El papa Francisco envió este jueves un emotivo mensaje a los migrantes que atraviesan la inhóspita selva panameña del Darién, en su ruta hacia Estados Unidos, a quienes pidió no olvidar nunca «su dignidad humana».
El mensaje del pontífice fue leído durante un acto religioso celebrado en el albergue para migrantes de Lajas Blancas, en la selvática provincia de Darién, fronteriza con Colombia.
«Hermanos y hermanas migrantes, no se olviden nunca de su dignidad humana», señaló Francisco en su carta, leída por el nuncio apostólico Dagoberto Campos Salas ante decenas de migrantes.
«Yo también soy hijo de migrantes que salieron en búsqueda de un mejor porvenir», señaló el papa argentino con ancestros italianos, cuyo mensaje fue llevado al albergue por el nuncio y obispos de Costa Rica, Colombia y Panamá.
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«No tengan miedo de mirar a los demás a los ojos porque no son un descarte, sino que también forman parte de la familia humana y de la familia de los hijos de Dios», agregó el papa.
En Lajas Blancas, a unos 250 km por carretera al este de la capital panameña, funciona uno de los albergues instalados por el gobierno panameño, junto a organismos internacionales, para asistir a los migrantes que cruzan la inhóspita selva.
Esta jungla de 266 km de longitud y 575.000 hectáreas de superficie se ha convertido en un corredor para miles de migrantes que, desde Sudamérica, tratan de llegar a Estados Unidos a través de América Central y México.
En 2023 la cruzaron la cifra récord de 520.000 viajeros, que enfrentan riesgos por animales salvajes, como serpientes venenosas, ríos caudalosos y bandas criminales.
La ONG Médicos Sin Fronteras denunció recientemente que esos grupos criminales violaron a 16 mujeres migrantes al día en promedio en febrero, mientras el mes anterior hubo tres casos diarios.
En lo que va de año, han cruzado la selva casi 100.000 migrantes, según cifras oficiales panameñas. Casi dos terceras partes son venezolanos, seguidos de ecuatorianos, haitianos, colombianos y chinos.
Hijo de un trabajador ferroviario de origen piamontés y una ama da casa, Francisco recordó que sus padres enfrentaron «momentos en que ellos se quedaron sin nada, hasta pasar hambre; con las manos vacías, pero el corazón lleno de esperanza».
En la carta, que concluye con su habitual mensaje «recen por mí», también asegura que los migrantes son «el rostro de una Iglesia madre que marcha con sus hijos e hijas, en los que descubre el rostro de Cristo».