Gabriel Taye era, según sus cercanos, un niño feliz y afortunado. Sin embargo, escondía un secreto: era víctima de bullying por parte de otros alumnos de la escuela Carson Elementary School, de Cincinnati, a la que asistía.
Gabriel no alcanzó a cumplir los 9 años: el 26 de enero pasado, el pequeño decidió quitarse la vida en su propio dormitorio.
La policía local realizó una investigación, pero decidió cerrarla y traspasarles la responsabilidad de aclarar lo que le ocurrió al niño a las autoridades del colegio al que asistía. Eso hasta la semana pasada, cuando salió a la luz nueva información sobre el caso.
Dos días antes de quitarse la vida, Gabriel había sido víctima de una agresión en el baño de su colegio, situación que fue registrada por una de las cámaras de seguridad del recinto. En las imágenes se ve cómo el niño entra al baño, donde es abordado por dos o tres compañeros que lo golpean y tiran al suelo. Gabriel quedó inconsciente.
Mientras pasan los minutos, varios niños entran y salen del baño, mientras Gabriel continúa tendido en el suelo. En un momento se abre una puerta y aparece un adulto, al parecer un profesor, pero él no alcanza a divisar el cuerpo del niño y los alumnos tampoco le informan de lo ocurrido.
Casi cinco minutos después de ocurrida la agresión, un adulto entra al baño y se inclina sobre Gabriel, intentando despertarlo. Luego se le une una mujer y varios otros adultos más, entre ellos la enfermera del colegio. Al rato, Gabriel vuelve en sí y logra ponerse de pie, abandonando el baño en compañía de los adultos.
Según los abogados de Cornelia Reynolds, la mamá del niño, ese día recibió un llamado del colegio, solicitándole que fuera a retirar a su hijo y lo llevara a un hospital, porque se había desvanecido. La mujer asegura que el colegio nunca le informó que Gabriel había sido golpeado por otros niños y que solo se enteró cuando tuvo acceso a una copia de los documentos de la investigación, en los que se hacía referencia al video de la cámara de seguridad.
«Es muy difícil para mí cree que un niño de 8 años sabe exactamente qué significa suicidarse», señaló la jueza de instrucción Lakshmi Sammarco a una radio de Cincinnati.
Ante el nuevo antecedente, Sammarco solicitó a la policía reabrir el caso, para determinar si es que otros factores contribuyeron a que Gabriel se quitara la vida. Asimismo, la jueza pidió que el incidente sea tratado como homicidio, hasta que se pruebe lo contrario.
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