momento con desgastar al enemigo y minimizar las vulnerabilidades propias en un conflicto que se prevé largo.

El año que termina ha estado marcado por la guerra asimétrica que los ucranianos han llevado con éxito en el mar Negro, donde la Flota Rusa se ha visto obligada a retirarse a sus costas en el este.

Este revés inesperado para el Kremlin -que el Ministerio de Defensa británico ha calificado de “derrota funcional” rusa- ha permitido a Ucrania reabrir parcialmente sus puertos y reducir la presión sobre su territorio que suponía tener a submarinos y portamisiles rusos cerca de sus costas.

Si este ha sido el año de los éxitos en el mar, Kyiv espera que el que viene sea el de la victoria en el cielo, a la espera de circunstancias más propicias para lograr también avances por tierra que le permitan recuperar su territorio.

“En 2023, Ucrania expulsó a la Flota Rusa de la mayor parte del mar Negro. 2024 debe ser el año en que Ucrania expulse a Rusia de sus cielos”, declaró el presidente Volodímir Zelenski esta semana.

Para conseguirlo, explicó, Ucrania deberá recibir más sistemas de defensa aérea de sus aliados occidentales, que siguen enviando a cuentagotas nuevos lanzamisiles Patriot, Hawk o IRIS-T de cara al invierno, cuando se teme que Rusia lance otra campaña de bombardeos contra la infraestructura energética.

Proteger las principales ciudades

Uno de los objetivos de la administración Zelenski es garantizar la seguridad de las principales “7 u 8 ciudades” de Ucrania con sus respectivas regiones, de manera que “millones” de refugiados regresen del extranjero y reactiven la economía para “reducir la dependencia” del país de una ayuda internacional que podría menguar.

Proteger las infraestructuras agrícolas y portuarias que Rusia ha bombardeado repetidamente en la segunda mitad de este año es otra de las prioridades ucranianas.

“Esto nos permitirá exportar cientos de miles de toneladas adicionales” de productos agrícolas,  destacó Zelenski.

El jefe del Estado subrayó que dotar a Ucrania de defensas antiaéreas suficientes es una inversión provechosa para sus aliados: cuantas menos infraestructuras pueda destruir Rusia, menos dinero habrá que invertir en la reconstrucción del país invadido.

Extender el escudo de Kyiv

El escudo antiaéreo que aspira a desplegar Zelenski sobre sus puertos y grandes ciudades es ya una realidad en Kyiv, donde se han posicionado los mejores sistemas de defensa recibidos de Occidente y se ha conformado una arquitectura de protección capaz de interceptar todos los drones y tipos de misiles que tiene Rusia.

La realidad es mucho menos alentadora en el resto de regiones de Ucrania, en las que los rusos pueden alcanzar muchos de los objetivos que se proponen mediante el uso de misiles difíciles de interceptar o a través de las tácticas de saturación que utilizan para desbordar a las defensas ucranianas donde éstas son más escasas.

Las necesidades de Ucrania

Según explica a Efe el experto militar Alexander Kovalenko, Ucrania necesita protección antiaérea a tres niveles distintos.

“Los sistemas de corto alcance son cañones y sistemas de misiles antiaéreos, como los alemanes Gepard, los franceses Crotale o los británicos Alvis Stormer, que interceptan objetivos subsónicos como los drones kamikaze Shahed o los misiles Kh-101/555 y los Kalibr”, indica Kovalenko.

Por lo que respecta al alcance medio, Ucrania aspira a recibir más sistemas como NASAMS o IRIS-T, que son efectivos para derribar misiles siempre que estos no sean balísticos o supersónicos, para lo que se precisa armamento de largo alcance y tecnología punta como los Patriot y los SAMP-T.

“Desgraciadamente, Ucrania no tiene en este momento suficientes sistemas de casi ninguno de estos tipos para cubrir su espacio aéreo”, dice el experto militar, que agrega que los sistemas de largo alcance son la necesidad más acuciante.

El caso de Odesa

Consciente de ello, continúa Kovalenko, Rusia utiliza misiles balísticos y supersónicos como Iskander, Onyx o Kinzhal contra ciudades con defensas aéreas insuficientes.

La región más necesitada de estos últimos sistemas es Odesa. Allí están situados los principales puertos del país, que han sido atacados prácticamente a diario durante meses.

“Por ejemplo, en julio y agosto los rusos lanzaron misiles 9M723/9M728 OTRK Iskander, Kh-22/32, P-800 Onyx contra la ciudad y la región de Odesa con total impunidad, sabiendo que no estaban protegidas por sistemas Patriot o SAMP-T”, señala Kovalenko.