Jair Bolsonaro pudo decirse que tener por rival al expresidente Lula en 2022 polarizaría a Brasil y facilitaría su reelección, pero pronto tuvo que rendirse a la evidencia de que el líder histórico de la izquierda sería un adversario temible.
Efecto Lula
Luiz Inácio Lula da Silva lo demostró el miércoles, dos días después de recuperar sus derechos políticos, apuntando sus dardos contra el mandatario ultraderechista.
Y eligió su flanco más débil, fustigando las «decisiones imbéciles» del gobierno para enfrentar la pandemia de coronavirus que ya dejó más de 275.000 muertos. «Este país no tiene gobierno», lanzó el exsindicalista, de 75 años de edad.
El «efecto Lula» no se hizo esperar: esa misma tarde, Bolsonaro, que siempre desdeñó el uso de mascarillas, apareció en un acto oficial usando una y defendió la «seriedad y la responsabilidad del gobierno», al firmar un decreto para acelerar la compra de vacunas.
Una actitud que contrasta con la del Bolsonaro que promovió aglomeraciones, que afirmó que no se vacunaría y que llegó a burlarse diciendo que algunas vacunas podrían transformar a la gente en «un caimán».
La vuelta al ruedo de Lula fue posibilitada por un juez de la corte suprema que anuló las condenas que pesaban en su contra por corrupción y lavado de dinero, alegando que el tribunal que lo había juzgado no tenía competencia para hacerlo. El pleno del máximo tribunal revisará esa decisión.
Es una verdadera resurrección para un hombre que había pasado 18 meses en la cárcel y que se vio impedido de participar en los comicios de 2018, para los cuales era el favorito. El vencedor fue finalmente Bolsonaro, catalizando el resentimiento y el odio que Lula y su Partido de los Trabajadores (PT) provocaban en amplios sectores sociales.
Lula, que se declara inocente de toda las acusaciones judiciales en su contra, se abstuvo hasta ahora de decir si pretendía presentarse en las elecciones de octubre de 2022. Pero se ha colocado de hecho en el centro del tablero político.
«Carroña»
A primera vista, la habilitación electoral de Lula puede servirle a Bolsonaro, «un político forjado en la dinámica de la confrontación» para el cual «tener un enemigo es esencial», afirmó Márcio Coimbra, cientista político de la Facultad Presbiteriana Mackenzie, de Brasília.
«Sin adversario, Bolsonaro se siente perdido y suele errar en sus maniobras. Él soñaba con el regreso de Lula al ring. Pero vencer al lulismo en las urnas no será una tarea fácil», agregó.
Pese a sus esfuerzos de moderación sobre las vacunas, Bolsonaro, de 65 años, dio rienda suelta el jueves a las invectivas, tratando a Lula de «carroña» y de «presidiario».
Pero esas declaraciones, que pueden complacer al núcleo duro de su electorado, pueden ser contraproducentes. Bolsonaro ya dio señales de aproximación con partidos de centroderecha.
Y al igual que su modelo, Donald Trump, Bolsonaro ya no podrá en 2022 presentarse como un «outsider» dispuesto a barrer con la corrupción y el mundo de la «vieja política».
«Bolsonaro ya no es novedad», dijo a la AFP el profesor de Derecho Michael Mohallem, de la Fundación Getúlio Vargas.
Y en un duelo Lula-Bolsonaro, los electores de centro podrían inclinarse por el líder de la izquierda, contrariamente a lo ocurrido en 2018, cuando se negaron a votar por su delfín Fernando Haddad.
Para muchos electores moderados, actualmente «el radical es Bolsonaro».
El centro perdido
Lula, en cambio, que invitó al diálogo a todos los sectores y se mostró sensible a los sufrimientos provocados por la pandemia, puede dar la imagen de «un político maduro y relativamente razonable», dijo Mohallem.
Bolsonaro deberá buscar cómo ganar esos sectores sin perder a su núcleo duro.
Sobre todo en un momento de creciente preocupación de los medios empresariales por el costo que significa el gran retraso de las campañas de vacunación contra el covid-19.
Su hijo senador, Flávio Bolsonaro, trató esta semana de movilizar a sus seguidores en las redes sociales con una nueva consigna: «la vacuna es nuestra arma».
Pero obtuvo poco eco, quizás por la confusión de mensajes.
«No se ganan votos posicionándose contra la vacuna» y Bolsonaro tendrá que ingeniárselas para explicar ese tipo de «incoherencias», indicó Mohallem.
Lula sigue de todos modos siendo un espantajo para muchos electores en busca de una tercera vía.
Un editorial del diario O Estado de Sao Paulo abogó el jueves por la construcción de una candidatura «capaz de emocionar a brasileños cansados tanto de la corrupción antipolítica de Lula como de la locura antipolítica de Bolsonaro».
Pero con media docena de candidatos menos conocidos que se disputan el voto centrista, 2022 se anuncia por el momento con la perspectiva de un choque de titanes.
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