El presidente ruso Vladimir Putin logró frenar este fin de semana la rebelión de los mercenarios del Grupo Wagner, pero dejó en evidencia la fragilidad de su sistema, tras comprobarse que en tan solo 24 horas un grupo armado pudo tomar una ciudad rusa y acercarse a Moscú enfrentando poca resistencia.
Pese a que un acuerdo alcanzado entre el Kremlin y el jefe de Wagner, Yevgueni Prigozhin, puso fin a la rebelión armada, aún hay muchas incógnitas en Rusia. Sobre todo sobre el futuro del presidente Putin y lo que viene ahora para Wagner, que ha sido clave en la guerra en Ucrania.
¿Qué hay detrás de la sublevación de Wagner?
Con más de 25.000 hombres de su ejército privado, considerado ilegal en Rusia pero que lucha del lado de las tropas rusas en Ucrania, Wagner -liderado por Yevgueni Prigozhin- inició el viernes 23 de junio una sublevación contra el mando militar por el caos en el que según él se ha convertido la guerra y los 100.000 soldados rusos que han muerto por culpa del Ministerio de Defensa.
Prigozhin se mostraba desde hace meses enfrentado con la cúpula militar del presidente ruso en medio de las crecientes muertes de reclutas de Wagner.
Durante meses, Prigozhin acusó al Ministerio de Defensa de no apoyar adecuadamente a sus fuerzas, a menudo en provocadores videos publicados en las redes sociales. Y en mayo amenazó con retirar a sus tropas de la operación si no recibían suministros -en particular munición-, pero posteriormente dio marcha atrás.
Pero las cosas se agravaron el viernes, cuando a última hora Prigozhin acusó al Ministerio de Defensa ruso de un ataque con misiles contra un campamento de personal de Wagner.
En un mensaje de audio publicado ese día, Prigozhin dijo que 25.000 de sus hombres estaban dispuestos a «acabar con este lío» y luchar con el ejército si encontraban resistencia.
Así, en un día los wagneritas cruzaron sin resistencia alguna la frontera con Rusia. Entraron en Rostov en el Don y ocuparon el Estado Mayor y otros objetivos militares, y desplazaron al menos cuatro columnas militares casi hasta Moscú.
Y hubieran llegado a la capital rusa de no ser porque Prigozhin, tras conversaciones con el presidente bielorruso, Alexander Lukashenko, decidió dar media vuelta a las columnas tras llegar a acuerdos para «evitar un derramamiento de sangre».
¿Cómo queda Wagner tras la rebelión?
Ahora, tras la rebelión, se da por hecho que el Grupo Wagner como tal quedará desmantelado, al menos en Rusia y Ucrania, donde estuvo desde que estalló el conflicto en el Donbás en 2014 y de nuevo en la actual guerra en este país iniciada por Rusia en febrero de 2022. No obstante, su desmantelamiento tomará tiempo.
En el acuerdo alcanzado con Moscú, el Kremlin dijo que los hombres que siguieron a Prigozhin en la rebelión no serían acusados penalmente, en agradecimiento a sus esfuerzos en Ucrania, y que algunos, si lo deseaban, podrían pasar a formar parte del ejército.
Se desconoce dónde se encuentran los mercenarios que se sublevaron. Prigozhin únicamente anunció el sábado 24 de junio que se retiraban a sus bases y puntos de despliegue, muchos de los cuales hasta ahora se encontraban en Ucrania.
Por eso, Michael Kofman, experto militar estadounidense, estima que «Wagner podría ser desmantelado completamente, o bien absorbido» por el ejército ruso.
En eso coincide la analista independiente rusa Tatiana Stanovaya, que dice que «Putin no necesita a Wagner o a Prigozhin. Puede arreglárselas con sus propias fuerzas. Ahora está totalmente convencido».
Y ya hay algunas pruebas del final de Wagner tal como se conoce en Rusia. El sábado por ejemplo se bloquearon varias redes sociales de los mercenarios en VKontakte, el Facebook ruso. Además, se desmantelaron vallas publicitarias que había por toda Rusia para reclutar a combatientes, y se eliminaron sus productos de mercadotecnia de comercios electrónicos.
