El Consejo de Seguridad de la ONU renueva la semana próxima a cinco de sus miembros no permanentes, que ocuparán sus asientos por un plazo de dos años a partir del 1 de enero de 2025.
La elección, sobre la que este año no hay misterios dado que se ha alcanzado un consenso por regiones, se celebrará el próximo 6 de junio en una sesión especial de la Asamblea General, que cada año por estas fechas renueva a un tercio del Consejo.
En esta ocasión, se renovarán los sitios que dejarán vacantes Ecuador (en representación de América Latina y el Caribe), Mozambique (África) y Japón (Asia-Pacífico), además de Malta y Suiza (Europa Occidental y otros).
Para sustituirlos, los distintos grupos han consensuado los nombres de Panamá, Somalia, Pakistán, Dinamarca y Grecia, respectivamente. Todos ellos han sido en algún momento miembros del Consejo, principalmente Pakistán, con una larga experiencia.
No todos los años se alcanza este consenso, y en algunas ocasiones la disputa por el asiento es más aguda y da lugar a intensas negociaciones diplomáticas.
Los países que tienen todavía un año más de mandato son Guyana, Sierra Leona, Argelia, Corea y Eslovenia; a ellos se añaden los cinco miembros permanentes y con derecho de veto: Estados Unidos, Reino Unido, China, Francia y Rusia.
Tanto el derecho de veto como el reparto de puestos -con sobrerrepresentación de Europa, que tiene cinco asientos en total- son cada vez más cuestionados, pero cualquier proyecto de reforma del Consejo, sea de su composición o de su funcionamiento, se ha tropezado con la negativa de los cinco miembros permanentes del Consejo, que se niegan a perder su privilegio.
En los últimos años, el derecho de veto -y su uso por parte de Rusia en el caso de la guerra de Ucrania y por parte de Estados Unidos en la guerra de Gaza- ha convertido al Consejo en una caja de resonancia casi inoperante, pues sus resoluciones son vetadas o no llegan a cumplirse pese a ser en teoría obligatorias.