El presidente de EE UU, Donald Trump, dijo este martes en Seúl que ve un movimiento de cara a solucionar la crisis con Corea del Norte, debido a la exhibición de fuerza realizada por su país en la región con el despliegue de importantes activos militares.
«Estamos mostrando una posición muy fuerte y creo que entienden que tenemos un poder militar incomparable», manifestó Trump en una rueda de prensa posterior a la cumbre celebrada con el presidente surcoreano, Moon Jae-in.
«Creemos que tendría sentido para Corea del Norte que decidieran sentarse a la mesa de negociaciones y sellar un acuerdo. Es cierto que veo cierto movimiento, sí, veremos a dónde conduce», respondió el mandatario estadounidense cuando le preguntaron por las posibilidades de que se produzca un diálogo para la desnuclearización.
Así valoró Trump su gestión en el ámbito norcoreano durante la primera jornada de su viaje de dos días a Corea del Sur, segunda parada de una gira por Asia marcada por el desafío armamentístico del régimen de Kim Jong-un y las relaciones comerciales con la región.
El mandatario recordó que EE UU mantiene actualmente, en las cercanías de la península coreana, un submarino y tres portaaviones de propulsión nuclear, un despliegue rara vez activado por el Pentágono en tiempos de paz.
«Espero por Dios que no tengamos que utilizarlos nunca», dijo en referencia a estos activos militares.
De este modo, volvió a insistir en la idea de que su país está preparado para utilizar todas sus capacidades militares contra Corea del Norte en caso de que lo consideren necesario, pero que aún continúa buscando soluciones para evitar la acción militar.
Esta actitud intimidatoria exhibida una vez más por Trump es la que despierta rechazo en los cientos de personas que hoy se han dado cita en Seúl para protestar por su visita y su encendida retórica, la cual ven capaz de desatar una guerra que pondría en peligro a millones de civiles que residen al sur de la frontera intercoreana.
Otros tantos contra manifestantes de signo conservador dieron la bienvenida al jefe de Estado de EE UU en las céntricas avenidas de Seúl, que contaron con un despliegue policial para evitar altercados.
Antes de llegar a la capital surcoreana, Trump apostó igualmente por enviar un mensaje de fuerza a Pyongyang al visitar el cuartel de Camp Humphreys, que está situado al sur de Seúl y es el tercer acantonamiento militar estadounidense en el que ha puesto el pie en los cuatro primeros días de su gira por Asia.
Tal y como indicó en su momento la Casa Blanca, la presencia del presidente en esta base acabó por tener casi más peso que el que habría tenido una visita a la militarizada frontera que divide las dos Coreas, finalmente descartada de su agenda.