Pero qué pasará con los mercenarios en África y Medio Oriente es una de las grandes incógnitas. En principio, Wagner podría seguir operando en otros continentes si el Kremlin lo desea, pues actúan donde Putin no puede enviar oficialmente fuerzas, por lo que a Moscú le sirven los servicios de los mercenarios.
Los wagneritas han estado en Siria y tienen presencia en varios otros países, desde la República Centroafricana a Mali, Libia y Sudán, aunque Prigozhin recientemente negó que estuvieran en este último país.
En esos países los mercenarios adiestran a las fuerzas, protegen recursos naturales -que también explotan firmas asociados con Wagner, según Occidente- y luchan como apoyo contra rebeldes armados o yihadistas.
Wagner afirmó este lunes que su principal sede, en San Petersburgo (noroeste), funcionaba «con normalidad de acuerdo con la legislación de la Federación Rusa», mientras que el ministro de Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, señaló que los paramilitares continuarán sus operaciones en Malí y la República Centroafricana.
¿Qué pasará con Yevgueni Prigozhin?
Otra de las grandes incógnitas que quedan sobre la mesa es el futuro de Yevgueni Prigozhin. Desde que fue fotografiado y filmado en su vehículo abandonando la ciudad sureña de Rostov del Don tras tomarla con sus hombres durante 24 horas, no se ha vuelto a saber sobre su ubicación.
El acuerdo alcanzado entre el Kremlin y él, bajo mediación del presidente bielorruso, Alexandr Lukashenko, establece que Prigozhin se iría al exilio en Bielorrusia sin ser perseguido penalmente por organizar la rebelión armada, reveló el Kremlin.
Moscú aseguró que el líder de los paramilitares tenía «la palabra» de Putin para dejar el territorio ruso hacia Bielorrusia sin problemas. Pero ni él ni Minsk han confirmado que el líder de Wagner ya se encuentre en el exilio en Bielorrusia. Según canales rusos de Telegram, el empresario fue visto en las últimas horas en uno de los hoteles de la capital bielorrusa, aunque no hay evidencia fotográfica de ello.
El bloguero militar ruso Michael Nacke le dijo a la AFP que Prigozhin podría instalar la base para Wagner en Bielorrusia y proseguirá con las operaciones de su grupo en África.
Pero «Prigozhin se ha convertido en un blanco extremadamente vulnerable. Puede ser encarcelado o pueden matarlo», dijo a la agencia citada.
El caso en su contra abierto el viernes por la noche por la Fiscalía General de Rusia bajo el artículo 279 del Código Penal -que prevé condena de entre 12 y 20 años de prisión- aún sigue abierto, según el diario Kommersant.
En su primer mensaje de audio, publicado este lunes tras la rebelión, Prigozhin no reveló su paradero ni los pasos que seguiría para Wagner, aunque reveló que el presidente de Bielorrusia le ofreció al grupo formas de seguir operando legalmente.
¿Qué sabemos sobre el futuro de Putin y de Rusia?
Otro de los principales interrogantes que plantea la rebelión de los mercenarios del grupo Wagner es sobre el futuro de Putin. Los hechos de las últimas horas expusieron debilidades en la posición del presidente ruso. Además, revelaron las crecientes amenazas que se ciernen sobre su propia supervivencia política.
Observadores apuntan que todavía es pronto para determinar qué consecuencias tendrá esta asonada para Putin, de 70 años de edad, que gobierna Rusia desde hace casi dos décadas y media, luego de que 1999 renunció en 1999 de Boris Yeltsin, el primer presidente después del fin de la Unión Soviética.
Pero en un momento en el que Rusia sostiene una invasión contra Ucrania, la rebelión expuso como una imagen ilusoria la idea de Putin como un hombre fuerte y todopoderoso y mostró a un político con fragilidades, que lucha por controlar a facciones enfrentadas.
«Putin y el Estado sufrieron un golpe duro, que va a tener repercusiones importantes para el régimen», afirmó Tatiana Stanovaya, fundadora de la consultora R. Politik.
