Once combatientes proiraníes murieron en ataques aéreos estadounidenses en el este de Siria, efectuados en represalia por un ataque con drones que mató horas antes a un norteamericano e hirió a otros seis, informaron este viernes Washington y una ONG.
Un contratista estadounidense falleció, y otro contratista y cinco soldados igualmente norteamericanos resultaron heridos cuando un dron explosivo «de origen iraní» golpeó el jueves una instalación de mantenimiento de una base cerca de Hasaké, en el noreste de Siria, indicó el Pentágono en un comunicado.
En respuesta, el secretario norteamericano de Defensa, Lloyd Austin, dijo que por indicación del presidente Joe Biden ordenó «ataques aéreos de precisión esta noche en el este de Siria, contra instalaciones utilizadas por grupos afiliados al cuerpo de los Guardianes de la Revolución» iraníes.
«Los ataques aéreos fueron realizados en respuesta al ataque de hoy, así como en respuesta a una serie de ataques recientes contra las fuerzas de la coalición en Siria por parte de grupos afiliados a los Guardianes de la Revolución», explicó Austin.
Unos 900 soldados norteamericanos se encuentran en Siria como parte de una coalición internacional que lucha contra lo que queda del grupo yihadista Estado Islámico (EI).
Dichos soldados son blanco frecuente de ataques efectuados por milicias.
«Responderemos siempre»
«Tal como dijo claramente el presidente Biden, tomaremos todas las medidas necesarias para defender a nuestros conciudadanos y responderemos siempre en el momento y lugar de nuestra elección», enfatizó el secretario de Defensa.
Según el Observatorio Sirio de Derechos Humanos (OSDH), una ONG con sede en Reino Unido y dotada de una amplia red de informantes en Siria, «los ataques estadounidenses tuvieron como objetivo un depósito de armas en la ciudad de Deir Ezzor, y mataron a seis combatientes proiraníes».
«Otros cinco combatientes murieron en ataques contra posiciones de grupos iraníes cerca de Mayadin y en otro cerca de Al Bukamal», añadió esta ONG, precisando que dos de los 11 muertos son sirios.
Los grupos iraníes y sus aliados, partidarios del régimen de Damasco, están fuertemente implantados en estas zonas cercanas a la frontera con Irak, que constituyen un importante punto de paso de armas hacia Siria.
Las tropas norteamericanas apoyan también a las Fuerzas Democráticas Sirias, el ejército de facto de los kurdos en la región, que encabezó la batalla contra el grupo EI para sacarlo de los últimos territorios que controlaba en Siria en 2019.
En agosto de 2022, el presidente de Estados Unidos ordenó ataques de represalia en la provincia siria de Deir Ezzor, rica en petróleo, después de que una avanzadilla de la coalición antiyihadista sufriera un ataque de drones, que no causó víctimas.
Ese ataque se produjo el mismo día que un medio estatal iraní informó de la muerte de un general de los Guardianes de la Revolución, días antes, mientras se encontraba «de misión en Siria como asesor militar».
Irán, un firme aliado del régimen del presidente Bashar al Asad, afirma haber desplegado militares en el país por invitación de Damasco y solo en calidad de asesores.
La coalición internacional dirigida por Estados Unidos ha reconocido varias veces haber efectuado ataques en el este de Siria contra combatientes proiraníes.
Israel también ha efectuado numerosos ataques en Siria, pero rara vez los reivindica.
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