El expresidente estadounidense, Donald Trump, reclamará el control total del Partido Republicano en su discurso del próximo domingo en Orlando, el primero que dará luego de haber dejado la Casa Blanca.
«El mensaje será: puedo no tener Twitter o el Despacho Oval, pero sigo en el cargo», han traslado fuentes de su entorno cercano al portal digital Axios.
Según estas, Trump quiere presentarse como el «presumible candidato» de cara a las elecciones de 2024 por parte de los republicanos, aunque aún no tenga claro si finalmente se postulará para ello.
«Trump efectivamente es el Partido Republicano (…) Cuando atacas al presidente Trump, estás atacando a las bases republicanas», ha asegurado a dicho medio el asesor del expresidente, Jason Miller.
Dinero y datos
El comité político de Trump recibió numerosas donaciones durante los meses en los que este sostuvo las no probadas tesis del fraude electoral. Actualmente dispone de 75 millones de dólares (61,78 millones de euros) para financiar a candidatos republicanos que se presenten a las primarias internas de cara a las elecciones al Congreso y un tercio del Senado que se celebrarán el próximo año.
Según esta información, la idea de Trump es usar estas donaciones para impulsar a candidatos trumpistas, cercanos a él, que le ayuden a descabalgar en las primarias a aquellos republicanos que han apoyado el ‘impeachment’, los etiquetados por su entorno como RINO -republicanos solo de nombre en su traducción del inglés-.
El expresidente se reunirá con sus asesores para diseñar su estrategia durante esta semana en la que cuenta también con otro importante activo: los datos de decenas de millones de estadounidenses que ha recopilado durante los últimos cinco años.
Los no trumpistas
Entre los republicanos que presumiblemente se verán desafiados por los candidatos apoyados por Trump, estarán algunos que han hablado abiertamente contra él o le han responsabilizado del Asalto al Capitolio como la congresista por Wyoming, Liz Cheeney.
Como ella, muchas figuras que se han mostrado en contra del magnate neoyorquino han sido «censuradas» -una figura propia de la política estadounidense equivalente a una amonestación- por el partido en sus estados de origen.
La última gran figura republicana en ser objeto de la ira de Trump ha sido el líder de la minoría en el Senado, Mitch McConnell, que, si bien votó a favor de la absolución de este en el proceso de destitución en el Senado, criticó después su actuación en el Asalto al Capitolio.
En un comunicado publicado la semana pasada, el expresidente aseguraba que si los senadores republicanos mantenían al senador por Kentucky como su líder «no iban a volver a ganar» y que en un momento tan importante para el país los republicanos «no podían permitir que líderes de tercera decidieran su futuro».