Donald Trump se convirtió este jueves en el primer expresidente de Estados Unidos que enfrenta cargos penales tras haber sido imputado por un gran jurado de Manhattan. Una situación doblemente insólita porque sucede en plena campaña para ser elegido como candidato republicano y presidir el país.
Tras meses sugiriéndolo, el pasado mes de noviembre el exmandatario (2017-2021) confirmó que iniciaba el camino para volver a la Casa Blanca. Esto para convertirse, primero, en el elegido de los conservadores, y así participar en las presidenciales de 2024.
Volvió como precandidato presidencial a la primera línea de la política, un lugar que en verdad nunca abandonó. Trump no fue ni aislado, ni castigado, por ser cómplice de una de las escenas más vergonzosas de la democracia estadounidense: el asalto al Capitolio.
Desde su anuncio ha participado en numerosos actos públicos. En ellos pide el apoyo de la militancia, sin ver que el partido Republicano haya presentado una alternativa sólida. Así, pone en la diana a dos enemigos que él considera sinónimos y verdugos de sí mismo: Joe Biden y la Justicia.
Trump había logrado hasta ahora escapar de las numerosas causas abiertas en su contra. Entre ellas la del asalto al Capitolio, uno de los episodios más negros en la historia de Estados Unidos. Miles de sus seguidores irrumpieron violentamente para intentar que no se ratificase la victoria electoral del actual presidente, Joe Biden.
Este suceso, que dejó 5 muertos y cerca de 140 agentes heridos, parecía que iba a marcar el final de una turbulenta y explosiva carrera política. Pero nada más lejos de la realidad.
Trump ha sido imputado por presuntamente intentar comprar el silencio de la actriz porno Stormy Daniels para evitar que esta hiciera pública una supuesta relación sexual entre ambos.
En total tiene más de dos decenas de procesos abiertos; por delitos de tipo político, económico y sexual, que podrían interponerse en sus objetivos políticos.
Una de las causas más mediáticas es la investigación que el FBI mantiene abierta por haberse llevado -presuntamente- documentos clasificados cuando dejó la Casa Blanca.
Trump tiene también juicios pendientes por posibles delitos fiscales cometidos por la Organización Trump; investigaciones por asuntos relacionados con sus negocios, por agresión a mujeres o incluso por problemas con su propia familia.
Y es el único presidente de Estados Unidos sometido a un juicio político (impeachment) dos veces por la Cámara de Representantes. Uno por presionar a líderes ucranianos para investigar a Biden, y por el asalto al Capitolio. En los dos resultó absuelto por el Senado.
El rey de titulares que no aceptó perder
Impredecible y espontáneo, Donald Trump (Nueva York, 1946) fue el terror de la prensa durante su administración. Esto gracias a sus inclinaciones a hacer cualquier anuncio importante sin previo aviso.
Unos meses después de ser expulsado de Twitter tras los sucesos del Capitolio, en octubre de 2021 anunciaba la creación de Truth Social. Esta es su propia red social, desde la que alienta a sus seguidores y mantiene viva la llama de su Make America Great Again; eslogan con el que ahora se conoce a su movimiento político, los MAGA.
Lanzando mensajes por esta vía, es el rey de los titulares durante los últimos dos años con Joe Biden en el centro de la diana. Fiel a su estilo, Trump se convirtió en el primer presidente saliente en 152 años que no asistió a la toma de posesión de su sucesor.
Un particular detalle que puso fin a una presidencia que dividió al país y al mundo, como quizás ningún otro mandatario estadounidense.
Guiado toda su vida por una fuerte necesidad de aprobación, el mandatario se dejó la piel en decenas de mítines durante una intensa campaña en 2020, pero no logró recuperar su popularidad, lastrada por las muertes de la pandemia, la crisis económica y un fuerte movimiento popular contra el racismo.
Perdió en las urnas. Pero se negó a aceptar el resultado de los comicios y llevó a cabo una campaña infructuosa de desacreditación, que terminó forzosamente tras los sucesos del Capitolio.
La provocación, su principal arma
Desde que llegó al poder en enero de 2017, Trump abrazó la provocación como forma de gobierno y herramienta de distracción. Atacó a los medios de comunicación y puso a prueba a las instituciones del país, cuyos tribunales tramitaron cientos de demandas contra muchas de sus políticas.
Según un recuento de The Washington Post, a lo largo de su mandato lanzó unas 30.000 mentiras o afirmaciones falsas. Con el lema «Estados Unidos primero», Trump puso patas arriba la relación con aliados de Washington como Canadá y la Unión Europea; protagonizó un histórico acercamiento con Corea del Norte que luego se estancó, y convirtió a China en su peor enemigo con una guerra comercial.
Su ascenso al poder fue una reacción al mandato de Barack Obama, cuyo legado se esforzó en destruir, aunque no logró su objetivo de derogar la reforma sanitaria «Obamacare».
La construcción del muro en la frontera con México fue su otra promesa estrella. Y la cumplió parcialmente, en un mandato en el que hubo importantes retrocesos en materia de inmigración.
De deudor a millonario
Nacido en una familia descendiente de emigrantes alemanes, Donald John Trump se licenció en Economía Financiera. Y a los 28 años de edad tomó el relevo de la empresa inmobiliaria de su padre para adentrarse después en el sector de los casinos, con un ascenso marcado por las deudas.
Productor de los concursos de belleza Miss Universo y Miss América, Trump estrenó la década pasada su propio programa de televisión: El aprendiz. Serie que algo alimentó su fama e impulsó su carrera presidencial.
El multimillonario está casado con la modelo eslovena Melania Knauss desde 2005, con la que tiene un hijo. Con anterioridad, estuvo unido a Ivana Trump -fallecida recientemente- y con la que tuvo tres hijos; y con la actriz Marla Maples, con la que tuvo una hija.