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El flujo migratorio hacia Estados Unidos estuvo marcado por la llegada de venezolanos en 2022

por Avatar EFE

El 2022 cerró marcado por el flujo migratorio récord de Latinoamérica a Estados Unidos, impulsado en particular por venezolanos y cubanos, lo que ha desatado crisis humanitarias en Centroamérica y México, donde hay decenas de miles de migrantes con un futuro incierto.

El fenómeno es evidente en la frontera entre México y Estados Unidos, cuya Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP, en inglés) detuvo en el año fiscal de 2022 un número inédito de más de 2,76 millones de indocumentados, con incrementos sustanciales en las capturas de cubanos y venezolanos.

El reto es palpable en urbes fronterizas como Ciudad Juárez, que en el primer trimestre vivió la llegada del éxodo haitiano y desde agosto el arribo masivo de venezolanos, según explicó a EFE Thiago Almeida, jefe de la oficina de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) en Juárez.

«En este año más de 5 millones de venezolanos han salido de su país y la mayoría siguen con el propósito de cruzar a Estados Unidos. En los últimos meses varios de ellos estuvieron cruzando a Estados Unidos y ahora se encuentran en ciudades como Ciudad Juárez, una vez que fueron deportados», declaró en entrevista.

La zona es sensible a los cambios de políticas en Estados Unidos, que el 12 de octubre anunció la deportación inmediata de venezolanos que lleguen por tierra, mientras causa incertidumbre con normas como el Título 42, que un juez pidió eliminar, pero ha afrontado resistencias del Gobierno de Joe Biden.

«Salí de mi país por la crisis migratoria y voy a esperar hasta el 21 de diciembre, para ver si podemos pasar, para ver si ya quitan el Título 42. En caso de no poder pasar, me quedo en México, hago un dinero y me voy a Colombia», narró Luis Miguel González, un migrante que espera su salida de Juárez.

Frontera sur con Estados Unidos

Al igual que en el norte, en la frontera sur de México se vive «una locura» por la llegada de migrantes de tantas nacionalidades, dijo en entrevista Olga Sánchez Martínez, ganadora del Premio Nacional de Derechos Humanos y fundadora del albergue Jesús el Buen Pastor del Pobre y el Migrante.

Su albergue, el más grande de Tapachula, ciudad fronteriza con Guatemala y punto de entrada a México, recibe ahora a 1.400 personas, el triple de su capacidad, entre las que destacan venezolanos, nicaragüenses, ecuatorianos y africanos que antes «jamás habían venido».

“Todo mundo está sorprendido por esta migración y no estábamos preparados, no tenemos la experiencia de estas personas, todavía no nos cae el 20 (no lo asimilamos) y siento que las autoridades no saben qué hacer, es algo desconocido que hasta ahora estamos enfrentando», indicó a EFE.

Jacinto Medina, migrante de Venezuela varado en Tapachula tras las restricciones de Estados Unidos, lamentó que México se complica porque retiene a las personas y no las deja avanzar.

“Al no dejarnos pasar, lo que se hace es una acumulación de personas, no hacemos nada y si no tenemos papeles y no nos dan trabajo, ¿cómo subsistimos? Por lo que una de las cosas que despresurizaría la migración, es que nos dejen avanzar”, expresó a EFE.

Selva del Darién

La peligrosa selva del Darién, la frontera natural de Panamá y Colombia, es desde hace años una ruta para la migración irregular hacia Estados Unidos de personas de todo el mundo.

Panamá ha contado más de 220.000 migrantes que han llegado al país en su tránsito hacia Norteamérica, una cifra sin parangón e impulsada por los venezolanos.

Pero los registros oficiales panameños confirman que en este flujo hay personas de más de 30 nacionalidades, incluidos africanos, asiáticos, europeos y caribeños, además de suramericanos.

En tanto, en Costa Rica, de 5,1 millones de habitantes, hay cerca de 200.000 personas con solicitudes de refugio pendientes de resolución, según reconoció el presidente Rodrigo Chaves.

Mientras que en Honduras, entre 500 y 600 abandonan a diario su país, según organismos humanitarios, pese al endurecimiento de las leyes migratorias por parte de Washington.

Al mismo tiempo se han elevado las cifras de deportados, en su mayoría de Estados Unidos y México, con cerca de 73.000 retornados entre enero y septiembre, 23.909 hondureños o 48,7 % más que en el mismo periodo de 2021, según cifras oficiales.

Su vecino Guatemala ha recibido 86.000 repatriados hasta el 23 de noviembre, superando por un 27 % las cifras de los 12 meses de 2021.

Además, cuando Estados Unidos endureció su política migratoria para no permitir el ingreso de más migrantes venezolanos, Guatemala convirtió su frontera con Honduras en un muro custodiado por 3.000 militares asignados y detuvo el paso de más de 15.000 venezolanos.