Las agrias luchas internas que revela la revuelta, incluida la disputa personal entre Prigozhin y el ministro de Defensa ruso, Serguéi Shoigu, demostraron que Putin ya no está posicionado cómodamente en un sistema vertical de poder. Además, las fuerzas armadas no pudieron impedir que los combatientes de Wagner tomaran el centro de comando del ejército ruso en Rostov. Lo que causa incluso dudas sobre las capacidades de su ejército.
Todas estas interrogantes son cruciales a menos de un año de las elecciones presidenciales en Rusia en 2024, las cuales, tras las reformas en la Constitución, le permitirían mantenerse en el poder dos mandatos, hipotéticamente hasta 2036.
Putin no ha confirmado formalmente sus intenciones y no hay indicios de que ningún rival entre en la contienda. Sin embargo, el gobernador de la región de Tula, Alexéi Dyumin, que fue guardaespaldas del líder ruso, se perfila como un posible sucesor de Shoigu y candidato a un posible ascenso.
Para Kirill Rogov, director de la consultora Re: Russia, «este no es el final de la historia, es el comienzo. Las rebeliones militares, incluso las que fracasan, muchas veces en la historia son el preludio, el inicio de un proceso».
Para Mark Galeotti, director del centro de estudios Mayak Intelligence, «nada de esto implica que el régimen vaya a colapsar pronto», pero señaló que la rebelión «lastra la capacidad, la fuerza y la credibilidad del Estado y acerca el día en el que este régimen caiga».
«Mi conclusión es que Prigozhin y Wagner perdieron», afirmó Michael Kofman, director de estudios sobre Rusia del Centro de Análisis Navales (CNA). «Pero Putin también perdió y el régimen está herido. Queda por ver cuáles serán las repercusiones en el largo plazo».
Además de abortar una sublevación con consecuencias imprevisibles para la estructura del poder y para la seguridad de los ciudadanos, el presidente ruso Putin consiguió doblegar a los wagneritas, el grupo armado fuera de la ley más poderoso y peligroso, y obligarles a subordinarse a defensa.
Putin ha «desarmado» a una persona que inició una lucha entre poderes y que cada vez le desafiaba más, pese a no haber reconocido nunca ambiciones políticas.
¿Cómo impacta la situación en la guerra con Ucrania?
Otra de las preguntas es qué pasará en territorio ucraniano. El Kremlin aseguró que estaba «fuera de toda cuestión» que el frustrado motín afectara la ofensiva militar en Ucrania. Pero lo cierto es que este reciente hecho sí podría impactar en la moral de los soldados rusos, según analistas. Aun más cuando se enfrentan a oleadas de asaltos ucranianos desde hace semanas.
La milicia Wagner representaba una de las fuerzas más combativas en los rangos rusos, y estaban en primer línea de la larga y atroz batalla de Bajmut (este de Ucrania).
Pero en el terreno, «desde (la toma de) Bajmut (en mayo), el ejército dependía menos de Wagner», matiza el analista militar Michael Kofman. «Wagner no era utilizado para la defensa en el sur», una de las principales zonas donde las tropas de Kiev intentan abrirse paso entre la defensa rusa, señala.
Desde un punto de vista táctico, las consecuencias inmediatas de este episodio en el conflicto siguen siendo inciertas. Wagner ya no desempeña ningún verdadero papel en el escenario ucraniano, apuntó Rob Lee, del Foreign Policy Research Institute.
La confusión reinante en territorio ruso es calificada por el gobierno ucraniano de «ventana de oportunidad», pues sus tropas están involucradas en una ofensiva para desalojar a las fuerzas rusas que ocupan parte del sur y del este del país.
Pierre Razoux, director académico de la Fundación Mediterránea de Estudios Estratégicos (FMES), estimó que es seguro que la rebelión afectara a la moral rusa. «Del lado ucraniano quizá hubiera una oportunidad para avanzar en el frente, o en cualquier caso ganar posiciones», añadió.
En lo que coincidió Lucian Kim en la revista Foreign Policy. «La ira contra los dirigentes rusos no es patrimonio exclusivo de Wagner. La rabia de Prigozhin contra la élite podría propagarse por el ejército ruso».
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