Luego que los medios de comunicación anunciaran que había fracasado en su intento de ser reelegido, el presidente Donald Trump se fue a jugar al golf. Pronto tendrá mucho más tiempo para disfrutar de los links si así lo desea.
Pero si hay una constante en Trump es su deseo de ser el centro de atención y pocos esperan que cuando abandone la Casa Blanca el más inusual de los presidentes de este país se resigne a seguir una vida normal, a escribir sus memorias, reflexionar o acudir a eventos de caridad.
Perderá las llaves de la presidencia, pero no su pasión por Twitter y aún podrá ejercer un férreo control sobre su Partido Republicano. Algunos de sus aliados ya sostienen que Trump planea una revancha para 2024.
De los presidentes estadounidenses, solo Grover Cleveland ejerció mandatos no consecutivos, ganando en 1892 después de perder por poco la reelección cuatro años antes.
El exjefe de gabinete de la Casa Blanca Mick Mulvaney dijo que Trump «no le gusta perder».
«Me inclino porque el presidente se mantendrá involucrado en la política y lo pondría absolutamente en la lista de personas que probablemente se postularán en 2024», dijo a un grupo de expertos irlandeses. «Es un hombre de 74 años de edad con mucha energía», agregó.
Los hijos de Trump han dejado en claro que todavía exigen lealtad a los republicanos.
«La inacción de prácticamente todos los ‘aspirantes a la nominación por el Partido Republicano para 2024’ es bastante sorprendente», tuiteó Donald Trump Jr. el jueves.
Aludió expresamente al senador Lindsey Graham, un excrítico de Trump que luego lo apoyó fervientemente.
Horas después, Graham apareció en el programa de Fox News favorito de Trump prometiendo dinero para la defensa del presidente y repitiendo acusaciones infundadas sobre irregularidades en el escrutinio.
¿Trump TV?
El magnate inmobiliario y celebridad televisiva nacido en Nueva York y tres veces casado no ha ocultado que anhela volver a gozar de las comodidades de sus días anteriores a la Casa Blanca.
«Tuve una vida agradable. Tuve la vida más grandiosa», dijo en Grand Rapids, Michigan, en su último mitin de campaña.
Su principal medio para financiar ese estilo de vida ha sido su propio nombre.
Según su exabogado Michael Cohen, luego caído en desgracia, Trump concibió inicialmente la carrera presidencial de 2016 como una «oportunidad de marca», aunque finalmente terminó ganando de manera inesperada.
Trump había reconstruido su perfil público en la década de 2000 como presentador de la serie de telerrealidad Celebrity Apprentice, tras una serie de quiebras empresariales.
El presidente ha insinuado que buscará lanzar una suerte de Trump TV.
A Fox News, el canal que lo ayudó ascender, lo ha acusado últimamente de no ser lo suficientemente de derecha. Los espectadores, tuiteó, «quieren una alternativa ahora. ¡Yo también!»
Y nadie puede negar que Trump tiene el don de la palabra.
En sus innumerables mítines, mantuvo a grandes multitudes bajo una suerte de hipnosis evocando teorías conspirativas, haciendo chistes o hablando sobre la débil presión del agua en los grifos del baño.
Y el presidente dispone ya de una plataforma mediática en canales de cable como One America News y NewsMax TV, que hoy no tienen demasiado peso pero que podrían convertirse en gigantes si Trump los adquiriera.
¿A la cárcel o un viaje por carretera?
No menos plausible es un escenario en el que el actual presidente se vea envuelto en serios problemas legales.
Los fiscales de Nueva York están investigando pagos que Trump realizó de manera secreta a una estrella del porno, sus intrincados negocios y sus misteriosas prácticas contables. Y penden sobre él antiguas acusaciones por violación y otras agresiones sexuales.
Como presidente, Trump está en gran medida a salvo de ser enjuiciado.
Algunos han especulado incluso sobre la posibilidad de que se otorgue un perdón preventivo, saltándose todas las normas.
Ocho de sus colaboradores, incluidos exdirectores de campaña, abogados y asesores de seguridad nacional, ya han sido acusados o encarcelados por delitos graves.
O acaso Trump quiera dejar la primera línea política. Por inverosímil que parezca, ha dejado caer algunas pistas al respecto.
En junio, en la Casa Blanca, reflexionó sobre la posibilidad de recorrer el país en casa rodante junto a su esposa y exmodelo Melania.
Durante un mitin de campaña en Pensilvania hizo una pausa para admirar unos camiones que estaban estacionados. «Buenos camiones», comentó. «¿Creen que podría subirme a uno de ellos y alejarme? Me encantaría hacerlo», dijo el presidente.