«Dos Venezuelas» conviven por estos días en Naciones Unidas en un frenesí de búsqueda de apoyo internacional con motivo de la Asamblea General del organismo, el mejor escaparate para los favorables a Nicolás Maduro y a los pro Juan Guaidó.
Aunque si hay un espacio acostumbrado a las escenas más variopintas son las Naciones Unidas, lo cierto es que la situación durante esta semana ha sido algo insólita, ya que son contadas las veces en que un país ha estado representado por partida doble en esta cita anual de los líderes mundiales.
Una delegación oficial y otra oficiosa han confluido en el icónico edificio de la ONU, un organismo que por el momento mantiene su reconocimiento a Nicolás Maduro, por lo que la comitiva oficial que representa a Venezuela en la Asamblea es la del gobierno bolivariano.
Así las cosas, a priori parecía complicado para Guaidó enviar una representación a la cita de alto nivel, ya que el cupo venezolano estaba asignado en el organismo multilateral.
Pero esta circunstancia no ha desalentado al equipo del líder de la Asamblea Nacional venezolana, el opositor Juan Guaidó, a quien más de medio centenar de países reconoce como presidente interino del país petrolero, entre ellos Estados Unidos y la mayoría de los Estados latinoamericanos.
Y han sido esos países amigos los que han salido al rescate.
Algunos de ellos se han solidarizado con la causa de Guaidó y han «amparado» a sus enviados a la ONU bajo sus paraguas diplomáticos, acreditando a los miembros de la comitiva que ha llegado a la Gran Manzana en representación del dirigente opositor.
Entre ellos está el Brasil de Jair Bolsonaro, que según pudo saber Efe, acreditó dentro de su delegación oficial al menos a dos personas: el embajador designado por Guaidó en Washington, Carlos Vecchio, y a Isadora Suárez de Zubillaga, su representante ante el gobierno francés.
La comitiva opositora la integran también el comisionado de Guaidó para las Relaciones Exteriores de Venezuela, Julio Borges, y los diputados a la Asamblea Nacional Miguel Pizarro y Juan Andrés Mejía, ambos con distintas responsabilidades en el Ejecutivo alternativo del líder opositor.
Otros países han querido ser más discretos y no han revelado si han acreditado a miembros de la delegación venezolana opositora, aunque en las cábalas suena fuerte Colombia como muy posible valedor en la ONU de las acreditaciones de una parte del equipo de Guaidó.
Una vez capeada la burocracia, los enviados del líder opositor han desplegado una frenética actividad dentro y fuera del organismo multilateral, en contraste con la delegación oficial de Venezuela, que hasta hoy tuvo al frente al titular de Exteriores de Nicolás Maduro, Jorge Arreaza.
Frente a las arremetidas de la muy arropada delegación opositora, la comitiva oficial venezolana ha mantenido un perfil más bajo, aunque el canciller del régimen ha ido respondiendo puntualmente a las críticas más duras, como las del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, quien lleva toda la semana insultando a Maduro, o las del colombiano Iván Duque.
Quizás en esta discreción ha influido el hecho de que los principales valedores internacionales de Maduro como Rusia, China o Cuba, no han estado representados al más alto nivel en la Asamblea, por lo que no ha habido escenas bilaterales de apretón de manos que rivalizaran en protagonismo con las voces antagonistas a Maduro.
Está previsto que este viernes tome el testigo de Arreaza la vicepresidente del régimen Delcy Rodríguez, quien interviene en el plenario de la Asamblea General y previsiblemente replicará a las duras críticas a su líder que han resonado en estos días en los márgenes de la ONU.
Y es que, aunque sin acceso a la icónica tribuna oficial, al grupo de Guaidó no le han faltado plataformas para difundir sus denuncias en foros paralelos, con el respaldo de varios presidentes de la región como los de Colombia, Ecuador y Chile.
Pero sin duda el gran «triunfo» de esa delegación fue protagonizar una concurrida reunión con Trump, quien en presencia de representantes de casi 20 países americanos brindó su apoyo explícito a Juan Guaidó y, al recibir el agradecimiento de Borges en nombre del pueblo venezolano, bromeó diciendo que quizá debería irse a vivir a Venezuela.
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