Tras cuatro años de duras sanciones del gobierno de Donald Trump, la relación entre Cuba y Estados Unidos está en el punto más bajo en décadas, y su sucesor, Joe Biden, deberá tomar la iniciativa para reconstruirla, estiman expertos.
La tarea no será fácil, luego de que Trump dictó más de 190 medidas que reforzaron el embargo vigente desde 1962 hasta límites previamente impensables, desmontando buena parte del acercamiento de Barack Obama con la isla, y haciendo sentir un mayor rigor cotidiano a los cubanos en medio de la pandemia por el covid-19.
Para sellar la asfixia, 10 días antes de dejar la Casa Blanca, Trump volvió a meter a Cuba en la lista negra de promotores del terrorismo, de donde Obama la había sacado, y después sancionó al ministro del Interior.
La cascada de sanciones hasta el último minuto incluyó la prohibición de que los cruceros estadounidenses pudieran hacer escala en Cuba, la inclusión en la lista negra de varias empresas y dirigentes cubanos, y castigos a compañías extranjeras que operan en la isla.
Durante su campaña, Biden prometió a Cuba revertir las restricciones de Trump a los viajes y al envío de dinero que los cubanos en el exterior mandan a sus familiares en la isla.
«Iniciativa calibrada»
Para Jorge Duany, director del Instituto de Investigaciones cubanas de la Universidad Internacional de la Florida, Biden podría «revertir la reciente decisión de restablecer a Cuba en la lista de estados patrocinadores del terrorismo y eliminar las restricciones a los vuelos y las remesas».
Y a un mediano plazo podría nombrar un embajador «suponiendo que el Congreso, ahora controlado por los demócratas, lo aprobara», dijo el académico a la AFP.
El experto señaló que el esfuerzo para normalizar las relaciones requiere una «iniciativa calibrada de ambas partes».
«El gobierno de Cuba podría avanzar en implantar reformas económicas que permitan mayor participación del sector privado y mayor diversidad de opiniones políticas», según Duany.
La Habana espera que sea Biden quien inicie los acercamientos. Cauteloso, el presidente cubano, Miguel Díaz-Canel, ofreció su disposición al diálogo abierto, pero sin condiciones.
«Estamos dispuestos a discutir sobre cualquier tema, lo que no estamos dispuestos a negociar y en lo que no cederemos ni un ápice es por la revolución, el socialismo y nuestra soberanía», dijo el presidente el 17 de diciembre, en el sexto aniversario del inicio del deshielo entre Obama y el entonces presidente cubano, Raúl Castro.
Michael Shifter, presidente del centro de análisis político Diálogo Interamericano, descarta una iniciativa de La Habana.
«Me sorprendería si La Habana toma tal iniciativa, aunque quedara claro su disposición para relajar las tensiones entre ambos países», dijo a la AFP.
Shifter coincide con Duany en que las remesas y los viajes son el inicio, y que un apoyo económico significativo «dependerá en gran medida de la disposición del gobierno cubano de tomar pasos reales en función de reformas económicas y políticas».
«Compromiso político positivo»
Al mismo tiempo que Díaz-Canel se pronunciaba en La Habana, dos centros de análisis y asesoría sobre política exterior, publicaron en Washington el informe Estados Unidos y Cuba: una nueva política de compromiso, en referencia a lo que se llamó positive engagement (compromiso positivo), instaurado por Obama y eliminado por Trump.
La Oficina en Washington para Asuntos América Latinoamericanos (WOLA) y el Centro para la Democracia en las Américas (CDA) sugirieron una hoja de ruta para el equipo de Biden, que tiene entre sus integrantes al cubano Alejandro Mayorkas como próximo secretario de Seguridad Interior.
«Cuba está cambiando y Estados Unidos puede tener una influencia positiva en la trayectoria del cambio, pero solo comprometiéndose, creando lazos», indicó el informe.
Subraya que «continuar con las políticas del pasado o simplemente modificarlas en los márgenes, dejará a Estados Unidos fuera del juego, aislado de sus aliados, aislado de los cubanos comunes que no sean pequeños grupos disidentes y aislado de la creciente generación de líderes cubanos, quienes darán forma al futuro de la isla».
Biden podría invitar a Díaz-Canel a la Cumbre de las Américas, que acogerá Estados Unidos a fines de 2021, dice el informe. Cuba participó por primera vez en 2015 en ese foro en su VII edición en Panamá, donde Obama y Raúl Castro sostuvieron un memorable encuentro.
El 20 de enero, el tablero estará listo y los relojes detenidos: todos esperan que Biden inicie la primera jugada para empezar a borrar la era Trump. ¿Habrá el tradicional estrechón de manos?
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