El suceso “más debatido y más polémico del siglo XXI, aparte del 11-S”. Con esas palabras definió el presidente Recep Tayyip Erdogan el asesinato del periodista saudita Jamal Khashoggi.
12 meses pasaron desde que Khashoggi entró en el consulado saudita en Estambul para recoger unos documentos para casarse con su novia turca, Hatice Cengiz. Lo único que se sabe con certeza es que terminó sin vida en el interior del edificio.
Su desaparición se conmemorará este miércoles en un acto ante esa representación diplomática convocado por un nutrido grupo de amigos y simpatizantes. Justo a la misma hora del día en el que Khashoggi cruzó el umbral del consulado saudita.
Además de Cengiz, han anunciado su participación la relatora de la ONU sobre ejecuciones arbitrarias, Agnes Callamard; el político egipcio exiliado Ayman Nour y la premio Nobel yemení Tawakkol Karman, entre otros activistas. Se unirán también representantes de Reporteros sin Fronteras, Human Rights Watch y Amnistía Internacional.
Erdogan resaltó que el equipo de 15 sicarios que voló desde Arabia Saudita a Turquía para matar a Khashoggi “cortó su cuerpo en trozos”, pero insiste en que Riad debe aclarar “dónde están los restos”. Así lo dijo en un artículo publicado este lunes en el diario The Washington Post, con el que había colaborado el periodista saudita.
También exige saber “quién firmó la sentencia de muerte del periodista y quién envío a los 15 asesinos, incluido un experto forense, en 2 aviones (privados) a Estambul”.
Versión de descuartizamiento
La versión del descuartizamiento se oficializa así respecto a otras hipótesis difundidas en la prensa turca: que el cuerpo resultó disuelto en ácido o incinerado en un horno subterráneo que se descubrió en el jardín del edificio diplomático.
El diario turco Sabah, cercano al gobierno, publicó la semana pasada una transcripción de los diálogos supuestamente grabados en el edificio y obtenidos por los servicios de seguridad de ese país.
Las conversaciones registradas dejan claro que el equipo saudita ya planificaba matar al periodista. Esto contradice la versión saudita de que era un intento de secuestro “que se les fue de las manos” a los sicarios.
Sabah afirma que los agentes intentaron convencer a Khashoggi de que enviara un mensaje a su hijo, residente en el reino wahabí. Sin embargo, ante la negación del periodista, lo “drogaron para sedarlo” y acto seguido lo asfixiaron con una bolsa de plástico en la cabeza.
“No me tapes la boca, tengo asma, no me asfixies”, fueron las últimas palabras del periodista disidente, según esta transcripción.
La Justicia saudita ha acusado oficialmente a 11 agentes por el homicidio, y la Fiscalía ha pedido la pena de muerte para 5 de ellos, pero el proceso no es público y Erdogan ha criticado “la casi total falta de transparencia” del caso.
Con todo, Erdogan insiste en que no cree en la implicación del rey saudita, Salman bin Abdulaziz, por lo que rechaza que el caso se convierta en un conflicto político entre Riad y Ankara.