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EE UU cambia a su máximo representante en Cuba

por Avatar AFP

Estados Unidos nombró como su máximo representante diplomático en Cuba a Timothy Zúñiga-Brown, quien reemplazará a Mara Tekach, cuya gestión de dos años estuvo marcada por constantes episodios de tensión con el gobierno socialista.

«Esta es una transición de rutina, que ocurre regularmente en todos los puestos diplomáticos«, dijo el viernes por la noche a la AFP un portavoz del Departamento de Estado en Washington, quien aseguró que la llegada del diplomático ocurrirá «en los próximos días».

Zúñiga-Brown, con 30 años de carrera, se desempeñaba hasta ahora como coordinador de la Oficina de Asuntos Cubanos del Departamento de Estado.

«Zúñiga-Brown continuará promoviendo los intereses y políticas de Estados Unidos y apoyando las aspiraciones legítimas del pueblo cubano de prosperidad, libertad y un gobierno democrático que respete sus derechos humanos», aseguró el portavoz.

Elogios y críticas

Después de la restitución de relaciones plenas entre Estados Unidos y Cuba en 2015, el gobierno de la isla envió un embajador a Washington, pero Barack Obama no logró la aprobación del Congreso de su país para hacer lo mismo, así que solo nombró a un encargado de negocios.

Mara Tekach fue por dos años la encargada de negocios de la nación norteamericana en La Habana y este viernes se despidió a través de las redes sociales de la embajada.

Durante la gestión de Donald Trump, Washington revirtió los avances logrados por Obama, recrudeció el embargo que aplican contra la isla desde 1962 y retiró a la mayoría de sus diplomáticos, alegando que fueron víctimas de algún tipo de ataque «sónico».

El Departamento de Estado elogió la labor de Tekach por haber promovido «el respeto por los derechos humanos y la dignidad del pueblo cubano» y amplificado «las demandas de los disidentes, activistas, periodistas independientes y la comunidad religiosa, que defiende sus derechos a vivir, asociarse y adorar libremente».

El apoyo de Tekach a activistas y opositores que buscan un cambio de gobierno en la isla fue considerado por Cuba como «una clara intromisión provocadora en los asuntos internos». A través de los medios estatales, la acusaron de «instigar a la violencia y a la perturbación del orden».